Nueve tigres viven una real odisea, que le costó la vida a uno de ellos, tras viajar más de 2.000 kilómetros por tierra y permanecer varados por varios días en pequeñas jaulas en la frontera de Polonia y Bielorrusia.

El periplo de los tigres comenzó en Roma el pasado 22 de octubre, cuando fueron encerrados en jaulas y cajas en las que apenas cabían para ser trasladados por carretera hasta Rusia, donde un circo de ese país había adquirido a los animales para exhibirlos.

El viaje, organizado por una empresa especializada en el traslado de caballos, se detuvo cuatro días después, tras haber recorrido 2.000 kilómetros de carretera, en la frontera entre Polonia y Bielorrusia.

Los agentes aduaneros de este último país denegaron el paso al camión al constatar que el transportista carecía de los permisos veterinarios y legales necesarios y detuvieron al vehículo. Además, constataron que uno de los tigres había muerto.

Según el veterinario que lo examinó, el tigre falleció por un problema intestinal, «probablemente al haber sido incorrectamente alimentado con pollo, lo que bloqueó el tracto digestivo».

Ante esta situación, los zoológicos polacos de Poznan y Breslaviase buscan hacerse cargo de los tigres para evitar que sean trasladados a circos en Rusia, mientras que de concretarse el trámite al menos cinco de los felinos serán trasladados a un centro de asistencia ubicado en la localidad española de Alicante.

Uno de los tigres en una pequeña jaula

Al respecto, las autoridades regionales incautaron a los felinos para que pudieran ser transportados al zoológico de Poznan de inmediato, con la esperanza de mantener vivos a los animales restantes.  Hasta que el traslado se haga efectivo, los tigres fueron trasladados a jaulas más grandes, donde permanecerán con atención profesional.

Sobre el tema, Ewa Zgrabczynska, directora del zoo, dijo que «los tigres están en un estado de agotamiento extremo» y aseguró que «luchan por mantenerlos vivos» pero que «no saben cuánto sobrevivirán».