El papa Francisco oficia este jueves su tercera misa en Playa Lobitos, cerca de Iquique (norte), última etapa de su visita a Chile, con el foco en la inmigración, antes de proseguir viaje a Perú.

Por su ubicación, en el norte del país a 1.800 km de Santiago, Iquique ha sido foco de inmigración en los últimos años. Se estima que una de cada diez personas que viven en la ciudad es inmigrante.

Chile se ha transformado en un país receptor de migrantes, principalmente por su frontera norte, por donde se registra un intenso ingreso irregular de extranjeros principalmente de Colombia, Haití, República Dominicana y Ecuador.

Más de medio millón de extranjeros viven actualmente en Chile en situación legal, según datos oficiales, un 3% de la población de 17,5 millones. Pero según datos recientes de la prensa, sólo el año pasado llegaron cerca de 105.000 haitianos y más de 100.000 venezolanos al país.

Luego de las manifestaciones contrarias a su visita y ataques a iglesias que se han registrado a lo largo de sus etapas previas en Santiago y en Temuco (sur), se prevé que la etapa de Iquique sea más tranquila.

El Sumo Pontífice entronizará este jueves la imagen de María, que tiene su morada en la la localidad de La Tirana, a 70 km de Iquique, en reina y madre de Chile.

Un cristo crucificado en la plaza del pueblo fue testigo, la víspera, del inicio de un ritual que tuvo en el centro de la escena un baile chino, típico del norte chileno.

La esperanza de los excluidos

Un arco y flecha: ese es el regalo simbólico que le entregará el viernes una comunidad indígena de Perú al papa Francisco, a fin de que los defienda y reclame para ellos las tierras ancestrales que les han arrebatado.

«Somos un pueblo despojado de sus tierras originarias», dice César Jojaje Eriney, de 43 años, jefe de la tribu Ese Eja Palma Real, mientras se ajusta la corona de plumas de loro en la cabeza y se pone su collar tradicional, hecho de dientes de jaguar y cerdos salvajes.

César ve la llegada del papa «con una mirada de esperanza, para que el Estado peruano devuelva nuestras tierras» a través de él.

«Es la única ventana, la única oportunidad», asegura.

En esta comunidad de 230 habitantes, accesible sólo después de dos horas en barco por el Amazonas desde la ciudad de Puerto Maldonado, los niños corren descalzos en medio de las gallinas y, entre las pocas muestras de modernidad, algunos teléfonos móviles, camisetas de fútbol y varias motocicletas.

El pontífice llegará el viernes a Puerto Maldonado, en el sudeste del país, donde se reunirá con 3.500 indígenas peruanos, brasileños y bolivianos.

Entre los Ese Eja, hay mucho movimiento: 187 habitantes se han registrado para participar en la visita, en esta ciudad a la que generalmente solo van una vez al año.