Por Fabrizio Turturici

El seleccionado argentino no está atravesando un buen momento futbolístico, ya que clasificó a duras penas al Mundial 2018, luego de unas pobres eliminatorias; así como no era para animarse con la victoria ante Rusia, tampoco es trágica la derrota con Nigeria.

Lo cierto es que este martes el conjunto de Jorge Sampaoli sufrió una dura caída y, con ella, un baño de realidad. El arquero, la línea de tres y los laterales volantes no estuvieron a la altura y fueron vulnerados en cada avance africano, que terminó ganando por 4-2.

Argentina es un equipo que se lanza al ataque y queda descompensado cuando tiene que retroceder. Por lo general, la presión alta no surte efecto y cuando el contrincante supera la la frontera del mediocampo, encara con amplios espacios el arco albiceleste.

En materia ofensiva, se hace complicado analizar un partido si está ausente su arma principal, que es el capitán Lionel Messi. No obstante, faltaron variantes para romper esquemas; la tenencia nunca se transforma en sorpresa y cae en la intrascendencia.

La messidependencia está haciendo de este plantel un equipo mediocre, donde nunca puede funcionar como conjunto sino exclusivamente mediante individualidades. Esta problemática se arrastra desde hace tiempo, aunque se pudo disimular mejor en épocas de Alejandro Sabella.

Tiene jugadores de sobrada calidad para conseguir el triunfo con un destello de magia, pero eso no viene funcionando y el tiempo debería ser el mejor maestro. Sampaoli tiene el desafío de cambiar la fórmula para no encontrarse con otra decepción en el Mundial de Rusia.

Y aquí surgen varios interrogantes: ¿ahora probó con línea de tres porque el rival -supuestamente- era débil, o tiene pensado hacerlo contra los poderosos del mundo? ¿Cómo encajar las piezas de ataque para que funcionen como un sistema de relojería?

El quid de la cuestión sigue siendo lograr que la selección argentina deje de ser un conglomerado de buenos jugadores para convertirse en un buen equipo. Todavía no se vislumbran síntomas de mejora, y el Mundial -aunque no parezca- está a la vuelta de la esquina…