Desde París hasta Fort Worth, desde Múnich hasta Florida y hasta Shanghái, los museos y galerías trabajan en exposiciones que exploran el movimiento artístico que con ojos desencajados, relojes derretidos o animales con miembros desiguales, nació en 1924 cuando el poeta francés André Breton publicó su mítico tratado criticando el gesto realista y la racionalidad.

Breton, quien llamaba abrazar la «omnipotencia de los sueños» y a explorar lo inconsciente y todo lo «maravilloso» de la vida, sostenía que sólo el arte que pudiera trascender lo racional podría liberar a la humanidad. «La simpleza de palabra ‘libertad’… es la única palabra que todavía me emociona», escribió en su «Manifiesto surrealista».

Y aunque el círculo de Breton estaba principalmente en París, el impacto del surrealismo se extendió internacionalmente: de Chirico era italiano, Dalí y Miró eran españoles, Magritte era belga, Leonor Carrington era británica y Frida Kahlo era mexicana.

A medio camino entre concepción literaria y movimiento artístico, el surrealismo revolucionó casi todas las formas de producción cultural. Por eso, un siglo después, los principales responsables de los museos y las galerías del mundo se preguntan sobre el impacto que tuvo la corriente para repensar muestras que celebran sus cien años: ¿Qué nos sigue ofreciendo? ¿Tiene algo que decir sobre la vida contemporánea? ¿Qué implica hoy «Transformar el mundo, cambiar la vida»?

El Centro Pompidou de París, que tiene una de las colecciones más extensas de arte surrealista francés en el mundo, organizó la exposición más imponente: se trata de una muestra itinerante que se inauguró en Bruselas el 21 de febrero y que se trasladará a París el 4 de septiembre para ir luego a Hamburgo y Madrid, y finalizar en el Museo de Arte de Filadelfia recién en 2026.

La muestra contará con más 30 obras de Salvador Dalí, Giorgio de Chirico, Max Ernst y Man Ray, y en cada «parada», las instituciones exhibirán un enfoque diferente del material.

La primera iteración, «¡Imagina! 100 años de surrealismo internacional», en los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica que durará hasta el 21 de julio, relaciona el surrealismo con el simbolismo, un movimiento precursor del siglo XIX con una mirada cuestionada sobre el realismo.

Mientras los surrealistas dejaban huella en el corazón de Europa, el poeta belga Paul Nougé también publicó sus propios tratados llamados “Correspondencia”, que se exhiben en una exposición en Bruselas en el centro de arte Bozar. Muchos lo consideran la mejor representación autóctona del movimiento e incluso advierten que fue fundamental para que René Magritte pasara de la abstracción al surrealismo.

Los curadores han encontrado lecturas muy contemporáneas de la obra de estos artistas al cumplirse el primer centenario. Por ejemplo en la objeción de los surrealistas al colonialismo y el racismo franceses, no son pocos los que encuentran argumentos similares a las discusiones actuales sobre la igualdad racial y la justicia social.

Elsa Schiaparelli desde el mundo de la moda fue una de las mujeres más destacadas de este movimiento, sin embargo, muchas otras fueron ignoradas por la visión patriarcal y machista del arte. La última colección de Schiaparelli buscó homenajearla y gracias a la interpretación del diseñador Daniel Roseberry le imprimió a la colección un toque surrealista con corbatas que, en verdad, son largas trenzas de pelo.

En Alemania, la presencia del surrealismo también marcará el pulso de las salas. En Berlín, la exposición que se dedicará a la fotografía y Max Ernst, uno de los artistas más importantes del dadaísmo y el surrealismo. «Max Ernst und die Fotografie» podrá visitarse desde el 18 octubre de 2024 al 27 abril de 2025.

Por último, en España, la Fundación Canal presentará una exposición gratuita que desvela la influencia que las máquinas imprimieron sobre el movimiento dadá y el surrealismo, hasta ahora poco explorada. Otra de las exposiciones más relevantes es la de Chagall: «Un grito de libertad» en la Fundación Mapfre será una muestra individual que recorre la obra de un artista que fusiona el surrealismo, el cubismo y el expresionismo ruso.