El dirigente austríaco Norbert Hofer fracasó en su intento de convertirse en el primer presidente de extrema derecha de un país de la Unión Europea (UE), al ser derrotado por una exigua diferencia por el ecologista Alexander van der Bellen en unos comicios que supusieron un fuerte llamado de atención para el continente.

La inesperada derrota del polémico Hofer produjo alivio entre las fuerzas políticas tradicionales europeas, aunque la solidez de su campaña y lo ajustado del resultado evidenciaron, una vez más, el auge de los partidos nacionalistas en Europa al calor de la crisis de refugiados y de años de dificultades económicas.

La victoria de Van der Bellen, de 72 años, en las elecciones de ayer fue por demás de dramática.

Al término del escrutinio de los votos en las urnas, Hofer, del Partido de la Libertad (FPO), terminó ayer al frente por 51,9% de los votos contra 48,1% del candidato progresista.

Sin embargo, el resultado se dio vuelta hoy de manera sorpresiva al contabilizarse los sufragios emitidos por correo, que permitieron que Van der Bellen alcanzara el 50,3% de los votos y superara a su rival por 31.000 sufragios, informó el Ministerio del Interior.

El Ministerio agregó que un 49,7% de los votos fueron para Hofer, que pese a que logró vender una imagen moderada, de defensor de las clases medias y bajas y de los valores nacionales frente a la amenaza de creciente globalización, no logró su cometido y perdió la Presidencia en el último momento.

El candidato anti inmigración, de 45 años, asumió la derrota en un comunicado en su página de Facebook, agradeciendo el voto de sus seguidores y pidiéndoles que no se desanimen.

«Por supuesto que estoy triste hoy. Me habría gustado cuidar de nuestro maravilloso país como presidente», dijo el ultraderechista, cuyo partido tiene raíces en el pasado nazi de Austria, una historia que –según analistas- la nación no ha afrontado tan abiertamente como Alemania.

Por su parte, tras el anuncio de su victoria, Van der Bellen brindó una conferencia de prensa en Viena, junto a una bandera de Austria y otra de la Unión Europea (UE).

El ecologista insistió en que quiere ser el presidente de todos y ganarse la confianza de la mitad de la población que votó por su adversario, al tiempo que instó a superar la división política del país, informó la agencia de noticias EFE.

«Se ha hablado de las divisiones en este país, entre derecha e izquierda, entre la ciudad y el campo, entre los de arriba y los de abajo, entre jóvenes y viejos. Pero creo que se puede ver así: son dos mitades que hacen Austria, y una es igual de importante que la otra», dijo.

Un dato clave de estos comicios fue la alta participación ciudadana: casi el 72% del padrón fue a votar en la segunda vuelta frente al 68,5% registrado en la primera vuelta del 24 de abril pasado.

La fuerte afluencia a las urnas se debe a la creciente popularidad de la extrema derecha y a la alarma que esto provocó en el resto de la sociedad, especialmente los sectores de izquierda y moderados.

Austria es un país relativamente próspero, pero ha estado en medio de una llegada récord de inmigrantes desde Medio Oriente, alentando el rechazo público contra los dos partidos de centro – los socialdemócratas (SPO) y los conservadores del Partido Popular – que han dominado la política desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Las elecciones en Austria, un país de 8,5 millones de habitantes, ha agitado a los líderes de Europa, particularmente en la vecina Alemania, donde un partido anti inmigración Alternativa para Alemania (AfD), está creciendo.

En Francia, el ultraderechista Frente Nacional de Marine Le Pen lidera los sondeos antes de las elecciones presidenciales del año que viene. En Reino Unido, el partido de extrema derecha UKIP pide que el país abandone la Unión Europea (UE) en un referéndum previsto para el próximo 23 de junio.

El triunfo de un ecologista en el más alto cargo del Estado es una novedad en el terreno político europeo, no sólo por la derrota a una creciente ultraderecha sino que este candidato europeísta convencido y antiguo líder de los «Verdes», se ha presentado como independiente.

La Presidencia de Austria es una institución más simbólica que política, pero las últimas elecciones han puesto sobre la mesa un nuevo escenario político.

El futuro presidente es visto por muchos analistas como alguien que puede representar dignamente al país en el extranjero y que internamente puede mediar de forma discreta entre las fuerzas políticas, en particular entre socialdemócratas y populares, que gobiernan en coalición.

Entre algunas de sus competencias más activas como jefe del Estado, prometió que tal y como lo ve actualmente, no firmaría el TTIP, el futuro tratado transatlántico de libre comercio e inversiones que negocian Estados Unidos y la UE, aún si fuese aprobado en el Parlamento.

La Constitución austríaca otorga al presidente federal la potestad de decidir a quién encarga la formación del gobierno sin obligación de optar por el líder del partido más votado, como sin embargo es la usanza en Austria.

El ecologista y economista, dueño de una retórica cargada de ironía, frente a la claridad y simpleza de Hofer y su condición de intelectual de izquierda, abierto a la llegada de refugiados y partidario del matrimonio homosexual, hizo hincapié durante su campaña del daño que un presidente como Hofer le haría a la imagen de Austria en el exterior.

Van der Bellen es un ex decano de la facultad de Ciencia Económicas de Viena y siempre ha sido muy valorado en el país alpino por su honestidad.

Hijo de una madre estonia y de un padre ruso que escaparon de la revolución bolchevique de 1917 y se radicaron en la región austríaca del Tirol, donde vivió hasta los 33 años, el nuevo presidente es padre de dos hijos y está casado en segundas nupcias hace pocos meses.

La derrota de Hofer evita un vergonzoso revés para la elite política de Europa.

Desde París, las máximas autoridades de Francia felicitaron al presidente electo austríaco y expresaron su «alivio» por su victoria.

El presidente Francois Hollande felicitó «muy cordialmente» a su nuevo par de centroizquierda en un comunicado del Palacio del Elíseo mientras que su primer ministro, Manuel Valls, de viaje oficial en Israel, mostró su «alivio» en la red social Twitter.

«Alivio al ver a los austríacos rechazar el populismo y el extremismo. Cada cual debe extraer las lecciones en Europa», resumió el jefe del Ejecutivo en 140 caracteres.

Foto: Florian Wieser