Por Federico Morel

Las expresiones artísticas musicales de nuestra cultura, interpretadas y comunicadas por los trabajadores del arte, han sabido construir la propia idiosincrasia de cada región y hacer de ella un estandarte, el cual se eleva con orgullo cada vez que la melodía propia del lugar comienza a escucharse.

En cada zona de nuestro bello país, la música acompaña las vivencias y los paisajes que hacen únicas a las personalidades de las provincias hermanas. Esta definición encaja de manera casi perfecta cuando hablamos del Litoral, y aún más cuando la cumbia santafesina está sonando.

Este género tropical, el cual posee una jugosa y atractiva historia en toda Latinoamérica, con el transcurso de los días, no solo fue el encargado de llenar de alegría cada uno de los festejos de los habitantes de este territorio de nuestro país, sino de moldear una identidad tan fuerte y espiritual, que al escucharla resulta casi imposible no trasladarse a un recuerdo ubicado muy cerca  del corazón.

Con el paso del tiempo, las bailantas populares y los encuentros festivos pusieron en evidencia, en cada presentación, la pasión encendida con la que los intérpretes de la cumbia del Litoral supieron asimilar este lenguaje con sabor a río y ofrecerlo al público a corazón abierto, llegando a ser casi como un ritual.

Es innegable que la cumbia santafesina forma parte de las vivencias y las historias de las personas, por lo que se puede decir que cada cántico de las agrupaciones, como la ovación de los oyentes, es una reivindicación de lo que se siente por el suelo donde se habita.

Se enciende la cumbia

Después de un largo tiempo de espera, casi un año, debido a las restricciones impuestas por la cuarentena por pandemia, unos de los referentes contemporáneos más importantes de la cumbia santafesina, el maestro Mario Pereyra, pudo reencontrarse, junto a su banda, con el público rosarino en las instalaciones del anfiteatro Humberto de Nito, el miércoles pasado.

Pero este reencuentro no fue uno más de aquellos que el “Máster” estaba acostumbrado a experimentar, previo a la pandemia, con sus seguidores. Las emociones y la ansiedad, en un marco de expectativa colectiva, lograron que la noche se transforme en un acontecimiento inolvidable para aquellos que asistieron a “La fiesta del Aguante”.

El público, desde varias horas antes de que comience el show, se mantuvo expectante. El ambiente respiraba jolgorio. Y la orquesta local, La Esencia de la Cumbia, logró canalizar parte de esa ansiedad que reinaba en el aire del Parque Urquiza.

Gonzalo Vieyra y Gina Costamagna, en la voz de La Esencia, comenzaron a alimentar el fuego con hits cumbieros, en versiones personalizadas, y con una cadencia musical que se hizo eco en la respuesta de la gente. Las burbujas comenzaban a estallar de cánticos y agite, siempre cumpliendo el protocolo.

Presentaron, además, un cover del cantante y compositor de rock nacional, Andrés Calamaro, Tuyo siempre, el cual no solamente fue cantado por todos los presentes, sino que trascendió la realidad y fue reivindicado y compartido en redes sociales por el mismísimo «Salmón».

Encantadísimo por todo el aguante

Finalmente, el momento tan esperado para los amantes de la cumbia bien tocada e interpretada llegó. La dinámica de armado del set del Máster se llevó aplausos propios de aquellos que pedían a gritos, literalmente, por la presencia de Mario Pereyra en el escenario.

La voz grave, acompañada por su risa tan característica, sonó en los parlantes de un sistema de sonido acorde a las instalaciones, lo que hizo estallar en un solo grito a un público candente y necesitado de un repertorio preparado especialmente para este show en Rosario.

Es profundamente llamativa la relación que Mario Pereyra ha construido, a lo largo de sus 47 años de trayectoria (impecable) en el circuito de música tropical santafesina, y esto quedó evidenciado en el reconocimiento del artista al terminar el primer bloque de cumbias enganchadas, cuando desde el escenario saludó a cada uno de los grupos y barrios que reclamaban su mención.

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Una larga lista de temas que han sido éxitos formaron parte de un repertorio que parecía inacabable. Cada uno de los hits fueron cantados a flor de piel y desde las entrañas por todos los presentes en el Anfiteatro. Era imposible contener las ganas de bailar, porque eso es lo que genera el Máster cuando canta con el «aguante» de su banda, compuesta por 6 músicos que demuestran profesionalismo extremo en cada presentación.

La noche acompañó. Un cielo estrellado, con una leve brisa otoñal, acarició el canto de los espectadores. Las ganas acumuladas de expresarse a través del baile, a esta altura, ya parecían incontenibles.

Vagabundo, Enfermera, Hasta el sol de hoy, Leña seca, Forastera, Yo no me sentaría en tu mesa, fueron algunas de las canciones que Pereyra interpretó para el deleite y disfrute de los presentes, que desbordaban de emoción. Y eso se notaba. Lágrimas emergían de los ojos de quienes tuvieron el privilegio de participar en este evento, el reencuentro de Mario con su gente.

«Nunca moriré» menciona una canción suya muy conocida. Y claramente, se puedo afirmar que el Máster, luego de esa noche, quedará grabado a fuego en los corazones de cada uno de las personas que disfrutaron de un show que, indefectiblemente, posiciona a la cumbia santafesina como un estandarte de gloria flameando al viento.