Por Santiago Fraga

Sí, lo pudo ganar; pero más lo pudo perder. Por cómo se veía todo en la previa y por lo que fue el desarrollo del encuentro, el empate termina siendo positivo para un Newell’s que logró guardar el cero en su arco ante un flojo Boca que levantó recién sobre el final con el ingreso de Edwin Cardona (inexplicablemente en el banco de suplentes).

Sin dudas, más allá de lo analizable puntualmente de estos 90 minutos, las conclusiones servirán más para pensar en el equipo que se viene y especialmente en el armado del plantel de cara a la próxima temporada, desde lo referido al mercado de pases y a las continuidades de futbolistas hasta el rumbo de la dirección técnica.

En el juego, ambos equipos comenzaron midiéndose durante gran parte del primer tiempo, con Newell’s concediéndole a Boca claramente el rol del equipo con propuesta, pero también presionando alto y manteniendo unido el bloque del mediocampo, variando entre un planteo como el utilizado frente a Central Córdoba (más lógico en este caso) para cerrar la zona media y evitar los pases en profundidad, pero ocasionalmente ensanchando la cancha aún más (lo que también quedó de manifiesto en la inclusión de Francisco González en lugar de Nicolás Castro) para también tapar las opciones de salida de los laterales o los pases cruzados.

De esta forma, la Lepra se aseguraba no pasar fuertes sobresaltos mientras el Xeneize aún estuviera pensando la mejor forma de atacar (midiendo las proyecciones de Eduardo Salvio y Exequiel Zeballos, principalmente), y hasta llegó a contar con algún que otro contragolpe que terminó dilapidando. Cabe resaltar la mala fortuna que también persigue al equipo leproso, por la que Ignacio Scocco no pudo ser de la partida por una lesión en el calentamiento, entrando en su lugar Justo Giani (muy impreciso y perdido), cambiando por completo las características del ataque. Esta ausencia de 9 se haría sentir mucho a lo largo del partido.

Durante esos minutos, lo mejor de Newell’s estuvo en la solidez en la marca de Julián Fernández (quien demostró lo necesario de contar con un cinco de marca en el equipo en vez de improvisar con futbolistas de otras características) y en el movimiento de pelota e inteligencia de ataque de Pablo Pérez.

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Precisamente, esa claridad que aporta Pérez a la ofensiva fue la clave de la jugada de mayor riesgo de todo el primer tiempo (la única de la Lepra en ese lapso), ya que con él como protagonista constante el rojinegro elaboró una gran jugada colectiva, a un toque, entre él, Justo Giani, Francisco González y Juan Garro. Este último sería quien terminara adentrándose en el área y definiendo ante Agustín Rossi, que debió realizar una buena atajada para mandar la pelota al córner.

Si bien se sabía que el principal arma de Sebastián Battaglia radicaba en que su equipo logre conectar con sus extremos (algo en lo que no tuvo mucho éxito en los primeros 45’), donde más sufrieron los dirigidos por Adrián Taffarel fue en las proyecciones de sus laterales, principalmente por el sector izquierdo con las subidas de Frank Fabra, que terminó generando muchos problemas en la línea defensiva leprosa.

En el complemento, volvió a aparecer la mencionada y más interesante faceta de Pablo Pérez, disfrazándose de armador para poner un pase filtrado exquisito a Justo Giani, que pisando el área no supo cómo resolver y en dos oportunidades no pudo vencer a Agustín Rossi. Más adelante, a los 35’ minutos, Pérez conectaría otra gran pelota para que esta vez sea Nazareno Funez quien ataque por izquierda y de buena manera resuelva con un disparo al arco que tuvo que desviar el arquero xeneize, habiendo transcurrido 30 minutos entre una y otra acción.

En gran parte del complemento, Boca jugó decididamente un mal partido, colapsando las pocas ideas que había tenido en el primer tiempo y generando numerosos errores no forzados en defensa, dándole la oportunidad de atacar varias veces, sin que la Lepra pudiera aprovecharlas en su totalidad. Esto generó cierta tranquilidad en Newell’s, que podía continuar con su planteo inicial con mucha más comodidad que en la primera etapa. El Xeneize solamente probó de lejos y sin riesgo, mientras que el rojinegro tuvo varias claras gracias a las mencionadas habilitaciones de Pérez.

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Todo cambiaría, sin embargo, con el ingreso de Edwin Cardona, uno de los jugadores más determinantes en el tercio final de cancha que hay en el fútbol argentino. Con él dentro, el Xeneize contó con al menos cinco situaciones claras de gol, entre las que hubo dos tiros en los palos (uno de Marcos Rojo de cabeza tras un centro suyo y otro de Luis Vázquez, definiendo una jugada que comenzó el colombiano).

Esos minutos finales fueron fatídicos para el rojinegro, que como pudo aguantó el cero en el arco y hasta tuvo alguna que otra para responder, pero nunca acertó a los tres palos.

Párrafo aparte para la actuación del árbitro Patricio Loustau, quien obvió una expulsión clara para Boca por un durísimo planchazo de Agustín Almendra sobre Franco Escobar.

Así como Adrián Taffarel acertó con el armado defensivo, volviendo a darle protagonismo en la marca a Fernández y presionando bien, falló en lo relacionado al ataque, en un principio haciendo ingresar a Giani (aunque haya sido por algo de último momento) pero fundamentalmente equivocó luego la lectura del partido y los cambios, demorando en poner a un 9 (Nazareno Funez hizo un buen papel) y permitiendo el ingreso de jugadores como Ramiro Sordo, quien definitivamente ya agotó todas sus posibilidades de poder jugar en este Newell’s.

La Lepra necesita traer un técnico y refuerzos. Muchos refuerzos. Resulta preocupante el escaso material disponible en las divisiones inferiores más inmediatas a la Primera, siendo los únicos jugadores prometedores aquellos ligados al ataque como Brian Aguirre o Misael Jaime.

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En defensa, por ejemplo, hoy la reserva tuvo que jugar con un central improvisado (Mateo Maccari) y con Milton Leyendeker, que el semestre que viene cumplirá 24 años, una edad inaceptable para un jugador de la tercera categoría de un equipo. Esto, obviamente, no es culpa del futbolista, sino de un mal manejo serial de la reserva y de las inferiores, que terminan acumulando jugadores en la tercera y tapando a aquellos que tienen que seguir creciendo desde las divisiones anteriores.

Si un jugador a los 22 años todavía no está para dar el salto a Primera, ¿por qué seguir teniéndolo en reserva, impidiendo el crecimiento de quienes vienen detrás? ¿No es más práctico, tanto para el club como fundamentalmente para la carrera del futbolista, cederlo a préstamo o darle la chance de que tenga minutos en otro lado? Como prueba, basta con ver la cantidad de jugadores de Newell’s que han llegado o superado la barrera de los 21/22 años en la reserva en los últimos seis años, y en dónde terminaron jugando cada uno de ellos.

El ejemplo mencionado fue el de Leyendeker (y no es por caerle a él), pero es algo que ocurre con varios futbolistas del plantel actual y que sistemáticamente viene sucediendo todos los años.

De igual manera, ¿qué sentido tiene tener a cuatro centrodelanteros juveniles con contrato, cuando después cuando se lesiona el 9 (Scocco) la dupla ofensiva termina siendo Justo Giani-Juan Garro? Nazareno Funes, Román Bravo, Tobías Donsanti y Jeremías Pérez Tica tienen firmados contratos profesionales, para ocupar uno u ocasionalmente dos puestos de ataque, que recién ahora tienen la suerte de que tampoco lo ocupen jugadores como Pablo Sabbag, que en un par de semanas ya no será más jugador del club.

A este plantel de Newell’s le faltan jugadores, y al mismo tiempo le sobran. Resulta imperioso que la dirigencia leprosa defina rápidamente el director técnico y, en consecuencia, comiencen a trabajar sobre los refuerzos a traer. El rojinegro tendrá la difícil tarea de tener que compensar en este mercado de pases el desmanejo de varios anteriores, pero es una responsabilidad que debe asumir con éxito para evitar un panorama oscuro.