Por Carlos Del Frade 

Una nueva llegada de gendarmes es saludada por distintos funcionarios del gobierno provincial como si fuera el advenimiento de una nueva era de paz y amor en Santa Fe.

Hasta aparecen definiciones que a poco de andar se convertirán en frases huecas: “Logramos detener la violencia en Rosario”.

Afirmaciones que pasarán al olvido cuando los sectores violentos vuelvan a dirimir la disputa por el dominio del territorio apenas quieran hacerlo, como sucedió en abril de 2018.

Gendarmería Nacional es la misma que tiene como función primordial el cuidado de las fronteras.

En 2016 circularon 7 toneladas de cocaína en la Argentina. En 2017 circularon 15 toneladas de cocaína en la Argentina.

¿Cuál fue el rol de Gendarmería, entonces?.

Si nuestro pueblo todavía pone expectativa en la llegada de las fuerzas federales es, entre otras cosas, porque convive con las zonas liberadas que construyen los nichos corruptos de la policía provincial.

Pero que funcionarios de primer nivel esgriman el deseo y la ilusión por encima de la necesaria racionalidad que ameritan las estadísticas oficiales, es algo muy preocupante.

Desde abril de 2014, la provincia viene asistiendo a la llegada de efectivos de fuerzas federales.

¿Cuáles fueron los resultados cuantitativos y cualitativos de esos operativos conjuntos?.

¿Están identificados los inversores de negocios ilegales tales como el narcotráfico, la trata de personas, el contrabando de armas y el mismísimo lavado de dinero?.

Nos parece una obligación moral y política del gobierno de la provincia de Santa Fe de exhibir los resultados de todos estos operativos conjuntos de fuerzas de seguridad en nuestro territorio.

La no publicación de los mismos solamente abona la mitología de la supuesta edad de oro que promete el arribo de estas fuerzas.

Una construcción imaginaria que no sirve para nada a la hora de revisar la vida de pibas y pibes que se pierden muy antes de tiempo en las barriadas de las principales ciudades de la provincia.