Por Alejo Audissio

El clásico de Sudamérica se mudó al voleibol y cumplió las expectativas con creces. El país se quedó en vilo durante la madrugada. Desde la 1.30, hasta las 4, pendientes de Argentina que, esta vez, pudo y se subió al podio de la mano de un Facundo Conte imperial, Luciano De Cecco siendo diferente y Agustín Loser poniendo “las manos de todos los pibes arriba” en el momento indicado. Un guiño con la historia.

“No lo puedo creer, hicimos historia”. Todo se resume en esta frase de El Heredero, Facundo Conte. Partidazo, de dos horas y diecisiete minutos, entre Argentina y Brasil, para definir la medalla de bronce. Fue 3-2, con parciales 25-23, 20-25, 20-25, 25-17 y 15-13. Madrugada histórica, como hace 33 años, en Asia, allá lejos y a horario a contramano, ganaron el clásico en el quinto.

El primer set lo ganó Argentina. Sacó una diferencia importante mediando la manga y fueron punto a punto, defendiendo la diferencia. Desde ese momento (y hasta el final del juego) el elenco de Marcelo Méndez sufrió claramente la falta de solidez en el servicio, muchos errores que le dieron vida a Brasil. No obstante, lo pudo cerrar para empezar a soñar con que se podía ganar. 1-0.

La Verdeamarela es la Selección número uno del ranking mundial de voleibol. Se tenía que despertar y así lo hizo. Encadenó dos sets que demostró su superioridad en el bloqueo, atacando y dejándole pocas opciones a Argentina. Lo dominó y demostró por qué es el mejor equipo del planeta. Douglas, Lucarelli y Wallace fueron los tres más destacados y máximos anotadores de su selección en ese lapso.

Ya con el 2-1 a cuestas, la historia parecía contada y que Brasil se encaminaba directamente a la medalla, pero, siempre, el corazón y el talento pueden dar un poco más cuando las papas queman. De la mano del mendocino Loser, bloqueando y atacando, Argentina sacó una luz de 7 que fue irrecuperable para su rival. En 29’, la paridad se hizo real. Y el espíritu triunfal estaba dividido.

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El último baile, fue en el tie break, a 15 puntos. Desde el inicio, Argentina fue dominante, arriba en el score, con diferencias de 3 puntos hasta los 10. Ahí fueron palo y palo, hasta el final. Renan, el entrenador de Brasil, metió mano en el momento justo, para cambiar el trámite y lo consiguió, Isaac ingresó para sacar, que hacía de 4tos no jugaba, como para tomar un ejemplo. Al 13-13 llegaron en tablas, y ahí fue donde la selección estuvo más fina. Se puso 14-13 y, en la última, el bloqueo de Loser hizo explotar a un país que se quedó en vela, viendo el partido. Una sola explosión de alegría, tan necesaria en estos tiempos difíciles.

Facundo Conte fue la figura celeste y blanca, con 21 puntos y siendo el líder de la generación. Luciano De Cecco volvió a su nivel y Agustín Loser apareció, como todos, en el momento más candente para reavivar el fuego de la ilusión. Los de Méndez, por todo lo que lucharon y pelearon, a 78 días de su partida del país, vuelven con una medalla contra todos los pronósticos que, no solo lo daban fuera del podio, sino eliminado en la fase de grupos. Se repusieron a todo lo que tuvieron adelante. Como en Seúl 1988, Argentina es bronce en voleibol, con varios guiños del destino: un Conte siendo figura, en Asia, 3-2 y contra Brasil. La revancha del 2016 y de la fase de grupos. Un combo perfecto que tuvo final feliz.