Por Santiago A. Fraga

En un día de suma emoción, que llega tras una semana de gran sufrimiento, la única sonrisa al hincha de Newell’s se la sacó Lionel Messi con un gesto emblemático. Poco demostraron los jugadores que hoy están en el cuadro rojinegro para estar a la altura de lo que el partido exigía y de la alegría que su hinchada necesitaba.

La Lepra llegaba a este partido con la obligación de sumar tres puntos para seguir con chances de clasificar a la siguiente fase del improvisado torneo argentino, pero lejos de demostrar un cambio respecto a los errores cometidos frente a Talleres, el cuadro rosarino no hizo más que seguir profundizando el mal nivel.

Para abordar el desempeño de Newell’s en estos partidos, hay que reparar en dos grandes realidades. Por un lado, Frank Kudelka padece de forma notoria un plantel sumamente desequilibrado, que ya desde el minuto cero te da la certeza de que no hay cambio posible en el banco de suplentes que sea capaz de mejorar el rendimiento de los once que salen inicialmente a la cancha, o aunque sea plantear otra forma de juego en caso de ser necesario.

A esto, se le suma el contexto de pandemia que afecta, por un lado, a que los jugadores tengan un estado físico mucho más delicado -lo que en la Lepra se agrava por el hecho de depender tanto de sus referentes-, y por el otro a que de imprevisto puedas perder futbolistas por estar aislados o contagiados, lo que en un torneo planteado de la forma en la que se planteó este termina resultando determinante.

Sin embargo, hoy el DT dispuso en nombres del mejor equipo titular que tiene disponible, y aún así el rendimiento de los futbolistas y el funcionamiento colectivo fue lamentable.

Resulta preocupante lo lejos que Newell’s parece estar de una idea de juego. Los constantes centros (inexplicables teniendo un 9 que mide 1,70m, que reemplazó a uno que mide 1,76m y terminaron siempre en las manos de un arquero que mide 1,93m), por ejemplo, parecen más ser síntomas de desesperación o desconcierto que algo premeditado.

Por si fuera poco, si en algunos tramos del partido el equipo lograba acomodarse en ataque, el flojísimo rendimiento defensivo se encargaba de opacar todo de manera definitiva. Nuevamente, errores individuales infantiles insólitos terminaron costando caro al rojinegro, que quedó al final del primer tiempo con un 2 a 0 abajo, sin una de sus figuras y con un jugador menos expulsado de la forma más tonta.

Por momentos, la Lepra da muestras de que esta forma de juego no es la que le va a dar resultados, pero al mismo tiempo deja la sensación de que no hay otra forma posible para plantearse.

Con ello, otro punto a reprochar, aunque este aspecto corresponda más a una cuestión de criterio del DT y tenga que ver también con un punto mencionado anteriormente, es la considerable demora que se toma el entrenador para realizar cambios que parecen ‘cantados’ y lo mucho que queda desordenado el equipo luego de las variantes, siendo esto es algo que la Lepra sufrió en cada partido del campeonato (especialmente hoy y ante Talleres) y a lo que parece no encontrarle solución.

Y aún así, más allá de todo, lo más alarmante de esta tarde fue el desgano demostrado por momentos por algunos protagonistas en la cancha. En un partido que se daba sumamente adverso, lejos de aparecer el ímpetu y la rebeldía varios futbolistas cayeron en una apatía severa, dejando ver a un cuadro que parecía resignado a poder conseguir un buen resultado. Esto tiene que ser un aspecto a trabajar con urgencia, de igual manera que encontrar la forma de recuperar el rendimiento de varios jugadores que muestran versiones muy lejanas a las de comienzo de año.

Lo que queda en el horizonte cercano no da señales de ser prometedor para la Lepra, ya que si bien no enfrentará a rivales tan difíciles como los de este grupo, resulta más probable que siga padeciendo las falencias propias. Revertirlas será fundamental para poder pensar con claridad en lo que serán los compromisos del año que viene y, fundamentalmente, en lo que será el armado del plantel. Es en este último aspecto en donde el rojinegro se jugará las aspiraciones de cara a la Copa Sudamericana, la competencia local y la Copa Argentina.

Ahora, eliminado de la zona Campeonato, Newell’s terminará el grupo jugando ante Lanús y allí pasará a disputar la zona Complementación. ¿Qué es esto? Serán dos grupos de seis equipos compuestos por todos aquellos que quedaron eliminados en esta primera fase. Los ganadores de cada uno de estos grupos jugarán otra final, cuyo ganador luego jugará otra final contra el perdedor de la final de la zona Campeonato para definir una clasificación a la Copa Sudamericana 2022.

En resumen, un torneo insólito y nefasto a la altura de una dirigencia futbolística insólita y nefasta, como la que viene manejando al fútbol argentino y sus competencias desde hace ya muchos años. Lamentablemente, que esta sucesión de papelones llamada “Copa” reciba el nombre de “Diego Armando Maradona” termina siendo más una falta de respeto que un homenaje a la persona que más alegrías le dio al fútbol y al pueblo argentino.

Cuando murió Julio Humberto Grondona, la AFA suspendió la fecha de aquel torneo de 2014 y decretó una semana de duelo. Hoy, con la muerte de la persona más importante del deporte en toda su historia, tanto AFA como LPF decidieron no solamente que se siga disputando la competencia con total normalidad, sino que hasta tenga que jugar Gimnasia y Esgrima La Plata, equipo que perdió a su técnico tres días atrás y cuyos jugadores aún cargaban con el dolor tras haber asistido a su funeral dos días antes.

No hace falta recordar la cantidad de veces que Boca y River, por ejemplo, han suspendido partidos por razones mucho más banales, pero es algo a tener en cuenta para cuando ciertos dirigentes quieran hacer referencias a “cuidar el producto” o vendan la ilusión de que algo cambió en el fútbol argentino. Los mismos que no cuidaron a Maradona y lo expusieron en su propio cumpleaños, arrastrándolo por una cancha para que pudiera lucir un buzo de YPF y se sacara las fotos protocolares con los funestos protocolares.