Por Pablo Martínez

En el fútbol nadie se hace cargo, es una costumbre, es la regla número uno de los técnicos y dirigentes, y en alguna medida de los jugadores. Los últimos días de Central, son un caso testigo del paradigma, que desnuda las falencias deportivas del club de Arroyito.  La preocupación del hincha Canalla se transformó rápidamente en enojo, ante la complicada situación futbolística que genera incertidumbre para el próximo torneo, con el tema de los promedios del descenso.

Las decisiones dirigenciales fueron equivocadas en los últimos dos años y medio. Tras el buen arranque de Coudet, se empezaron a desmoronar los proyectos deportivos que incluían las divisiones inferiores, donde Gustavo Grossi tuvo un trabajo convincente en el ordenamiento de la estructura, acaso un tema menor, porque en lo importante: la formación de los futbolistas, hizo muy poco.

Esta vez, el resultado fue más importante que el objetivo primordial: aportarle jugadores de calidad a la primera división. La ilusión que generaron los juveniles de la Reserva de Leo Fernández, como en otras épocas de la cantera auriazul, se esfumó rápidamente, porque a los pibes no los respaldaron y el DT cedió ante los hombres de mayor experiencia.

La grave situación futbolística se evidencia en que menos de un año, desfilaron cinco técnicos, desde Leo Fernández, pasando por Chamot, Bauza, Ferrari y ahora, Diego Cocca. A excepción del Patón, que consiguió un título sin brillo después de 23 años pero que el hincha se lo reconoce, ninguno de los entrenadores dejaron algo positivo.

Pero Bauza no fue solución, porque su paupérrimo estilo de juego, aceleró la caída del equipo en la zona del miedo; acaso su salida fue una de los pocas determinaciones acertadas de la CD.

Ferrari fue más de lo mismo, no consiguió ese deseado golpe de efecto, que significaba una victoria para levantar desde lo anímico, que nunca llegó y encima, fue protagonista del papelón futbolístico ante Sol de Mayo por Copa Argentina. La apuesta fuerte y el respaldo al Loncho que le dio el presidente Di Pollina, fue desacertado para un entrenador con cero experiencia.

Y no nos olvidemos de Mauro Cetto, el ex director deportivo, que trajo jugadores que no le rindieron al club, y que para aseverar el dilema de no hacerse cargo de los errores, dijo que en Central no había gente que estuviera capacitada, como si su estadía en Arroyito haya sido iluminada.

En medio de todo, la ausencia de los jugadores, que a excepción de dos o tres, van de a aplazo en aplazo, cada partido. Ya son 14, los cotejos en donde el elenco auriazul no consigue una alegría.

Sin triunfos en el 2019, con bajos rendimientos en las incorporaciones, con poco para rescatar en juveniles, y una comisión dividida, Central afronta un contexto difícil, con un horizonte poco claro.

Tal vez, Diego Cocca pueda cambiar el rumbo futbolístico de la primera división, pero la raíz del problema será responsabilidad de la dirigencia, que tendrá que rever las malas decisiones y volver a replantearse la idea matriz de las inferiores, para el futuro, porque hoy por hoy, a los chicos que puedan surgir, el contexto los va a perjudicar y mucho. Y con respecto al tema refuerzos, tendrá muy poco margen de error y dependerá de una complicada situación económica.

Las cosas raras que tiene el fútbol, una comisión directiva convalidada por el voto del socio Canalla hace algunos meses atrás, que ganó un título después de muchos años, hoy está siendo cuestionada por los mismos que le dieron su respaldo. Justamente eso sea lo único positivo de este mal momento del Canalla, que el hincha deje el folclore de lado para asumir la responsabilidad que le corresponde, exigirle más a los encargados del fútbol y dejar de lado el fanatismo sin sentido, que poco le aporta al contexto.

Sería saludable para el club, que la CD diera su versión de los hechos y emitiera una autocrítica convincente, para recomponer la relación con el socio.