Por Fabrizio Turturici

La tan ansiada y necesaria goleada de Central contra Arsenal, por 4 a 0 en el Gigante de Arroyito, dejó una certeza y es que el delantero Lucas Gamba es una pieza irremplazable para el mejor funcionamiento del equipo del Kily González, más allá de sus tres goles que le permitieron, junto al de Marco Ruben, salir del fondo de la tabla.

La movilidad que ofrece Gamba por todo el frente de ataque, no solo a la hora de presionar la salida rival sino de mostrarse como opción de pase, desbordar por afuera y hasta llegar al área con peligro, representa un abanico de posibilidades que hoy en día no puede darle ningún otro jugador, y eso se notó durante su ausencia por lesión.

En cuanto al cotejo en particular, se dio un comienzo donde ambos marcaban mal en el retroceso y daban ventajas a espalda de los mediocampistas, pero el local -a diferencia de la visita- estuvo fino a la hora de la definición y sacó una rápida ventaja que con el correr de los minutos se fue agrandando hasta volverse irreversible.

Si la primera mitad estuvo caracterizada por el aprovechamiento de las falencias rivales, la segunda estuvo signada por la merma en el ritmo del juego. Ya sin la responsabilidad de seguir atacando, el Canalla aprovechó los cambios para dejar correr los minutos, sea con la pelota a favor o sin ella, ya que de todas formas no era lastimado.

En líneas generales, Central tuvo un partido inmejorable para volver a tomar confianza y afianzar su idea, pero sigue teniendo un debe y es lograr un mayor equilibrio. Es que siempre da la sensación de que puede ganar o perder, pero difícilmente empatar, de hecho solo lo hizo una vez en ocho partidos, durante el clásico rosarino.