Por Nabih Yussef*

La Cancillería argentina se encuentra atravesando un período de ajustes y recortes tras perder la pulseada por el control de las inversiones extranjeras y el comercio internacional. La disputa entre el ministerio de Relaciones Exteriores a cargo de Jorge Faurie y el de Producción, de Francisco Cabrera, ha concluido con la decisión final del presidente Macri de ajustar la estructura organizativa en el Palacio San Martin, sede de Cancillería.

De esta manera, la sede diplomática queda sin influencias en la agenda económica y desaparecen la subsecretaría de Promoción Comercial y Desarrollo de Inversiones cuyas funciones serán desempeñadas por la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional (AAICI), bajo el mando del ministro “pancho” Cabrera, hombre de confianza del presidente Macri.

El recorte incluye la extinción del Centro de Economía Internacional, la subsecretaría de Negociaciones Económicas Internacionales y la subsecretaría de Integración Económica Americana y Mercosur. Lo que dejaría a la Secretaría de Relaciones Económicas Internacionales -el “ala” económica de Cancillería- tan solo limitada a las negociaciones comerciales.

La reforma destruye un tercio de las atribuciones institucionales del ministerio de Relaciones Exteriores y amplia el poder de acción del ministerio de Producción. El desguace de Cancillería tiene antecedentes en la disputa de Susana Malcorra con el ministro Cabrera por la eliminación de la Fundación ExportAr, encargada histórica del “made in Argentina”.

La “Agencia”

La creación de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional en 2016, retoma las labores desempeñadas por la Agencia Nacional de Desarrollo de Inversiones creada 10 años antes por el Decreto 1.693 del presidente Néstor Kirchner en 2006.

La “Andi” -en la jerga diplomática-, había sido la primera agencia de promoción de inversiones de Argentina, que en ese entonces se adaptabaa la tendencia global de las agencias de promoción de IED iniciada por los países de la Ocde. Durante la gestión de CFK en 2010, la Andi es disuelta y su titular Beatriz Nofal es obligada a renunciar. Nofal apuntó a la entonces ministra de Industria y Producción Débora Giorgi, como la causante de su salida, que calificó de “operación política”.

Las atribuciones de la Andi son trasladadas a la subsecretaria de Desarrollo de Inversiones (SUINV) en control de Cancillería, en ese momentocomandado por Héctor Timerman. En sus primeros dos años en Cancillería, los indicadores comerciales y los flujos de IED se mantuvieron en alza hasta 2012, para perder posteriormente vitalidad con los desequilibrios de la economía doméstica.

La inflación, el “cepo” al dólar y la falta de acceso al mercado internacional de capitales, creó un triángulo crítico por el cual la SUINV quedó inmovilizada. Esto cambia con la llegada de Macri y el interés de su gobierno por hacer de la inversión extranjera la palanca de acumulación que mejore los indicadores domésticos.

Detrás de bambalinas

La creación de la AAICI, reavivó la disputa entre ambas dependencias estatales por la dirección de la Agencia. Cancillería impulsaba al abogado Marcelo Elizondo, mientras Cabrera hacía lo propio con el ingeniero Juan Procaccini, nombrado finalmente director.

Tras 18 meses sin resultados y con caídas de los flujos de inversión extranjera directa (IED), Cancillería presionó para desplazar a Procaccini de la dirección de inversiones y comercio, sin embargo, sería el mismo Cabrera el encargado de buscar un reemplazo que reportase directamente a su despacho. El elegido: Juan Pablo Trípodi, hombre fuerte de Techint.

La agencia a cargo de Trípodi deja sin el control de las ferias y misiones internacionales a los diplomáticos de carrera. Frente a este cuadro resuenan las quejas de la Asociación Profesional del Cuerpo Permanente del Servicio Exterior de la Nación (APSEN), que nuclea a los diplomáticos. La institución que denunció las injerencias de La Cámpora en el diseño de la política exterior durante la administración CFK, ya había señalado su preocupacióndurante este gobierno, donde funcionarios de carrera quedaban sin funciones históricas como representantes del país en el exterior.

La pérdida de peso relativo de Cancillería también se evidencia en la incorporación de nuevos funcionarios, que en 2016 sufrió un recorte del 50% de la nómina, ingresando tan solo 25 nuevas incorporaciones frente a 50 en 2015. Si bien se encuentran garantizadas otras 25 para este año, se espera que el número pueda sufrir un nuevo ajuste para 2018 o 2019.

Como se describió anteriormente, la AAICI se encuentra bajo la órbita de Cabrera. Detrás del manejo de la institución se encuentra el manejo de las licitaciones públicas de los stands y pabellones de Argentina para las ferias internacionales en el exterior, donde Cancillería ahora posee baja incidencia.

Según estimaciones de la Agencia, se esperan para 2017 la suma de us$70 mil millones de dólares en inversión extranjera. Un objetivo económico de ciencia ficción, si uno compara las cifras dibujadas por la agencia contra las inversiones concretadas durante el 2016 por menos de us$6 mil millones.

La puja por el manejo del presupuesto y el diseño de las políticas públicas, deteriora la estrategia de atracción de inversiones del gobierno, como también la inserción económica internacional del país, en momentos donde la economía argentina muestra escasas señales de evolución.

 

*Analista internacional y Director del Consejo de Estudios Interdisciplinarios Económicos y Políticos www.CEIEP.org