Por Enrique Genovar

Paraguayo, por ende con garra. Aunque a toda regla siempre le cabe una excepción. Pero José Leguizamón no puede ser tal. Es que el defensor llega a Central acarreando una mochila que si bien es ajena es un peso al fin. El paraguayo deberá rendir desde el comienzo y así catapultar lo que han hecho los primeros marcadores centrales en el último semestre.

Leguizamón está llamado a mostrar desde el vamos lo bueno que ha realizado en las dos temporadas pasadas en el fútbol guaraní.

Fue el primer nombre que puso Paolo Montero sobre la mesa de reunión con los dirigentes. Fue un nombre que estuvo guardado bajo siete llaves y, salvo un diario de la ciudad (El Ciudadano), recién salió a la luz cuando la negociación ya iba encaminada. Es por la confianza que le depositó el DT, conocedor del puesto si los hay, que este jugador deberá convertirse en parte esencial de la columna vertebral del un equipo que viene teniendo terroso alarmantes a la hora de defender. Claro que estará en el propio Leguizamón estar a la altura de semejante compromiso.

Montero cree que este futbolista de 25 años puede ser el compañero ideal para cuando esté recuperado al ciento por ciento Javier Pinola. Pero hasta que eso suceda el paraguayo será dueño y señor de la defensa.

El entrenador habló de una premisa que siguen a rajatabla los equipos que pelean en el Calcio: «El cero en su propio arco». Pero para llegar a eso a Central le falta muchísimo y el nuevo zaguero auriazul será uno de los principales de lograr ese primer objetivo.

Los antecedentes de Leguizamón hablan de que es un defensor aguerrido y con gol. Ahora deberá demostrar para que lo trajeron y por sobre todas las cosas llevará sobre su espalda una mochila que es ajena, pero mochila al fin.