No hace falta ser experto para darse cuenta que la actual política se ha transformado en un negocio para pocos, y una especie de espectáculo para quienes seguimos mirando desde las tribunas, diferente según el sector que cada uno ocupe, y el mayor malentendido es suponer que la Democracia de hoy es el Gobierno del Pueblo que pensaron los griegos en sus gloriosos tiempos, debiendo reconocerse que Demos y Krátos han cambiado mucho en estos siglos, y que tanto el poder como el ejercicio del gobierno pertenecen a una pequeña y selecta minoría casi siempre perpetuada, y no al pueblo.

Esto sucede al menos en nuestra querida ciudad de Rosario, donde en los últimos comicios, entre otras curiosidades en varias listas no fueron políticos sino personajes famosos y conocidos los que las encabezaron, incluyéndose a continuación largas sábanas con muchos ilustres desconocidos y algunos innombrables que jamás tendrían la mínima posibilidad de ingresar a ningún cargo electivo si no fuese de otra manera que colgados en la lista de alguno de estos famosos. Pero lo que resulta menos evidente y más nocivo es el error de que por regla general estamos convencidos de que cuando votamos, elegimos.

Sería mucho más sencillo, transparente y eficiente con la moderna tecnología actual, establecer un sistema en el que los votantes tengamos la posibilidad de decidir a quienes verdaderamente queremos, y también la opción de rechazar a los mercenarios de la política de siempre, a los que queremos que se vayan definitivamente, incluyendo a quienes se envanecen de permanecer 20 o más años en el mismo cargo, a quienes les da exactamente lo mismo ser ministro, vicegobernador, diputado o concejal, personajes que adueñándose del cargo son capaces de cambiar de bloque y de partido; como también a aquellos que siendo votados como integrantes de la lista de un partido, al producirse posteriormente una vacante y les corresponde por el orden ingresar, no lo hacen en las filas del frente que integraban originariamente sino que  asumen en otra bancada o partido, como si el cargo fuese de ellos y no de quienes sufragamos.

eleccionesOtro problema serio es que generalmente ninguno tiene vocación para el lugar para el que ha sido elegido, y ni hablemos de otra preparación técnica que no sea para la “rosca”, convirtiéndose de inmediato cada espacio  ocupado en un escalón para ascender al siguiente en la primera oportunidad, incluso a mitad de su mandato, porque cada vez que pueden se enganchan en alguna lista para un espacio superior, abandonando sin ningún remilgo el lugar que puedan estar ocupando, y así pasan de concejales a diputados provinciales, o funcionarios del ejecutivo, o diputados nacionales, o lo que fuere, pero siempre un escaloncito más arriba, y si no lo logran siguen luego en su cargo como si nada hubiese pasado, cuando el más simple principio ético indica que primero deberían renunciar y luego formalizar su nueva candidatura.

Esos son los representantes políticos que tenemos, y que ingenuamente suponemos que nos representan, porque únicamente se representan a sí mismos y/o a sus patrocinantes. Y por si esto fuese poco, atrás de cada uno hay un séquito de obsecuentes y punteros que casi siempre sin ser expertos en temas específicos, y muchas veces sin hacer absolutamente nada que no sea trabajo político electoral y esporádico, cobran todos los meses bajo el rimbombante rótulo de “Asesores”, obviamente con el objetivo de pasar algún día a la ansiada Planta Permanente.

Y he aquí el quid de la cuestión y de esta nota, porque en base a lo dicho lo que existe en esta amarga realidad política rosarina, es un grueso error ortográfico, porque tanto ellos como los políticos de los que son simples mandaderos, son verdaderos “Ascensores”, y su única finalidad es subir a cualquier costo.

En eso se ha convertido la actividad política local salvo raras y contadas excepciones tanto en el Ejecutivo como en el Concejo Municipal de Rosario: en la Casa de los Leones, el Gobierno de una cúpula que siendo siempre los mismos lo único que hacen es cambiar de lugares, y en el Concejo Deliberante un sinnúmero de Ascensores políticos, que la mayoría de las veces no funcionan y tenemos que subir por las escaleras, mientras ellos siguen cobrando.

Pero afortunadamente la esencia de la existencia es el cambio, y todo se puede modificar. Cada uno de nosotros puede convertirse en verdadero artífice del destino social, y sumado coherentemente a los destinos de los demás “don nadie”, con el tiempo, sin prisa pero sin pausa podremos poner las cosas en su lugar.

A lo mejor la cercanía de la problemática puede enfadarnos al sentirnos permanentemente decepcionados y engañados por el eterno incumplimiento de promesas preelectorales,  y hasta hacernos suponer que estamos locos por seguir haciendo siempre lo mismo. Pero si cada uno persiste en poner siempre lo mejor de sí mismo, organizándonos de la mejor manera en cada lugar, por pequeño que sea, a poco de andar nos daremos cuenta de que los cuerdos somos la gran e inmensa mayoría, que no merecemos ser abusados por esta enquistada, inoperante, interesada e ineficiente clase política actual, y que con el tiempo y mucho esfuerzo veremos la luz de la verdad, que a pesar de tantos intereses siempre triunfa, y porque le pese a quien le pese las personas honestas y capaces siguen siendo la gran e inmensa mayoría en este pueblo, y de ellos será el reino de la tierra y el gobierno de los pueblos.

HUGO R. MARCH

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