Desde hace semanas que el planeta entero se encuentra en cuarentena a causa del Covid-19. Esta situación resultó provechosa para los animales, que pudieron acercarse a zonas que normalmente son muy concurridas.

La situación provocó escenas insólitas, pocas veces vistas, en donde los animales se acercaron a espacios que no suelen visitar. Así, se pudo observar una garza en Vicente López, carpinchos en Necochea, lobos marinos por las calles marplatenses, ciervos de los pantanos en las islas del Delta o un pingüino en una esquina de Miramar.

Son espacios que corresponden al hábitat natural de las especies, los cuales muchas veces les son negados por los seres humanos. Sin embargo, el aislamiento permitió que los animales recuperen confianza y se desplacen con más soltura por estos ambientes.

“Como muchas especies animales están circunscritas a los ambientes a donde los humanos las dejan llegar, no salían de ahí. No iban a cruzar una calle con muchos autos. Ahora ven menos riesgos”, explicó Mariano Barros, biólogo del Área de Conservación del Ecoparque porteño.

La reducción de la actividad humana a causa del aislamiento, generó que los animales cambien sus comportamientos. Un ejemplo de esto son los carpinchos. En una situación normal, su actividad transcurre por las noches, ya que es el momento de mayor tranquilidad. Pero al comenzar la cuarentena, empezaron a salir de día, ya que el movimiento era escaso.

Este cambio de hábitos no sólo se da para buscar comida, sino también por mera curiosidad, como el pingüino de Magallanes que se vio en las calles de Miramar, el cual estaba paseando ya que su alimento se encuentra en el mar.

Que los animales estén explorando el ambiente puede leerse como una buena noticia, pero no se debe olvidar que su hábitat sigue en peligro.