El silencio suele ser la única herramienta utilizada por el poder político a la hora de tomar posición sobre un tema tan álgido como éste. La provincia de Santa Fe al igual que tantas otras, parece no tener un día de paz en torno a las fumigaciones con agrotóxicos. El modelo agropecuario anclado en el monocultivo transgénico, mueve las piezas del ajedrez de la vida de manera maniquea y a su antojo.

La situación de Pueblo Andino, un bello lugar distante a pocos kilómetros de Rosario, genera una inmensa preocupación en aquellos vecinos que no se resignan a vivir fumigados. En los últimos días una aplicación autorizada por la Comuna del pueblo trajo consigo una serie de críticas debido a sus anomalías.

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“Necesitamos una ordenanza que pueda brindarnos herramientas que nos permitan protegernos de este ataque a nuestra calidad de vida. La actual es del 2010, es imposible seguir con la misma ya que el pueblo ha crecido de manera exponencial”, sostiene Maximiliano, vecino del lugar en diálogo con Conclusión.

Cabe destacar que si bien desde la Comuna avisaron que se iba a estar fumigando en uno de los campos del pueblo, la receta agronómica que es aquella que brinda la posibilidad de saber qué químico se aplica, nunca apareció. “Cuando nos alertan con el mensaje, rápidamente aplicamos los protocolos internos que tenemos como vecinos autoconvocados y organizados. A las 7 de la mañana del pasado viernes ya había vecinos levantados, ya que comenzaron a fumigar de noche ante una densa neblina y una humedad que no correspondía. Debido a esto nos dirigimos a la Comuna, allí se encontraba solo una de las secretarias ya que tanto el presidente como la vice estaban participando de una actividad en Santa Fe, por ende no encontramos las respuestas que buscábamos”, indicó.

Lo único que recibieron los vecinos fue la invitación a llegarse al campo para pedirle explicaciones a quienes estaban a cargo de las fumigaciones. “Si bien nos dirigimos al lugar, no queríamos hacerlo, ya que en casos anteriores hemos sufrido intentos de agresión y amenazas,  siendo finalmente nosotros los denunciados y difamados. Hemos enviado 5 notas en 6 meses de gestión para solicitar una reunión con el presidente comunal José Abraham, pero aquel que supo comprometerse en campaña a tratar la temática, hoy nos niega el encuentro”.

La necesidad de trabajar sobre una nueva ordenanza es de suma importancia, ya que aferrados a la actual, hoy los productores fumigan a menos de 100 metros de los hogares con glifosato. Es menester destacar que lo cultural también atraviesa el debate actual, ya que lo agroecológico debe comenzar a imponerse sobre estas prácticas, pero mientras el diálogo entre el ejecutivo y los vecinos siga raquítico, la inviabilidad estará asegurada.

“Hemos realizado la denuncia correspondiente, ya que han violado la ley 25.831 de acceso público a la información ambiental. Que quede claro que nuestra idea es colaborar desde nuestro humilde lugar para poder encontrar una solución a esta problemática que atenta contra nuestra salud”, concluyó.

Quién también brindó su punto de vista, fue el vecino Tito Pereyra, que consultado sobre la lucha para frenar las fumigaciones fue tajante: “Las leyes y ordenanzas están, si bien se deberían modificar algunas, el gran problema es que no se respetan ni se aplican”.

“En Andino tenemos la particularidad que los 300 metros del área natural protegida que bordea al río Carcarañá no se respetan, en la vera del mismo viven muchas familias, inclusive parte del casco urbano. Si nos vamos para el lado de La Ribera, allí tenemos a los barrios El Bosque, Quebrada 2, Andino de Oro 2 y Coto de la Ribera, a estos los separa del campo lindero sólo el tejido, ósea que a los 100 metros no lo respetan. El panorama es complejo, es por ello que se debe trabajar primero en lo cultural, ya que los productores por la edad que ostentan no conocen otra forma de producción, si bien existe y es la ecológica. Seguiremos insistiendo, esto se trata de salud no de rentabilidad”, indicó Tito.