Newell’s Old Boys tuvo un cierre de primer «semestre» acorde a lo que fue su desempeño en el certamen nacional inicial, en lo que va de temporada hasta el momento. La imagen final en Florencio Varela reflejó lo expresado por el equipo en la mayor parte de la Copa de la Liga, en la que había arrancado con todas las ilusiones producto de muy buenas presentaciones al comienzo, pero la involución en el juego, y consecuentemente en los resultados, terminó evidenciando un semblante muy distinto a como empezó todo.

Muy lejos quedaron las cuatro victorias al hilo que el conjunto rojinegro había conseguido, con gran forma, al inicio del certamen. Una serie de sucesos, entre errores internos y externos, provocaron que el rendimiento, el principal aliado al principio, defeccionara a partir de ese momento, esbozando un cambio radical, generando que se pronunciara un bajón colectivo que nunca pudo dejar atrás.

Con esa tendencia, el equipo de Mauricio Larriera salió a jugar en Florencio Varela, todavía con una mínima esperanza de acceder a la próxima instancia del torneo, aunque dependiendo tanto de lo que hiciera como de la ayuda de otros marcadores. Sin embargo, en ningún momento sus dirigidos parecieron entender la importancia de lo que había en disputa, todo lo contrario, lo exhibido significó una continuidad de los nubarrones de inconsistencia.

A pesar de un inicio con ritmo y decisión, rápidamente el Halcón tomó las riendas del partido y empezó a imponer las condiciones, mostrando superioridad en cada sector del campo. Más de lo mismo para Newell’s, que de a ratos no pudo combinar siquiera tres pases seguidos, el balón le duraba poco y cuando lo tenía, le costaba horrores llevar a cabo una idea que lo llevara hacia puerto seguro.

El principal eje de fútbol leproso, Ever Banega, intentó encontrar socios, pero jamás los tuvo. Demás está decir que el 10 está mostrando una versión muy inferior a la que arrancó el 2024, más leído por los contricantes y con menor influencia en 3/4, quedando el ‘Colo’ Ramírez bastante solo y poco abastecido, ya que ‘Panchito’ González viene de mal en peor, mientras que el resto estuvo abocado a otra función. La apuesta de Armando Méndez como volante derecho resultó improductiva.

El local dispuso de varias situaciones pero no pudo convertir en la primera mitad, producto de atajadas de Ramiro Macagno y falta de justeza, ante un 0 a 0 que le quedaba corto al trámite. Newell’s cerró la primera etapa casi sin situaciones de gol, al margen de un cabezazo de Julián Fernández que contuvo el arquero Fiermarín, en una ocasión clara. Muy pobre para alguien que tenía que salir a buscar el triunfo.

En el complemento, a partir de las necesidades de ambos, el encuentro se volvió más de ida y vuelta, sin mediocampo. De todas formas, era el Halcón el que siempre daba la sensación de estar más cerca de romper la paridad. Newell’s tuvo más espacios, pero resolvió mal, una constante de este ciclo y otros anteriores. Sin dudas, un déficit al que esta gestión tampoco pudo encontrarle solución, más allá de haber probado varios nombres.

A pesar de ello, Newell’s casi llega al gol con un derechazo violento de Fernández Cedrés que se estrelló en el palo. Un minuto después, en un córner, Ramos Mingo, sin marca y en soledad, estableciera la apertura del marcador para el equipo de Varela con un certero cabezazo de pique al suelo. Todos los miraron, nadie ni lo molestó al menos para que cabecerara incómodo. Toda una señal del grado de desconexión que hay en el Parque Independencia hace tiempo. Buscar la heroíca y esperar una mano de afuera, lo único que quedaba.

Ingresaron Brian Aguirre, Giovani Chiaverano, Esteban Fernández y Guillermo May para tratar de cambiar la ecuación, pero no lo consiguieron. La Lepra trató de buscar por arriba y abajo, pero recien pudo volver a llegar a partir de errores en defensa del adversario, como una media vuelta de Ramírez, la única ocasión que tuvo, que fue bien atorada por Fiermarín. También se expuso a contragolpes de los de Julio Vaccari, que decidieron mal en los metros finales, no liquidaron la historia y dejaron al Rojinegro con vida.

Solo aferrándose a poder conseguir la igualdad para evitar irse derrotado, el local resisitió los intentos leprosos hasta el final, que se repitió en centros en los últimos minutos. No hubo tiempo para más, otra floja presentación, una más de varias en esta competencia. La Lepra resignada ante una mínima posibilidad que nunca estuvo cerca de aprovechar, por impericia propia y también por malas noticias en otras canchas.

Ahora será momento de un análisis profundo por parte de todas las partes involucradas (comisión directiva, cuerpo técnico y jugadores), reflexión y autocrítica, repasando que se hizo de forma incorrecta, buscar los «por que» de este presente. Buscar culpables afuera es insuficiente. Cada uno deberá hacerse responsable de su parte. Hubo momentos claves en los que este plantel no se pudo reponer, ni desde lo futbolístico ni, mucho menos, desde lo anímico. Rectificar el rumbo, tarea obligatoria.

Newell’s bajó la persiana de una primera parte de competencia en la que se vio imposibilitado de conseguir los objetivos que se había planteado al comenzar el 2024. Como «aliciente» solo se puede rescatar que sigue en Copa Argentina, la única meta fijada en la que todavía se mantiene en pie. Para todo lo demás, la definición que le cabe, mínimamente, es malo. Cada leproso le pondrá el rótulo que corresponda.