Por Alejandro Maidana

“Todo comienza con el otro, la experiencia debe convertirse en un diálogo, esto genera sentido de pertenencia y empoderamiento del visitante propiciando la construcción de ciudadanía”…  Ricardo Rubiales.

El Museo Ángel Gallardo nace en los 40 como sucursal del Museo Ameghino, que tiene su sede en Santa Fe. Al mismo se lo conoce como clásico, como a todos aquellos que surgieron en el siglo XIX y que basan su estructura en la colección, en este caso el acopio de ejemplares.

Trasladándose por diferentes lugares de la ciudad, fue el Palacio de Tribunales el que lo albergó hasta que en 2003 un importante incendio lo empujó a donde se encuentra en la actualidad: San Lorenzo 1949.

Su reapertura el 14 de abril de 2016 trajo consigo un cambio, y éste está relacionado con el trabajo para empoderar al público.

Si bien no se ha dejado de lado a la colección, la investigación y la educación, la idea de trabajar y hacer llegar al museo desde otro sitio, es un desafío maravilloso.

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Conclusión dialogó con Sebastián Bosch, coordinador general, para conocer detalles sobre el trabajo que se realiza.

“Intentamos abonar la teoría crítica, desde la museología crítica. Nosotros destacamos permanentemente que desde el museo tenemos una mirada crítica de la realidad. Esto quiere decir que estamos interceptados por el contexto actual, llámese política, economía, sociedad, tecnología, un museo en movimiento”.

Con la necesidad de atravesar los paradigmas que suelen definir cada museo, el Gallardo busca abordar diferentes temáticas desde las Ciencias Naturales.

En referencia a esto, Mario Amatiello, coordinador de museografía, enfatizó: “La nueva mirada que intenta consolidar el museo, atraviesa las ciencias naturales para debatir por ejemplo el nuevo modelo de producción en La Pampa. Para llevar a cabo esto es imposible no hacerlo desde la historia, el arte y la ecología. Por eso mismo el debate debe trascender las ciencias naturales, la zoología y la botánica, el abordaje debe ser amplio”.

El rumbo que ha tomado el museo es ambicioso e innovador. Uno de los principios de este nuevo comienzo, es correrse de la lógica de aquello que dice que lo que está en el museo, es la verdad absoluta. La ciencia, como la religión o la filosofía entre otras, es un sistema de creencias y como tal debe interpelarse, ya que existe un contexto ideológico e histórico que las abraza.

Pampa Global 

“Nosotros queremos un modelo que favorezca a la biodiversidad, y en ella también radica la diversidad cultural. Ambas con este modelo de producción se ven acorraladas, no sólo la flora y la fauna, sino también la incesante migración interna de campesinos y originarios. Los pobladores de tierras arrasadas se ven obligados a dejar sus lugares para luego afincarse en asentamientos irregulares en las grandes ciudades”, apuntó el coordinador general sobre uno de los talleres que brinda el Gallardo y que está apuntado a debatir el modelo de producción.

Cambiando el mundo con cada mordisco

Otra de las muestras enfoca su investigación en la alimentación actual. Un modelo que existe y se consolida gracias al aporte en cada mordisco. “La idea de empoderar al público es algo fundamental en el desarrollo de nuestras temáticas, le damos algo incompleto para que ellos lo terminen de armar. Y en esta muestra interpelamos el modelo sojero que arrasó los montes nativos para darle vida al transgénico. Por eso consideramos que es importante la interacción en el museo, lo inerte habla solo por aquel que lo expuso en algún momento de la historia”, aportó Mario Amatiello.

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Relatos, crímenes, territorios y gigantes

Este es un espacio que nos muestra la continuidad temporal del hombre en el territorio santafesino en 8.000 años de historias. Las especies animales y las hipótesis de su extinción. En esta muestra también se trabaja en la categoría genocidio, desde la conquista hasta estos tiempos. Un espacio que invita al debate y a la reflexión.

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La bioconstrucción cuenta con un espacio de suma importancia en el Gallardo. La misma se presenta de manera explícita en las oficinas, ya que ellas han sido levantadas con material alternativo. La necesidad de mostrar una colectora a la hora de pensar nuestro hábitat, empujó a este espacio público a profundizar sobre esta manera no contaminante y económica de construcción.

El museo cuenta con muchos espacios de sociabilización sin colección. Lugares que invitan a que la gente de paso pueda instalarse el tiempo necesario para tomarse unos mates, charlar profundamente o distenderse. Un espacio público entendido como tal.

Con la idea de tener un 2017 movido y repleto de propuestas que se sumen a las existentes, el Museo Gallardo volverá a abrir sus puertas en febrero.

Dejando de lado la lógica, a la que muchos están acostumbrados y empoderando al público que lo visita, este espacio cultural le da batalla a la historia y a la actualidad profundizando el debate crítico a través de las diferentes visiones de la realidad.