Por Javier Hernández

El 34° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata está promediando la mitad de su actual edición. Y todavía queda lo mejor. A su habitual oferta de proyecciones divididas en las más diversas secciones que sirven como puerta de ingreso a la cinematografía del mundo, se suman actividades especiales como presentación de libros, conferencias, performance, charlas y talleres.

En ese marco, este último miércoles, tuvo lugar en el La Feliz, la exhibición de «Que sea Ley», el documental dirigido por Juan Solanas que retrata la lucha de cientos de miles de mujeres a lo largo y ancho del país que apoyaron el Proyecto de Ley de Aborto Legal, Seguro y Gratuito, desde las calles.

La proyección del documental que realizó Juan, hijo del legislador y cineasta Pino Solanas, estuvo precedida por una Pañuelazo que tuvo lugar en el balcón al mar del espacio Tronador Concert y del que formaron parte las actrices Noemí FrenkelMuriel Santa Ana, además de invitadas, integrantes de la organización del Festival, el propio director del film y todas las espectadoras que quisieron inmortalizar su presencia y, con su cuerpo y al grito unificador, reclamar: “qué sea Ley”.

Así como lo hizo con la organización del 2° Foro de Cine y Perspectiva de Género que tuvo lugar el domingo, con la proyección del film de Solanas, el 34° Festival vuelve desde su programación, a poner la atención en la visibilización de los derechos que afectan de forma directa, en este último caso, a mujeres y personas con capacidad gestante.

«Que sea Ley», película que tuvo su estreno en Rosario y podrá volver a verse este próximo sábado 16, a las 20.30, en El Cairo Cine Público (Santa Fe 1120), ya se exhibió en los Festivales de Cannes y San Sebastián y, luego de su proyección en Mar del Plata, continuará su recorrido por La Habana dentro del Festival Internacional de Cine que tendrá lugar los primeros días de diciembre.

La película está dividida en una serie de capítulos como “militancia”, “creencias”, “feminismo” y “provida” lo que le sirvió al director para hacer un recorte de un tema amplísimo que, además, sucedía mientras él registraba con su cámara. “El primer día que decidí hacer la película tenía esos capítulos en mente. Fue parte de la concepción del arranque y me agradecí mucho porque tengo miles de horas filmadas y eso me ayudó a acomodar el material”, comentó el director en una entrevista con <Conclusión< tras el cierre de la actividad.

Solanas contó que, en la sala de edición, comenzó un trabajo que le demandó muchísimo tiempo y desgaste mental: “Fue un dolor de cabeza importante y no quería cortar ni intervenir mucho el testimonio de alguien”, dijo y confió que la manera que encontró para emprender el camino fue “empezar a poner los diamantes en los capítulos. Eso me permitió buscar y complementar”.

Sobre las apuestas de «Que sea Ley», dijo: “Me plantee que conmueva y que pueda tocarnos. Propiciar la empatía”. Y en ese sentido opinó: “En la gente que habla de esta Ley falta empatía. Unos me argumentaban que con su plata no querían que se pague el costo médico pero yo con la mía le pago la salud cuando se fracturan una pierna jugando al fútbol. La empatía fue uno de los valores principales que busqué. Lo que te entra al corazón te abre un canal y lo podés escuchar”.

-¿Cómo fue decidir el cierre en una historia que podría haberse extendido siendo que da testimonio de un hecho que continúa sucediendo?

-Absolutamente. Se termina diciendo que hay que seguir luchando porque tarde o temprano habrá ley. De hecho termina dando energía al espectador. Porque sino es muy duro, los testimonios lo son. Es duro pero por eso mismo hay que luchar. Y la verdad es que, la militancia feminista y su vitalidad es increíble. Es raro decir “alegría” pero las marchas son vitales y se hacen con sonrisas en la cara. Es como algo más fuerte, que nos pasa por arriba.

-Haciendo otra lectura, la organizada en base a ésta Ley, fue la primera gran movilización popular en la era Macri. Y en un momento que parecía atomizada, bajo esta bandera, la sociedad argentina volvió con potencia y emoción a ocupar las calles, a constituir una suerte de sujeto movilizado…

-Es verdad, y la película le hace mucho homenaje a eso porque es increíble. Yo viví mucho tiempo afuera de Argentina pero esta potencia de la calle es bastante única y muy fuerte. La gente que lo mira desde afuera se les vuela la cabeza. Cuando la presentamos en el Festival de Cannes la reacción fue de una mezcla de incredulidad y sorpresa. La gente piensa que Argentina es un país que tiene muchos problemas pero la vanguardia, en término de derechos humanos, los sorprende, no lo pueden creer.