Como la mismísima pelota de tenis, el partido iba y venía. Para allá y para acá. Fue para uno, luego estaba para el otro, y finalmente se lo terminó llevando Argentina por 6-3, 6-3, 4-6, 2-6 y 7-6 (6). Una victoria necesitada como el agua, porque tanto Berlocq como Mayer miraban de reojo el cartel que decía que Italia estaba arriba 2 a 0, y no eran ajenos a la presión que acompañó al equipo argentino durante las casi cuatro horas que duró el partido.

Antes de que Leo Mayer y Charly Berlocq saltaran a la cancha del Parque Sarmiento, el panorama era desalentador. Ya con la victoria consumada, el mapa no cambia, pero hay otra perspectiva: los obstáculos siguen ahí, pero ya se evitó uno muy complicado: sortear un dobles con la presión de poder pasar de ser campeón a jugar un repechaje en sólo tres partidos.

Los dos sets de ventaja para Argentina en el comienzo pintaban una tarde calma. Al menos desde el tanteador. Se tuvo que trabajar y mucho para doblegar al equipo italiano, que contaba nada menos que con la presencia de un Fabio Fognini que fue de menor a mayor, pero que en los primeros parciales lució errático y fastidioso, y con un buen aporte de Simone Bolelli.

La confianza y la tenacidad, que ayer no abundaron, dijeron presentes. Argentina se aferró a su servicio, al que por momento los italianos le encontraron la vuelta, y le supo arrancar un quiebre a Fognini para ponerse 5-3 en el primer parcial y llevarse el set en el siguiente juego.

Durante el segundo, los roles ya estaban definidos: era Argentina quien intentaba manejar las acciones, con un Berlocq aprovechando su potencia y dinamitando pelotas con su revés a una mano. En tanto, Mayer levantó el nivel cuando subió a la red y aportó de gran manera con su servicio. Fue 6-3 para los de Orasnic, que se encaminaban hacia la obtención del punto que todavía los dejaba con vida.

El drama no tardó en invadir el Parque Sarmiento. Tanto Leo como Charly mermaron en su rendimiento y los errores comenzaron a aparecer. Con ese panorama en el lado argentino, la imagen de la visita comenzó a ganar peso en la nublada tarde de Buenos Aires. Las cosas quedaron iguales: Italia se llevó el tercer y el cuarto set por 6-4 y 6-2, respectivamente.

Fognini entró en confianza. Lo logró. Discutió con la tribuna argentina, y con el partido caliente, metió dos o tres pelotas seguidas que agigantaron su figura en el polvo de ladrillo del Parque Sarmiento. Lógicamente, con la levantada de él, Bolelli se convirtió en un gran acompañante y juntos derribaron todo lo que había construido la dupla local.

Todo iba a tener su final en el quinto set. Era continuar con respirador artificial (por lo menos por unas horas más), o morir en el intento e ir a calzarse las botas para jugar por el repechaje. El comienzo fue esperanzador: Argentina quebró de arranque y tanto Berlocq como Mayer se llenaban de gritos de aliento para con el otro.

La chance estaba y había que aprovecharla. Pero duró poco. Enseguida, Italia devolvió gentilezas y se quedó con el servicio de Charly Berlocq en el tercer game. A partir de ese emparejamiento, todo fue paridad hasta el final.

Argentina tuvo match point con el saque italiano antes de llegar al tie-break, pero no pudo cerrarlo. La cosa estaba repartida en seis games por lado y la dupla local, no sin antes despilfarrar cuatro puntos para partido, sacó a relucir lo mejor de sí para cerrar un partido increíble. Fue 8-6 en la definición, para hacer delirar al Parque Sarmiento y continuar con vida en una serie que arrancó complicada, pero que puede darse vuelta.