Por Mario Luzuriaga

El director teatral, Gustavo Guirado, estrena por tercer año consecutivo su obra «Carne de juguete». La misma cuenta la historia de dos personas vivas y dos muertas. Los muertos, un soldado argentino y su madre se preguntan y quieren saber cómo eran y quiénes eran cuando la guerra llegó a sus vidas. Los vivos, el padre y la novia del soldado, intentan responder esas preguntas, que los confunden aún más.

La acción se desarrolla en un galpón donde han quedado almacenados durante 35 años, objetos, ropas y alimentos que nunca fueron enviados a las Islas Malvinas. Guirado dialogó en exclusiva con Conclusión acerca de las experiencias que tiene con la obra que se presenta todos los viernes de marzo a las 21 en el Centro Cultural De Abajo.

—Contanos un poco acerca de esta obra tan particular

— Hace tres años que la venimos haciendo y «Carne de juguete» es una obra que está creada y trabajada al imaginario de la Guerra de Malvinas. Quiere decir que el espectador no se va a encontrar con una crónica de soldados luchando en las islas, como suele aparecer en las anécdotas que tienen que ver con las películas que se han hecho u otras obras, sino que para ubicar un poco esta obra ocurre en un galpón. Y en el mismo quedaron acumuladas por 35 años, las donaciones que se le iban a mandar a los soldados que nunca fueron enviadas.

Hay cajas de chocolates, galletitas, cigarrillos, etcétera; todos en alto estado de descomposición. Sin embargo un hombre de 80 años las cuida, las preserva y de vez en cuando prueba una galletita con la ilusión de que pueda estar en condiciones. En el mismo lugar aparecen dos fantasmas que merodean cotidianamente, uno un soldado caído en combate y su madre que murió un tiempo después. Ambos se manifiestan antes dos personas vivas el padre del muchacho y la novia de esa época, que por algún motivo en especial no envejeció al paso del tiempo.

_¿El no paso del tiempo de la novia, lo pusiste pensando que ella conserva esa esperanza del reencuentro con su pareja?

—Esa es una interpretación posible, no necesariamente nosotros tuvimos esa intención. Las lecturas que hace el público son maravillosas, porque nos devuelven cosas que jamás habíamos imaginado y que ven ahí en cada función. Estos dos fantasmas tienen muchas ganas de molestar y con muchas preguntas, son mal hablados, han trascendido a la idea de la muerte, que no tienen tapujos en preguntar las cosas que le vienen en gana.

Los objetos que hay en esta obra se mueven solos, es una obra que tiene un planteo nihilico con algunos ribetes mágicos, ese es el tono que proponemos. La gente se ríe mucho y tiene momentos dramáticos. Es la crónica con lo que sucedió en el país, más que en lo sucedido en las islas, pregunta y pone en relieve cuestiones de la clase media que ha mandado a morir a sus hijos con tanta euforia y alegremente, de dónde vienen esos comportamientos «filo-fascistas» que son tan particulares de amplios sectores de la clase media argentina.

Nos preguntamos el porqué  de esos comportamientos que han apoyado una guerra espantosa dirigida por una dictadura militar, son los mismos que hoy día apoya a un gobierno que está desguazando a todos y volviendo a poner de rodillas a nuestro país. La puesta intenta poner cosas que se actualizan mucho.

Al ser una obra atemporal que refleja lo sucedido hace 35 años, repercute en la actualidad…

— No te quepa duda que es así y esto es una de las cosas que más conmueven en la obra. Por suerte ha trascendido todas nuestras expectativas, la gente vuelve a venir, trae a sus amigos y familiares. Es muy importante para nosotros.

—¿Qué fue lo que te llevó a escribir «Carne de juguete»?

—Varias cosas muy diferentes, yo iba ir a Malvinas, pero nació mi hijo José. Amigos míos de la infancia fueron a las islas y por suerte volvieron todos; uno de ellos es sobreviviente del crucero A.R.A General Belgrano. Yo supe que tenía que hacer algo sobre esto y en 2015 encontré la instancia poética justa para poder hacerlo.

— ¿Te duele escuchar cuando el gobierno quiere suprimir ciertas fechas recordatorias y permitir que se vuelva a usar nuestro espacio para beneficio de Inglaterra?

— Me duele mucho y me produce una bronca terrible, una indignación y una impotencia de no poder saber como reaccionar. Pero es la historia del colonialismo que sigue vigente como modos distintos, a través de nuevas tecnologías. Cuando pasan esas cosas me dan ganas de cagarlos a trompadas, a los que deciden esas cosas. Después uno no sale y no lo hace, pero esa es mi primera reacción.

—¿Tuviste la oportunidad de mostrar la obra a los ex-combatientes?

—Si y por suerte pudimos compartirla con ellos, tuvimos una relación muy profunda con Miguel Savaje, que escribio un libro memorable sobre su experiencia en Malvinas. Después con los muchachos de aquí y vamos a hacer una función especial por la vigilia.