Santiago Fraga, cronista de espectáculos de Conclusión, viajó a Olavarría a cubrir la tan esperada «misa», esa comunión única que suele establecer el Indio Solari, y antes Los Redonditos de Ricota, con su público. En su testimonio, relató que el resto de quienes estaban en el estadio no se enteraron lo que estaba ocurriendo hasta finalizado el show, y que el músico paró el recital en varias oportunidades para pedir que saquen a la gente caída y los atiendan.

Fraga señaló, para empezar, el escaso control sobre las entradas, la superpoblación en el predio y el caos en la salida que incluyó dos puertas cerradas, con lo que eso implica.

A poco de comenzar, una estampida provocó la reacción del Indio, quien pidió que prendieran las luces del escenario y comenzó a preguntar «¿Hay alguien desmayado? ¿Qué es lo que está pasando ahí» y exclamó a los gritos: «¡Hay gente en el piso, por favor! A ver, la gente de seguridad».

Según el testimonio de Fraga, si bien el recital siguió adelante,  en varias oportunidades Solari detuvo el show y en un momento determinado amenazó con darlo por terminado. «Si siguen empujando, se termina».

«Cada vez que se reanudaba uno notaba que había un fastidio o incomodidad por parte de los músicos, como que no querían seguir tocando», relató el periodista de este medio que asistió al evento. «Y el Indio remarcaba: `Nos dicen que lo mejor es que continué el show´», agregó.

Por su parte, otro periodista de Conclusión también presente en el predio, Guido Brunet señaló: «En un momento quedo más adelante y veo salir del pogo a cuatro personas, una con un corte en la cara y ensangrentada. Al preguntarle a uno de ellos qué le había pasado, éste respondió: «No vayan para adelante, es la muerte». Y me contó que había gente tirada, aunque también creían que estaban sólo desmayados».

En otro tramo del relato, Fraga manifestó: «El show fue detenido unas tres veces. El Indio decía que había gente desmayada, tirada en el piso, y que había que sacarlos porque los demás los pisaban. Según lo que decían, creían que era gente muy alcoholizada que se había caído ahí durante el pogo y habían quedado inconscientes, pero no más que eso». Y agregó: «Desde el escenario, el Indio llego a hablar de unos 20 en ese estado, y constantemente pedía a Defensa Civil y Bomberos que actúen y saquen a los que estaban caídos».

El cronista de espectáculos de este medio señaló que  mientra esto sucedía, la gente se impacientaba y algunos se la agarraban con el Indio, como diciendo que estaba exagerando y que siguiera tocando».

«En un momento se notó el enojo del Indio que dejó de cantar, ante la mirada atónita de los demás músicos que siguieron tocando. A partir de ahí tanto los que tocaban desde arriba como las reacciones del público abajo eran frías, pero nadie sospechaba algo tan grave».

Poco a poco, sin que la concurrencia supiera aún lo ocurrido, el show se fue normalizando. «En un momento, el Indio, desde el escenario, tiró:`Esta vez muy probablemente sea la última que toquemos. No tengo más ganas de esto. Y no se arregla con un banderazo así que no jodan´. Todo en claro tono de despedida», remarcó Fraga.

En cuanto a la salida, el cronista señalo que fue «caótico». «Las salidas eran exactamente por la punta contraria al escenario (así estaba señalizado en las pantallas). Al llegar ahí nos encontramos con que las puertas estaban valladas, y mucha gente de la gente que no había podido salir por ahí tenía que volver al predio para buscar otra salida, pero se chocaba con la multitud que seguía saliendo sin saber que estaba todo bloqueado».

«Finalmente se generó un agolpamiento importante de gente que pudo haber terminado muy mal, nosotros lo sorteamos, pero alguien con movilidad más reducida la hubiera pasado, y de hecho, la pasaban muy mal», señaló el periodista conmocionado.

«Nosotros terminamos volviendo al escenario tras zafar de la ola de gente, nos acercamos a la torre de sonido y en primer lugar consultamos a la Cruz Roja, que tenían un desconocimiento total sobre lo que pasaba en la salida. Luego nos acercamos con gente de producción debidamente identificada de pechera verde, que también desconocían la catástrofe que se podía armar y, prepotentemente, te recomendaban la salida alternativa: una valla tumbada al costado del escenario», cerró el relato el cronista que insistióe:  «A priori nada hacía creer que algo así podía haber ocurrido. Había habido pogo, saltos, empujones, gente entrando eufórica y gente saliendo sin aire de la parte de adelante, pero todo en sus cabales normales digamos, como siempre había sido y que nunca había pasado nada grave. Todo se enrareció cuando vimos la reacción tan sorprendida y preocupada del Indio, pero aún así sólo creíamos que eran algunos borrachos que habían ido al frente y habían terminado en el piso. Nos enterarnos de todo cuando recién llegamos al auto y por los mensajes preocupados de amigos… fue un momento fuerte. Inesperadísimo. Nos cambió la historia totalmente».

Foto: Twiter diario Uno