Por Fabrizio Turturici

Central mostró la chapa de su camiseta y el sello de su goleador para quedarse con el clásico de la ciudad, ya que tuvo actitud y buen juego para justificar el 3 a 0 contra Newell’s en el Gigante de Arroyito, donde el capitán Marco Ruben enseñó el camino hacia la victoria.

La primera lectura que puede hacerse del contundente triunfo auriazul es clara y se da porque fue el único que se animó a jugarlo e ir a buscar el resultado, sin especular con un posible empate como sí hicieron los de Burgos, a los que el punto no los hubiera dejado mal parados.

Partiendo de esta diferencia fundamental, el Kily dispuso de una formación ambiciosa ya que el único apto para la tarea del quite en el mediocampo era Ojeda, mientras su rival armó -o al menos esa fue la idea- una estructura más defensiva que no le dio resultados.

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Aunque el arranque del encuentro fue parejo, después de la apertura del marcador a los quince minutos con una buena maniobra en velocidad por las bandas, definida por el inoxidable goleador Marco Ruben, el local empezó a justificar su superioridad en todas las líneas.

Es que Central se dio cuenta que podía lastimar a Newell’s mediante su trabajo por los extremos y la movilidad de sus delanteros: si bien la zona media no tuvo gran incidencia, un pase bastaba para desbaratar la línea de cinco y encarar con muchos espacios de cara al arco rival.

Las pocas inquietudes en el ámbito defensivo estuvieron marcadas por algunos pelotazos a espaldas de los zagueros o laterales, pero dicha problemática estuvo bien controlada por el arquero Broun y sus rápidas salidas que achicaron los tiempos de definición.

No obstante, la salida de Pablo Pérez en el vestuario del entretiempo descomprimió esa situación, ya que era el único capaz de meter la daga con precisión, y así el visitante dejó de amenazar al local, que amplió su triunfo gracias a un taco de Nicolás Ferreyra a los 15 minutos.

Ya con todas a su favor, los dirigidos por el Kily empezaron a manejar el desarrollo a gusto y piacere, moviendo el balón en el fondo y acelerando en los momentos justos con un juego directo y efectivo, como lo demostró en el tercer tanto el ingresado Luca Martínez Dupuy.

Con esta nueva alegría tras la última de Copa Sudamericana ante San Lorenzo, donde no solo consiguió los tres puntos sino convincentes rendimientos, el Kily González empieza a enderezar un bote que venía con agujeros y a encontrarse con lo mejor de su ciclo como DT.

Ahora su equipo está preparado para soñar con una clasificación agónica a los cuartos de final, aunque la Zona A del presente torneo esté al rojo vivo, pero el envión anímico y futbolístico será difícil de parar en la última fecha contra Platense en condición de visitante.