Un hito pocas veces –o nunca- visto en el boxeo nacional: el rosarino Luis Arizaga consiguió la licencia para combatir profesionalmente a sus 36 años. Cuando todos los pugilistas de esa edad se retiran, él comienza a forjar una carrera que lo ilusiona.

En una historia de vida a base de sacrificio, Luis sale de la fábrica de la que es operario durante nueve horas a medianoche y se va a correr hasta las dos de la mañana. Luego se levanta y vuelve a entrenar hasta el mediodía. “Estoy en plenitud física”, exclama.

“Estoy feliz porque por ahora soy el primer y único boxeador en conseguir la licencia a mi edad”, expresa Arizaga en diálogo con Conclusión, en el gimnasio de Empleados de Comercio de Rosario donde entrena desde hace dos años.

El jueves pasado, Arizaga recibió un llamado que le cambiaría para siempre la vida: “Tengo que tomar conciencia de lo que hice, porque a esta edad los deportistas comienzan a retirarse. Yo estoy empezando y es todo un logro. Veremos hasta dónde llegamos”.

—Es un logro pero también un desafío, ¿cierto?

—Absolutamente. Es un desafío que debo afrontar con mucho compromiso. Pero bueno, es un fruto de todo el sacrificio que vengo haciendo desde hace años. No solamente me dedico al boxeo sino que también trabajo.

—¿Cuál es ese trabajo?

—Trabajo como operario de una empresa de comestibles, lo que me lleva nueve horas. Es un empleo arduo y que me deja poco tiempo para pensar en el boxeo, pero aprovecho mis ratos libres y entreno todo lo que puedo para alcanzar esto.

—¿Cómo te sentís físicamente?

—Me siento bien, creo que siempre tuve un estado físico privilegiado. Trabajo nueve horas, salgo de trabajar a las doce de la noche y corro hasta las dos de la mañana. Al otro día, me levanto temprano y entreno hasta el mediodía. Me siento en plenitud física.

—¿Cuál es tu estilo boxístico?

—Ahora tengo un nuevo estilo que me lo dio Marcelo Botta, mi entrenador. Antes era muy guerrero, me dicen “toro” porque siempre iba al frente y porque me gusta que me peguen.  Ahora cambiamos eso; sigo yendo para adelante, pero intento de que no me peguen y busco golpear fuerte. Mi estilo cambió para bien desde que estoy en Empleados de Comercio.

—¿Ya tenes alguna pelea en vista?

—El 8 de abril hago mi última pelea como aficionado y luego veremos cuál es mi primer reto del profesionalismo. Lo primero que venga lo voy a agarrar con entusiasmo.

—¿Qué representa para vos la ciudad de Rosario?

—Representa mucho esta ciudad para mí. También este gimnasio: comparto tiempo y entrenamiento con grandes boxeadores y con mucho futuro, como Piero Carloni, la Leona Bustos y otros.  Intento ser alguien y con mucho sacrificio lo voy a conseguir.

—¿Estás preparado para dar el salto hacia el profesionalismo?

—Ya hace un año que estoy preparado psicológica, física y mentalmente para ser profesional. Tengo muchas ganas de debutar y poder demostrarle a la gente que no creía que yo iba a estar ahí, con 36 años. Eso también fue algo que me ayudó mucho a poder tapar bocas sanamente. Para demostrarles que con 30 años se pueden hacer muchas cosas.

—El hecho de no bajar los brazos es un ejemplo no sólo para el boxeo sino para la vida…

—Seguro. Hay mucha gente que realmente te quiere ver triunfar y otros que no. Hay mucha gente que siempre te va a estar diciendo que no lo hagas porque no vas a poder, porque tal vez ellos lo intentaron y no pudieron. Hoy yo a mis 36 años les digo a todos aquellos que sí se puede, que basta con proponérselo para lograrlo.