El 24 de mayo de 1941, hace 80 años, nacía en Minesota, Estados Unidos, Robert Allen Zimmerman, el hombre que bajo la identidad de Bob Dylan revolucionó a la cultura popular contemporánea a fuerza de canciones con brillantes líricas que abrieron mundos para generaciones enteras, mensajes que cambiaron para siempre la cosmovisión del devenir histórico y músicas que sintetizaron una amplia paleta sonora.

Bob Dylan escribió clásicos del cancionero popular como “Blowing in the Wind”, “Like a Rolling Stone”, “Mr. Tambourine Man”, “Subterranean Homesick Blues”, “Highway 61”, “Lay, Lady, Lay”, “Knockin´ on Heaven´s Door” y “Tangled Up In Blue”, por mencionar apenas unas pocas de sus cientos de composiciones.

Y editó discos fundamentales como “The Freewhelin’Bob Dylan”, “Bringing It All Back Home”, “Highway 61”, “Blonde On Blonde”, “Blood On The Tracks”, “Love and Theft” y “Modern Times”, entre tantos.

Lo consagraron como la voz de una generación. Se convirtió en el niño mimado de la escena folk y country. Se electrificó. Abrazó el rock y el blues. Lo tildaron de Judas. Se calzó el traje de rockstar. Cambió para siempre la manera de escribir en la música pop. Se intoxicó de drogas lisérgicas, escribió poemas surrealistas. Desapareció de la vida pública tras un extraño y mítico accidente en moto.

Cambió su identidad juntó a otras leyendas musicales para conformar The Travelling Willburys, en una prueba de su jocoso espíritu. Regresó a los primeros planos de la mano de nuevos sonidos y alusiones a los tiempos políticos que corrían en sus letras. Cantó para el Papa. Elaboró una serie de discos a la altura de los mejores de su carrera entre el final de los ’90 y los primeros años de este siglo.

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Se asoció a Scorsese para contar su vida. Como no podía con su genio, aportó un montón de datos falsos que confundieron a los fans. Fue reconocido en los ámbitos académicos con distinciones en distintas disciplinas, entre las que destacan el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, un honorífico Premio Pullitzer y el Premio Nobel de Literatura.

Sin embargo, desde sus primeros años cultivó la admiración de pares como John Lennon, David Bowie, Lou Reed y Bono, entre otros. En plena pandemia conmovió al mundo con un formidable nuevo disco y canciones en donde elabora una aguda mirada a la historia contemporánea y reflexiona en torno a la vejez. Es Bob Dylan. El inabordable mito que aún sigue en construcción.

Desde su fulgurante irrupción en escena en 1962 -tras abandonar su casa para emprender una mítica migración a Nueva York en su afán de conocer a su ídolo Woody Guthrie- como un trovador folk con poéticas líricas de protesta, el artista fue erigido como el portador de un mensaje llamado a cambiar la cultura joven en Estados Unidos y proyectar esa revolución al resto del mundo, con la coincidente e involuntaria asociación de Los Beatles desde el Reino Unido.

La profusa obra de Dylan a lo largo de 60 años de trayectoria lo proyectó como el letrista más revolucionario en la historia de la música, un reconocimiento que a nivel galardones tuvo su pico máximo en 2016 con el Premio Nobel de Literatura.

Sin embargo, este rango profético que se le ha dado a las líricas de Dylan parecieran haber conspirado contra la correcta apreciación de su música, un material que a lo largo de su obra sintetizó y reinterpretó diversos estilos, entre los que se visualizan el rock clásico, el blues, el folk, el country y el cancionero standard americano.

Lo cierto es que la canción de Dylan interpela al público a través de la belleza, de lo revelador de su mensaje pero, fundamentalmente, a través del desconcierto que disfruta provocar en sus seguidores con bruscos saltos hacia la dirección contraria en la que eventualmente se lo cataloga.

Omnipresente en la cultura popular a pesar de su carácter escurridizo, de aspecto hosco, huraño, con un ácido sentido del humor que utilizó para despistar -tal como lo demostró en sus documentales asociado con Martin Scorsese-, iconoclasta, errante y profeta, son apenas algunas de las características que pueden encontrarse en la compleja personalidad de Dylan.

Más allá de lo que se pueda decir sobre su persona, el hombre que alguna vez cantó “era más viejo entonces, ahora soy más joven”, y que este lunes 24 de mayo cumple 80 años, fue una vez más quien dio las pista más precisas para seguir su huella cuando confesó ante Scorsese: “Me fui de mi casa muy chico buscando mi hogar. Todavía lo estoy buscando”.