Por Santiago Fraga

¡Jarana picante en el D7! Cuatro Varas y Budajipis pasaron por el recinto de Ovidio Lagos 790 para hacer vibrar a toda la gente con todo el repertorio de géneros que los caracteriza y que obligan a enfocar los oídos, ponerse de pie y bailar mucho.

Con los trombones ocupando un predilecto lugar, el público recibió con las mejores expectativas a la banda liderada por Martino Gesualdi, trombonista de Dancing Mood desde el comienzo de la banda y quien supo ser viento también de artistas como Raly Barrionuevo, La Renga, Fidel Nadal y Damas Gratis, entre otros. A él, lo acompañan soberbiamente Joaquin de Francisco, Juan Canosa, Mauro “Vasco” Echeverria, German Windaus, Santiago Lemos y Fernando Pérez.

Con una propuesta “inédita, sencilla e irresistible”, el cuarteto de trombones, los dos percusionistas y la guitarra que componen Cuatro Varas desplegó todo su ritmo que hace más de doce años les hace recorrer el país. Como siempre tratan de hacer en cada lugar al que van a tocar, precio al show los músicos Gesualdi y Juan Canosa brindaron una clínica de especialización e improvisación de trombón en Empleados de Comercio.

Previo al show, Conclusión dialogó con Martino Gesualdi, acerca de estas experiencias; las orquestas infantiles en el país y su importancia; el proyecto que llevan adelante llamado Cuatro Varas y la visión respecto de los instrumentos de viento, entre otras cosas.

En la velada además estuvieron funkeando los Budajipis, quinteto rosarino compuesto por músicos de amplia trayectoria y estudiosos de la música y el género, que constantemente se mueven en la escena rosarina.

cuatro v

¿Cómo describirías lo que es Cuatro Varas?

— Cuatro Varas es un proyecto de trombones. Uno es un trombón bajo, después tenemos batería, guitarra y percusion; somos un septeto en realidad. Cuando arrancamos era sólo un grupo de cuatro trombones, que era un grupo de estudio, más acústico, con un cajón peruano, y después se fueron agregando músicos y ahora ya hace 12 o 13 años estamos tocando. Fue cambiando la formación y el último disco, “Viento a favor”, ya fue con guitarra eléctrica, batería, percusión y músicos invitados. Hay un tema cantado, otros colores, un saxo, una trompeta, un vibráfono, una flauta, pero empezamos como un grupo de cuatro que estudiaba con un mismo profesor, Carlos Ovejero (primer trombón de la Sinfónica Nacional), año 2001 o 2002, y a partir de allí nos empezamos a juntar entre nosotros en nuestras casas. Fue como una búsqueda todo este tiempo, y lo sigue siendo porque para el próximo disco estamos pensando en invitar otros músicos y agregar instrumentos que hasta ahora no habíamos utilizado. Es una búsqueda constante de gente que toca el trombón y nos encanta hacer esto. Me gusta mucho el audio que se genera cuando hay muchos trombones juntos.

¿La gente aprecia o le suena extraño ver un conjunto de trombones?

— Siempre se generó algo lindo cuando tocamos. Por eso es que hace tantos años que lo seguimos haciendo, sino no existiría más el proyecto. Ya sea para 10 personas o para 100. Somos una banda que hacemos lo que nos gusta. Aunque cada uno tenga otro proyecto y toque en mil bandas, lo hacemos porque nos abocamos a estre proyecto y nos gusta. Nuestro fin no es pegarla con esto, sino divertirnos, y se genera algo interesante. Hoy en día, a diferencia de hace unos años, a la gente también le resulta más común ver instrumentos de viento.

martino¿Notás un crecimiento en la cantidad de jóvenes que se abocan a aprender instrumentos de viento?

— Sí, seguro. Cada vez hay más. Eso está buenísimo. Se fue generando desde lo popular. Yo toco en Dancing Mood, y esa fue una banda por ejemplo que generó mucho eso, de que pibes vean vientos y desde otro lugar, alguien que no escuchaba jazz o rock y lo relacionen por ese lado. Después también está el otro lado, el de las escuelas orquestas, que hay muchas y hay muchos pibes que salen de ahí, empezando de chiquitos. Y yo creo que eso de empezar desde muy pequeño y encariñarse con un instrumento es como que se te mete adentro. Yo empecé desde chico y para mí fue algo natural y normal, siempre me acompaño la música, desde que yo tengo uso de razón.

Vos sos docente también en una orquesta infantil.

— Tres de los cuatro trombones de Cuatro Varas son docentes de orquestas infantiles. Dos de capital y uno estaba en la escuela orquesta de Luján, y a partir de diciembre esa orquesta no funciona mas, por las medidas políticas del gobierno, una cagada.

¿Y cómo definirías la importancia que tienen en la sociedad?

— Es fundamental. Yo creo que para todo lo que tenemos un poco de raciocinio es repetir algo que sabemos. Con el tiempo han ido apareciendo muchas orquestas y se nota en la cantidad de músicos y de pibes que han salido de esos proyectos que son músicos, y lo he visto con alumnos míos en los ocho años que trabajo con esto. Lo veo muy directo. Tiene que seguir estando y que crecer, no sólo por la música, sino por un aspecto como trabajar con los chicos y también con todas las artes, el deporte. Algunos tienen la suerte de que los padres pueden pagarles un profesor o tener tiempo para llevarlo de manera privada, pero la mayoría de los casos, y más en estos proyectos donde trabajamos en sectores más vulnerables y con más carencias, es a donde tenemos que apuntar.

¿Cómo definirías un poco el género de la banda?

— Hemos hecho estilo desde música acústica, más latinoamericana, mucha música brasilera, al segundo disco algo más latino, más mambos, y ahora el tercero ya estamos tocando un poco de funk, reggae, soul, ska, un estilo más por ese lado. No tanto latino. Igual siempre trabajando en los arreglos de los trombones y buscando una sonoridad creo que no es una banda de “tal” estilo. Tratamos de hacer diferentes. Ahora estamos centrados en algo más heterogéneo en lo musical y no tanto como hacíamos antes de saltar de un género al otro, aunque siempre predominando los trombones. Está bueno para los lugares como Distrito Siete, donde esperamos que se arme fiesta.

 

Foto: KVK