Por Santiago A. Fraga

Con tan solo 15 años, Heliogábalo se transformó en el 218 d.c. en emperador romano. Su reinado duraría tan solo cuatro años -hasta que fue asesinado-, pero éstos serían ferozmente intensos, sacudiendo principalmente las tradicionales bases de religión y sexualidad que imperaban en la época.

Para Cállese Hombre Horrible, banda indie litoraleña que recorre calles, casas y escenarios rosarinos, su figura “simbólicamente representaba cosas muy fuertes como la sexualidad, la juventud y romper un poco con las normas establecidas”, pero también por sobre todo la “idea de fiesta”, concepto que atraviesa por completo el ambiente del recientemente lanzado disco debut del grupo, titulado precisamente “Heliogábalo”.

La musicalidad lograda en esta producción discográfica, publicada digitalmente el pasado viernes 17 de julio, consigue diferenciarse del sonido rock-folk que caracterizaba a la banda en sus anteriores EP’s -“Tape” (2018) y “Ser Débil y Moverse” (2019)- inyectando un ritmo bailable, proporcionado a través del uso de sintetizadores y los distintos arreglos, en los que influyó también la producción de Ignacio Molinos.

En diálogo con Conclusión y 70/30, Andrés Silvestri, más conocido como Camalote Kid, cantante y letrista de Cállese Hombre Horrible, contó detalles sobre el proceso de grabación del disco, el sentimiento que genera su lanzamiento en un contexto de pandemia, la influencia de sus lecturas en el concepto de sus obras y más.

Mientras se encuentra en Esquina, localidad correntina de la cual es oriundo, Camalote escucha música y disfruta de “haber cerrado una etapa”, adentrándose de lleno en lo que serán las próximas producciones de la banda, no solamente ligadas a lo musical, y planificando lo que vendrá a futuro junto a Liyo (guitarra), Pancho (bajo) y Tona (percusión).

– ¿Cómo venís llevando la cuarentena? ¿Afectó a la creatividad y la productividad o más hizo mella sobre los planes que tenían?

– Es un momento impactante. Justo teníamos este material grabado y de hecho lo teníamos que sacar antes, pero lo largamos cuando pudimos. (La cuarentena) afectó mucho a todo. Teníamos pensado un show de presentación y ahora cada uno está en su pueblo -porque nosotros somos del interior del interior-, pero tratamos de tomarlo como un momento también para producir otras cosas, ir pensando en el material futuro y para subir el disco en digital. Después, de tocarlo ya veremos en un tiempito. Al comienzo estuve en Rosario, pero no se podía hacer mucho y me volví a mi pueblo hace un tiempito. Estuve con algunos proyectos personales, saqué un temita (“Barco Ebrio”), pero también grabando maquetas de Cállese y repensando en cómo vamos a seguir más adelante. Creo que ahora o en fin de mes vamos a retomar.

– Claramente, jamás se habrán imaginado que el disco saldría en un contexto como este. ¿Cómo sintieron la repercusión en estos días?

– Fue raro, porque te llegan devoluciones digitales, online, pero muy buenas. Fue también cerrar un proceso y estuvo bueno publicarlo. Está genial que la gente lo pueda escuchar ya y te dan ganas de pensar en lo que viene. Disfrutar de que se termina de cerrar un ciclo o una etapa y va a empezar algo nuevo, que todavía no sabemos qué es pero seguramente va a estar bueno porque eso es lo lindo de tener una banda con gente amiga, que te apoya: que sabés que va a estar bueno sea lo que sea.

Arte de tapa: Camila Solhaune

– ¿Cómo describirías todo lo que han conjugado en el universo de “Heliogábalo”?

– Empezó con una idea, un concepto, y terminó hablando de otras cosas también. Cuando buscás algo siempre encontrás otra cosa, eso es lo que tiene el arte o el pensamiento. Crees que vas por un camino, pero siempre hay una bifurcación y es eso lo que se busca. No sabemos qué es lo que estamos buscando, pero siempre lo encontramos. Lo que me pasó con “Heliogábalo” es que empezó con una idea y terminó con una polisemia bastante interesante, que es lo que me gusta encontrar en los discos que escucho, y además me gusta que en cada momento que lo escucho le encuentro algo nuevo y me habla de otra forma. […] Con “Heliogábalo” nosotros rescatamos a este emperador romano, que estuvo pocos años y nos parecía que simbólicamente representaba cosas muy fuertes como la sexualidad, la juventud, romper un poco con las normas establecidas. La idea de fiesta también, porque nosotros queríamos pasar de hacer la música un poco más folk que veníamos haciendo a algo más de fiesta, más de baile, e indefectiblemente encontramos otra cosa porque nosotros no veníamos haciendo eso. Si bien buscamos a Nacho (Molinos) como productor, que la tiene re clara en ese sentido, se armó un combo interesante. Además, la idea que teníamos de fiesta con la cuarentena cambió completamente… porque bueno, ya no se pueden hacer fiestas ni nada. Entonces, tiene un aura un poco más oscura el disco. Tiene un poco más de misticismo y menos de esto de movimiento.

– Bueno, en uno de los temas, “Bebidas Calientes”, narrás una imagen post-fiesta, de after, que es algo que con todo esto de la pandemia ya hasta suena raro un poco, porque ¿cuándo vamos a poder volver a estar “6 de la mañana”, borrachos, saliendo de alguna joda?

– Sí, totalmente. Y… yo me vine a mi pueblo buscando eso también un poco. Porque acá no hay casos de Covid y entonces estoy un poco más conectado con el momento en que hice esas canciones. Son temas en su mayoría bastante viejos, que tienen dos o tres años algunos. Pero eso está bueno también, porque yo particularmente con las letras hago como un filtro en el que me tienen que seguir gustando después de un tiempo, porque después en algún momento también las tengo que seguir cantando, tocando o escuchando, y no quiero estar disconforme con eso. Soy un poco autoexigente en ese sentido. Y tampoco me gusta apurar las cosas, entonces capaz que estoy mucho tiempo con una letra, pero cuando hay que esperar hay que esperar. También con la música, hay que descansar el oído.

Creo que en lo musical, en este nuevo sonido más bailable, es donde más se nota la diferencia con sus trabajos anteriores. ¿Cómo fue esa búsqueda? ¿Cuánto influyó tener a Ignacio Molinos de productor?

– Nacho influyó ya de por sí con la selección de canciones. Había muchas más. Fue parte de la banda prácticamente en todo el proceso y fue un poco el que nos ordenó porque siempre fuimos bastante caóticos para la música, porque no veníamos de ese palo. Lo hacíamos más por necesidad, instinto, no sé. Nosotros (CHH) nos conocimos en la facu de Ciencias Sociales, en Comunicación. Tuvimos bandas antes y todo pero era otra cosa. Creo que lo que nos unió un poco fue un sentimiento un poco nostálgico. Esto de ser un poco “extranjeros”. Creo que eso se nota un poco en todo lo artístico, incluso en los bajones artísticos o en las cosas que aparentemente son errores y que a mí me parece que también hablan de la obra, del momento que atravesamos como banda. Ahora se nos fue un integrante. Estamos en el proceso de reinventarnos y ver cómo seguimos para adelante.

– ¿Ahora que están distanciados cómo están trabajando?

– Cada uno ensaya en su casa y toca los temas, estamos haciendo maquetas de temas nuevos a distancia, planeando un disco de remixes. Nos mantenemos haciendo otras cosas que por ahí no van tanto a lo que es ensayar justo porque no podemos, pero siempre tratamos de activar alguna. Por ahí también tenemos algunas ideas que no van tanto con lo musical, sino de audiovisuales y esas cosas, entonces estamos en un nuevo proceso creativo de ver cómo seguimos. “Heliogábalo” cuando lo toquemos no va a ser igual al disco. Va a tener transformaciones, pero creo que eso está bien también porque es un disco que habla de eso, de movimiento y de transformación. En realidad, la grabación es solamente una foto del disco. A nosotros nos gusta mucho más tocar en vivo y por lo general hacemos flasheadas, intervenciones, nos gustan las performances, esa rama del arte nos interesa. También la poesía: yo escribo poesía, Mati (el bajista) escribe poesía, Liyo es fotógrafo y guitarrista. Hay una cosa ahí que va un poco más allá de las canciones, y muchas veces nuestra debilidad era justamente esa, que no nos enfocábamos tanto en la música… pero creo que este año y el pasado sí lo hicimos gracias a las ayudas que tuvimos de Nacho Molinos, de Ezequiel Fructuoso. Son personas que nos ordenaron bastante. Estamos creciendo y disfrutando de los procesos e incluso de las pérdidas, de lo que te hace dejar de lado la banda.

– En los trabajos anteriores han incluido referencias a escritores como Roberto Bolaño, también lo hiciste en tu canción solista “Barco Ebrio” junto a un poema de Arthur Rimbaud. Ahora en “Heliogábalo” recuerdan a Oliverio Girondo y su poema «Noche Tótem». ¿Cómo influye para vos la literatura y todo esa data en el proceso creativo de hacer las letras?

– Es algo que no lo pensamos mucho, que nos sale naturalmente. Cada vez que hago algo va por ahí pero porque no me sale tampoco de otra forma. Uno escribe lo que lee, y hasta sería forzado querer salirse de eso. A veces hemos pensado en hacer algo más… no sé, “que se entienda”, pero en realidad no se puede porque vas en contra de tu propio deseo y de tu impulso. Henry Miller decía que “cada día matamos nuestros mejores impulsos”. Yo si tengo un impulso artístico trato de seguirlo porque algo me está queriendo decir, y por ahí si vas a la pose o a que sean todas lucecitas nada más, no está bueno. A mí las bandas o la música que me dice algo siempre me atrae mucho más. De hecho, yo a la música entré por las letras y después por la música. Pero bueno, últimamente también estoy haciendo el proceso inverso. Estoy introduciéndome más en el mundo sonoro que en el de las letras, como para balancear, y después cuando se dan las dos cosas es genial.

Foto: Colo Clementi

– ¿Qué autores te gusta leer o a cuáles solés recurrir más?

– Es por temporadas. Tengo una relación lectora muy hedonista. Si hay algo que me gusta, lo leo mucho, y si algo que leo no me copa, lo dejo. No soy ordenado para eso. Pero también tengo mucha lectura académica por la facultad y entonces se me mezcla un poco todo. En la facu leemos (Michel) Foucault, (Jean-Paul) Sartre, (Sigmund) Freud… yo aparte hice un par de años de Filosofía también, así que tengo un mejunje en la cabeza… jaja. Así que de todo. Incluso mucho de cine también. Ahora con los chicos nos juntamos a ver películas de (Akira) Kurozawa, que yo no había visto nunca y nos quedamos alucinados, empezamos a ver todas las de él y seguramente en un futuro hagamos algo de eso. También, por ejemplo, con “La tumba de las luciérnagas” hicimos una canción, hay una influencia que viene de ahí. De literatura ahora estoy leyendo (Jorge Luis) Borges, toda su parte más poética, los haikus, pero de todo un poco. Trato de no ser prejuicioso con las lecturas.

– ¿Ya charlaron algo sobre regresar a los escenarios? ¿Tienen algo pensado como para hacer alguna presentación del disco?

– Justo estuvimos charlando estos días, pero creo que en este momento no. Capaz puede ser para el mes que viene, si podemos juntarnos, porque Juani que era nuestro baterista ya no está más en la banda, entonces tendríamos que hacer algún show acústico o buscarnos une baterista nuevo. Estamos viendo, pero sí, nos sobran ganas de juntarnos y tocar donde sea, en una casa por streaming o donde sea. A mí el streaming no es algo que me atraiga mucho, pero también es una forma de sacarse las ganas de tocar. Es la nueva realidad que estamos viviendo.

– Imagino que con todo esto que ocurre estarás escuchando bastante música. En estos meses hubo muchos lanzamientos acá en Rosario. ¿Escuchaste algunos?

– Sí, escuché cosas muy buenas que están saliendo de Rosario. Es lo que más extraño de estar ahí, la movida que hay. Escuché el disco de Fermín Sagarduy (“This is fine”) que me pareció excelente, me encanta. Después el de les Bubis Vayins (“Las Presencias. Parte I”), que nosotros a elles les amamos y tuvimos la suerte de poder tocar juntes, es una banda que nos encanta. Las cosas que están sacando Los Cuentos de la Buena Pipa también (“Cuentos aislados”), que es otra banda que nos encanta y ya teníamos hablado para hacer una fecha juntos y bueno… cuarentena. Pero sí, un poco de eso y un poco de todo en realidad estoy escuchando. Hay mucho tiempo para escuchar música y escucho de todos los géneros, también música electrónica. Ahora por ahí mucho Rosario Bléfari también. Este año justo yo había conectado mucho con un disco de ella, “Las Estaciones”, que casualmente me lo prestó Nacho, y lo venía escuchando con todo. Aparte había atravesado un par de momentos personales así medio bajón y ese disco es hermoso. Las letras, todo. Cuando falleció ahora me pegó un re bajón, así que estoy escuchando mucho de ella y buscando sus escritos también.

Fotos: Colo Clementi.