VIERNES, 11 DE OCT

Partido de fin de ciclo

La Lepra tuvo una pésima actuación y cayó sin atenuantes con su rival, fue goleado y la diferencia en contra pudo haber sido mayor. Muy bajo rendimiento colectivo e individualidades que no pesan en absoluto. La continuidad de Sebastián Méndez en el banco resulta inexplicable. Preocupante panorama.

 

Newell’s Old Boys continúa profundizando su caída en esta Liga Profesional. En realidad, la crisis viene de hace tiempo, pero es en este momento donde es más evidente que el pozo todavía no es visible. Presentación tras presentación, logra empeorar la imagen anterior, llegando a la conclusión obvia de que lo peor podría todavía ni haber acontecido. Se supera en lograr que lo que se vea cada fin de semana sea malo, pero el próximo podría incluso ir más allá de ese límite, todo en términos negativos.

Esta noche en La Paternal, La Lepra hizo un auténtico partido saca técnico. A esta altura, resulta inentendible que Sebastián Méndez siga en el banco rojinegro. El ‘Gallego’, lejos de mejorar lo que se arrastraba del ciclo Larriera, potenció los defectos y deterioró las pocas virtudes que había. Sumado a ello, y esto si es su principal responsabilidad, llenó el plantel profesional de jugadores que no mejoraron en nada lo que había y cuyo aporte es escaso. Con la única excepción de Saúl Salcedo, sus ‘refuerzos’ hasta ahora son un fiasco enorme.

Pero los recién llegados solo tienen una culpa menor en este presente. La base de este equipo viene jugando hace mucho tiempo, y la imagen expresada, a nivel colectivo e individual, es penosa. Ni siquiera un buen comienzo de partido, con presión alta y recortando espacios rivales, ante un Argentinos que también venía endeble le dio la motivación necesaria para tomar el toro por las astas, plantarse y asumir el protagonismo tan buscado. Había arrancado todo como para tener una noche positiva: quedó en eso.

Es que, en la primera señal de flaqueza que exhibió, todo se desmoronó, como un castillo de naipes. Gustavo Velázquez, de buen desempeño en Paraguay pero flojo en Newell’s, se confió, lo cuerpearon y anticiparon, vino el centro preciso de Herrera por izquierda y la aparición de Lescano, que un minuto antes se había comido un gol insólito en el área chica, por el sector opuesto, quien abrió el pie y la colocó arriba, en el palo derecho de Ramiro Macagno. Un golpe del que nunca más se repondría.

Desde ese momento, La Lepra dejó de estar en el partido. Se mostró vulnerable en todos los sectores y los encargados de brindar respuestas para enderezar el barco e indicar el rumbo, como Éver Banega y Matko Miljevic, estuvieron ausentes. Un Juan Ignacio Ramírez cada vez más intrascendente nada pudo hacer, ya ni siquiera tiene situaciones de gol. Fernando Cardozo siendo más de lo mismo: irresoluto, improductivo e inofensivo, y un Lucas Besozzi que hace ‘fulbito’, amaga y amaga pero nunca concreta. Laterales ofensivos como Ángelo Martino y Armando Méndez con un bajón pronunciado. Imposible así.

El único faro de contención, como siempre, era el uruguayo Fernández Cedrés, que se vio sobrepasado por la movilidad y polivalencia de los volantes del Bicho, visiblemente superado en calidad. Por todo esto descripto, ante respuestas inexistentes dentro y fuera del campo, no llamó la atención que Herrera, a los 35, ampliara la ventaja para el local con un gran zurdazo de media distancia que se coló en el ángulo de Macagno, que solo atinó a mirar. Pareció ser el golpe definitivo, pese a todo lo que quedaba de encuentro.

Nada hacía suponer que La Lepra tenía las herramientas para revertir la historia. Ni dentro ni fuera de la línea de cal. Si encima se encomienda esa misión a un displicente Gabriel Carabajal, a un interesante pero juvenil Mateo Silvetti y a un ‘Juanchón’ García, muy querido por el pueblo rojinegro, que fue traído de apuro por la sequía de Ramírez, es difícil que algo cambie. Todos manotazos de ahogado de alguien que se muestra desesperado, queriéndose aferrar a algo que le permitiera ilusionarse.

Es cierto, Newell’s tuvo más la pelota en el complemento, pero esto se dio porque Argentinos decidió cederle la iniciativa, cómodo con la ventaja obtenida y a la espera de espacios para seguir aprovechando facilidades otorgadas. El problema fue que careció de ideas, como viene sucediendo desde que Banega dejó de ser el eje del fútbol, el conductor. Con el 10 en horas muy bajas, sus compañeros quedan más expuestos aún. La única alternativa fue repetirse en centros, buscando una cabeza salvadora.

Pero ni eso fue suficiente porque el local también se replegó bien, y en otra de las tantas que tuvo para liquidarlo, finalmente terminó sentenciando la historia con una jugada que resume un poco lo que es el mundo leproso hoy. Un horror defensivo combinado entre Macagno y Fernández Cedrés culminó con Herrera pinchando el balón por encima de la humanidad del arquero y un Salcedo que le erró cuando quería despejar en la línea. La derrota ya era cosa juzgada. Incluso pudo haber sido peor, pero el Bicho se encargó también de dilapidar situaciones insólitas.

Una caída más para Newell’s, en un etapa Méndez que ya parece terminada, al menos en lo que se evidencia en el césped. Porque a la hora de la verdad, a pesar de las declaraciones del entrenador, lo que se percibe con claridad es que sus dirigidos no le responden y él no le encuentra la vuelta a la situación. Sin funcionamiento, sin plan, sin equipo, sin individualidades que resuelvan, si nada. ¿Cuánto más se puede esperar? La gente ya habló en el Coloso. Es hora de ponerse los pantalones y hacer lo que hay que hacer.

Pasa que cuando un club entra en una crisis total, tarde o temprano toda la estructura termina deteriorándose, es solo cuestión de tiempo. Hoy este plantel es el reflejo de como se vienen manejando las cosas hace años en el Parque Independencia, excediendo exclusivamente a esta comisión directiva. Tantas decisiones desacertadas en algún momento se terminan pagando caro, y generalmente la reacción se da cuando ya es demasiado tarde, con la soga al cuello. En el medio, los únicos que sufren verdaderamente, los que lo sienten en serio, dejan todo de lado y no les da lo mismo todo: los hinchas.

 

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