Por Santiago Fraga

Si hay algo que caracteriza a Inti Illimani, además de su espíritu libre y combativo, es esa territorialidad peculiar de su sonido, aquel en el que por momentos se puede sentir el viento de las montañas chilenas, atrapando lo más tradicional de su cultura, y por otros choca con la armonía de Roma y la música italiana.

Así como un periodista estadounidense describió alguna vez, se podría decir que el grupo chileno aún hace “un folclore en busca de país”, o como dijo a Conclusión Horacio Salinas a la hora de remontarse a sus 15 años, cuando ingresó a la formación, al hablar de sus “incontrolados ímpetus de hacer una música de un mundo por inventar”.

Inti Illimani Histórico, como se denomina actualmente la fracción del grupo que encabezan Horacio Salinas, José Seves y Horacio Durán, llegará a Rosario en su formato trío, cuando este domingo 6 de mayo se presente a las 21 en Distrito Siete (Ovidio Lagos 790).

Conclusión charló en la previa con Salinas, histórico guitarrista y director de la agrupación, quien recientemente fue nominado al Salón de la Fama de los Compositores Latinos. La visita a Argentina, el formato actual, la vigencia de sus canciones, el exilio en Italia, vivir la dictadura chilena desde el extranjero, las formas de hacer música, la actualidad política y social latinoamericana y el conflicto por el nombre de la banda, fueron algunos de los temas tratados en la entrevista.

Se viene una nueva visita a Argentina, a Rosario, ¿qué sensaciones les genera venir para estos lados?

— Muy sinceramente, son siempre visitas muy gratas las que hacemos a Argentina. Está en el ADN de nuestra historia musical. La Argentina fue el primer tour que hicimos fuera de Chile, ya en el año 1968, hace 50 años, fue a Mendoza, Buenos Aires y San Martín de Los Andes, así que es parte del territorio de afectos que nosotros tenemos, y nos da mucho gusto además hacerlo en esta formación de trío de los tres viejos miembros de Inti Illimani. Aparte de las amistades que tenemos allá.

Argentina está en el ADN de nuestra historia musical”

Para los que no lo han escuchado, ¿qué particularidades tiene este formato de trío a comparación de la banda completa?

— Fundamentalmente diría que es una síntesis de los aspectos más característicos de nuestra música: la guitarra, el charango y también los instrumentos de viento y la voz. Ha sido en realidad una incursión muy interesante. Hemos descubierto que en este formato tal vez los temas destilen algo distinto de lo que es la formación más completa, y es cómo uno individualmente se somete a esta experiencia lo que es definitivamente distinto. A nosotros nos gusta mucho hacerlo, lo hacemos a menudo en Santiago, y creo que se podrían apreciar con más nitidez cuestiones bastante esenciales de nuestra manera de concebir la música latinoamericana y nuestras creaciones. Vale la pena apreciar este modo bastante esencial diría yo de hacer música.

¿Qué época de Inti Illimani se va a tocar más en el repertorio del show?

— Vamos a hablar harto de la parte del repertorio inicial del grupo, pero luego este formato de trío nos da espacio para algunas gracias individuales, como tocar alguna pieza clásica. Es un espectáculo que, creo yo, nos lleva a un mundo más íntimo, por una parte, y por otra a apreciar incluso el modo en que nacieron algunas de las canciones de las piezas típicas nuestras, como El Mercado Testaccio -que la vamos a tocar casi tal como nació-.

Recientemente fuiste nominado al Salón de la Fama de los Compositores Latinos, en Miami, junto a artistas como Charly García o Rubén Rada. ¿Qué se siente este reconocimiento?

— Me siento un poco “pollo en corral ajeno”. Me parece increíble que alguien se haya ocupado de inscribirme a mí que soy más músico, menos trovador, pero que alguien vea en lo que yo hago aspectos notables me llena de felicidad. No quiero ser falso modesto. Yo soy admirador de Charly (García), de Rubén Rada, creo que nuestro continente tiene músicos notables, y me parece muy meritorio -no por mí- que hayan pensado en esta parte del Cono Sur, que es una música vista desde Miami o de México como bastante “exótica” -por no decir rara-, que tiene otro curso. Eso me parece interesante, y ojalá que yo pueda ir a Miami a recibir un premio (risas).

Ya son algo más de 50 años de Inti Illimani. ¿Cuánto sienten que ha cambiado todo? ¿Qué ha cambiado de la música para ustedes?

— Yo tengo una idea de venir haciendo una música que tiene un núcleo muy parecido desde los inicios a lo último, tal vez valga mucho eso que se dice respecto de la literatura, que “uno está escribiendo siempre el mismo libro”, yo creo que uno está tratando de hacer siempre la misma música, tratando de lanzar un mensaje que tiene características, que tendrá -ojalá- profundidades, pero es siempre la variación de un mismo tema. Lo que ha cambiado brutalmente es el mundo que nos rodea, que ha ido acompañando esta necesidad de hacer música, que es la pasión que yo tengo. El tiempo ha pasado de manera muy rápida, muy ráuda, y siento que Inti Illimani nació antes de ayer, hace muy poco. Mis inquietudes cuando tenía 15 años, que llegaba con mi guitarra cuando entré al grupo, son muy parecidas a las de ahora. Eran incontrolados ímpetus de hacer una música de un mundo por inventar, un mundo desconocido. Alguien dijo, por ahí un periodista de Estados Unidos que una vez en los 80′ nos vio en Washington, presentando Palimpsesto, escribió en el Washington Post que había escuchado a un grupo chileno “que hacía un folclore en busca de país”. Eso a mí me impactó mucho, estábamos alucinados, pero creo que justo hablar de eso, de una música atemporal, como es el problema que nos sitúa al exilio, y un folclore que nosotros hemos inventado que tal vez tenga que ver con un país imaginario, que es un país lleno de buenas cosas, pero que bien vale la pena como toda buena utopía tenerla presente siempre. Esos han sido los años de la música de Inti Illimani.

Siento que Inti Illimani nació antes de ayer, hace muy poco”

Hay algunas canciones de las que tocan en su repertorio, como “El pueblo unido”, que por más que pasen los años no pierden vigencia y siguen siendo un himno de resistencia…

— No la pierde entre otras cosas porque es una melodía muy linda, el valor está en el descubrimiento de llevar una consigna que nació en la calle, en los últimos meses del gobierno de Allende, a una canción. Ese es un mérito de Sergio Ortega, el autor, amigo nuestro, maestro. El otro mérito es que es una canción llena de añoranzas, muy romántica, de cosas casi imposibles, ¿no? La consigna del pueblo unido. ¿Cuándo se va a unir el pueblo? Es incontestable eso. Y tiene esa maravilla de música que uno hace que siempre la cante con un nudo en la garganta.

El exilio es una parte imposible de no tocar a la hora de hablar de la historia de Inti Illimani. A ustedes el Golpe de Estado los agarra girando por Europa. ¿Cómo fue vivir eso desde allá? ¿Cuánto les afectó en su arte?

— Sin dudas que el exilio marca mucho la vida de nuestro grupo. Personalmente hablando, para mí significó vivir desde los 21 años hasta los 38. Es decir, crecer, educarme, en muchos aspectos importantes para todo ser humano, en Italia, en Roma, y de ahí recorriendo más de 50 países. El exilio creo que es un antes y un después en nuestra música. Le quitó mucho provincialismo a nuestra mirada. Nos situó en un espacio también vago, diría yo, de límites muy difusos, que seguimos viviéndolo porque de alguna forma ese exilio se transforma en una nueva nostalgia. Todo eso creo que se traduce en notas musicales, en maneras, en modos de acomodar los instrumentos, que es muy difícil esquivar, porque finalmente es una parte muy sustanciosa la que nosotros vivimos allí.

El exilio es un antes y un después en nuestra música”

¿Cómo era seguir las noticias desde allá de lo que ocurría en Chile? Como enterarse de la muerte de Víctor Jara, por ejemplo.

— Eso fue horrible. Eso fue muy tremendo. Yo creo que también a nosotros nos marcó artística y humanamente de manera definitiva, porque claro, yo creo que una de las gracias, mirando un poco de la historia de la canción en latinoamérica, hablando de Atahualpa Yupanqui en adelante, es muy importante entender que la preocupación, que la ética que rondaba nuestro quehacer tenía que ver nuestra preocupación por los demás, por el otro. No era un canto muy ensimismado, eso puede incluso ser un punto en contra, pero la verdad es que nosotros nacimos en esa época en que la aldea y la comunidad era mucho más importante que penurias propias. Era más importante cantar por los demás que cantar por uno mismo. Y visto desde el exilio que se barriera de manera cruel y se acabara con la vida de amigos y se desarticulara completamente lo que era el movimiento, era una cosa muy fuerte, muy terrible. Entonces también hay un aspecto muy doloroso que surge cuando uno piensa en eso, pero también hay que imaginarse que era lo que nosotros pensábamos durante el exilio, que doblegarnos o sucumbir era entregarles en bandeja un éxito que no se merecían los militares.

En esa época, la comunidad era mucho más importante que penurias propias. Era más importante cantar por los demás que cantar por uno mismo”

Me quedé con esa frase de que antes era “cantar por los demás y no por uno mismo”. ¿Hoy se ha perdido eso?

— Creo que no. Intento ser un hombre optimista. Creo que las cosas no se repiten de la misma manera. El arte, la música, la cultura, es una sucesión de hechos que van siempre donde la historia juega un rol muy importante. En algunos casos se olvida la historia y se vuelve a tropezar con la misma piedra. Pero creo que en el caso de la música y el arte por lo menos hay que esforzarse por entender que es un patrimonio que hay que mirar, considerar. Como decía Ígor Stravinski, uno de los compositores que yo amo, que hay que componer siempre mirando con el espejo retrovisor. Teniendo muy presente la tradición, el arte popular, no para imitarlo, sino para tenerlo afectivamente presente. De lo contrario pareciera que las cosas que se hacen carecen de un alma, y creo que con la Nueva Canción Chilena en general, con Atahualpa (Yupanqui), con Mercedes (Sosa), todos los creadores importantes argentinos, deben estar siempre presentes, no para imitarlo sino para considerarlos y tenerlos en el afecto. Ahí es donde aparecen las notas y se va haciendo de la historia de la música también una cadena de acontecimientos, y eso es lo que nos pasa también un poco a nosotros. A mí me da un poco de vergüenza cuando imitan a Inti Illimani, porque lo importante no es que lo imiten sino que lo tengan en consideración, pero nada más que eso.

Hablando del mundo que nos rodea: en Chile ha vuelto a la presidencia Sebastián Piñera, en Argentina está Mauricio Macri, todo lo que ocurrió en Brasil con Lula. ¿Qué lectura hacés?

— Es complicada la cosa. Estamos viviendo la vida cíclica y nos está tocando jugar en un momento claro, donde creo que lo importante es luchar por que se entienda que con el arte, con la cultura, con la música, no se puede jugar, no se puede menospreciar, porque es lo más importante, es el modo en que trascienden los pueblos. Me preocupa mucho que exista liviandad respecto del fenómeno de la cultura, y de que la gente pueda acceder a este espacio de libertad que es el arte, la cultura, los conciertos. A mi me preocupa mucho porque hoy día priman los números y no prima abaratar los costos de las cosas, prima un modelo de negocio, y todas esas son cosas que dejan en un segundo o tercer plano la cuestión cultural. Y sin la cuestión cultural y la educacional estamos jodidos pensando en el futuro.

Que sepan que con el arte no se puede jugar, es el modo en que trascienden los pueblos”

¿En qué estado se encuentra actualmente el conflicto por el nombre “Inti Illimani”?

— Es un divorcio muy antipático este que tuvimos hace ya 15 años. Yo no conozco y no sé lo que es un divorcio porque vivo enamorado hace 50 años con la misma compañera mía, pero sospecho que es una cosa muy terrible después de vivir este problema con el nombre. Yo creo que el otro grupo (Inti Illimani Nuevo) no ha cumplido con la obligación de llamarse Nuevo, que era lo que judicialmente deberían haber hecho. Nosotros nos llamamos Histórico no porque se nos ocurrió a nosotros sino por una decisión judicial que nos obligó a ello, en la fundamentación de que nosotros habíamos hecho las músicas. Inti Illimani es una manera de hacer música, y no una cualquiera, sino que hacen individuos bastante precisas.