Por Elisa Soldano

Hace algunos años, un grupo de jóvenes rosarinos crearon Iruya: un proyecto musical que nació bajo un formato acústico y con la idea original de que sea una “banda de mujeres”, pero el correr del tiempo y su efecto transformador consolidó una propuesta artística algo diferente, que decantó en “La Piel de la tierra”, el primer disco del conjunto.

Iruya está conformada por Eugenia Muratti (voz y segunda guitarra), Julieta Micheletti (voz y teclas), Santiago Silvagni (guitarra) y Estefanía Reñones (bajo). En una entrevista con Conclusión, los músicos repasaron el recorrido de la banda desde sus inicios, las presentaciones en bares y festivales de la ciudad, la tarea de componer y el proceso de grabar el disco.

Este proyecto inició en el 2017, luego de que Muratti y Micheletti se conocieran en una actividad artística organizada por la Municipalidad de Rosario. “Éramos solamente guitarra y dos voces. Al principio queríamos hacer una banda de mujeres, pero no habíamos definido nada. Empezamos a elaborar temas propios y a discutir qué buscábamos, qué músicos integrar al grupo y qué influencias íbamos a tener”, recordó la guitarrista.

Paralelamente, Muratti conoció a Silvagni a través de las redes sociales y quedó fascinada con el estilo del guitarrista. Esto llevó a que el dúo original revea sus objetivos y decida dejar de lado el proyecto de una banda de mujeres. Así fue como el guitarrista entró al grupo. Iruya ya era un trío que se encaminaba a un arduo trabajo compositivo y pedía ruedo en el escenario local.

Entre la composición y los shows en vivo

A pesar de que en sus primeros pasos en el ambiente local la banda interpretaba covers de los más diferentes estilos (el repertorio llegó a incluir un carnavalito seguido por temas de Fito Páez), el objetivo de Iruya era claro y apuntaba a los temas propios. Esto llevó a que en el primer año y medio de vida del grupo prodomine el trabajo compositivo. “No empezamos por salir a tocar, sino que nos encerramos a componer. Así armamos un repertorio de muchos temas, algunos quedaron afuera del disco”, relató Silvagni a este medio.

Y Muratti agregó: “Yo nos considero muy prolíficos en el trabajo compositivo, pero también le dedicamos mucha atención a eso porque era lo que queríamos. A los temas después los teníamos que tocar ante la gente para saber qué impacto tenían”.

Con un puñado de canciones propias en la mano y en la garganta, la necesidad de darlas al conocer al público era grande y las presentaciones en diferentes espacios de Rosario no se hicieron esperar. Bares, pubs, festivales, centros culturales y hasta el Galpón de la Música fueron algunos de los escenarios por los que Iruya pasó sembrando música.

Las presentaciones en vivo tuvieron una doble cara para el grupo. Por un lado, cada show les permitió sumar experiencia, crecer como banda y desarrollarse en diferentes terrenos. Pero por otro, los músicos sufrieron –en algunas oportunidades- la precarización, las malas condiciones laborales y sonoras y la poca remuneración económica que ciertos espacios ofrecían.

Consultada sobre la respuesta del público, Muratti indicó: “Diría que hay tres tipos de público. Está el disperso que por ahí agarra algo, el que presta atención y el que no presta atención. Y a eso lo tuvimos en todos los shows. En los centros culturales o festivales hay una predisposición mayor al trabajo de los músicos”.

Un nombre de emociones y el estilo definido

Con los objetivos y las ideas del grupo listos, quedaba resolver un detalle no menor: el nombre. Para ese momento, los músicos estaban planeando un viaje por el norte argentino (que finalmente se frustró) y, al observar en el mapa la palabra Iruya –en referencia a un pueblo salteño- los tres estuvieron de acuerdo en que el grupo se llame así.

“Todo el mundo tenía como una afinidad con ese pueblito”, dijo Muratti, y señaló que aún hoy este aspecto se ve reflejado en la reacción de algunas personas cuando conocen el nombre de la banda. Hubo quien se emocionó hasta las lágrimas por el recuerdo de Iruya. “Está bueno que un nombre te lleve a un lugar o a un recuerdo lindo”, señaló Silvagni.

Además de los cuatro músicos, el equipo Iruya también está conformado por Iona Rigonat y León Pavón, quienes se encargan del vestuario, la puesta en escena, el trabajo de diseño y de imagen. “Su incorporación fue muy importante porque empezamos a pensar el perfil de la banda, redes sociales y público. Inconscientemente nos dieron una idea sobre qué sonoridad generar en el disco”, recordaron los artistas.

El poder desarrollar una imagen y un estilo propio, permitió que el grupo se despegue de comparaciones que eran usuales, como las que los asociaba, por ejemplo, con Perotá Chingó. “Hay que entender que el público te tiene que asociar con algo en un comienzo”, señaló Muratti.

Y Silvagni agregó: “Nos costó desprendernos un poco de esas comparaciones porque tal vez generábamos una imagen similar por lo acústico, pero ahora es como que ya somos Iruya y nos entienden así. Es hermoso que te comparen, pero el músico siempre quiere hacer algo con una impronta propia”.

La Piel de la Tierra

El proceso de grabación del “La Piel de la Tierra”, el primer disco de Iruya, llevó dos años y finalmente se publicó en mayo pasado, aunque los músicos aclararon que la fecha de lanzamiento estaba prevista para noviembre del 2019, pero por cuestiones burocráticas se retrasó.

“Nuestro productor (Bruno “el porra” Rosso) nos dijo que el disco podía ser como lo tocás en vivo o podía ser una obra de arte con un montón de cosas que lo hacía intocable en un show. Primero fuimos por lo acústico, pero cuando empezamos a grabar inconscientemente nos fuimos para el otro lado”, relató el guitarrista.

“No fue tan inconsciente, yo en un momento tiré todo por la ventana. Quería violines, buenos efectos de sonido, no quería sonar como en el vivo porque el proceso de grabación es hermoso y hay que aprovecharlo en el momento”, añadió Muratti.

“Los temas nos hacían ver que daban para más. Una canción grabada caseramente por ahí no podía desarrollar todo su potencial”, señalaron los músicos. Sin embargo, destacaron que las dos cortinas que presenta el disco – “La Piel de la Tierra” e “Iruya”- sí tuvieron una grabación casera, la cual se realizó en una noche. La canción que toma el nombre de la banda presenta una especie de collage que reúne breves declaraciones de grandes artistas como John Lennon, Luis Alberto Spinetta, Charly García y Mercedes Sosa, entre otros. A través de este recurso, la banda emitió un mensaje político pero a la vez una carta de presentación.

“Fue como un descargo. Estábamos en una época muy rebelde, enojados con muchas cosas que pasaban en la música y de alguna manera estos artistas reflejan cómo nosotros entendemos este trabajo. Creo que hay que darse cuenta en algún punto de lo importante que es la música militante y política, que interpele. Todos los artistas que elegimos aportaron una visión política desde la música. Pero también tratamos de reflejarnos a nosotros mismos, desde dónde partimos haciendo la música y cómo queremos hacerlo”, detalló Muratti.

El disco cuenta también con músicos invitados: Lucía Móttola grabó el violín que suena en “Revestimiento y sensibilidad”, el siku de “Profundamente” estuvo a cargo de Camila Marucci, Bruno Rosso tocó la batería en “Libre Amor” y Luciana Harreguy agregó la percusión.

Revestimiento y sensibilidad

El disco cierra con la canción “Revestimiento y sensibilidad”, la cual guarda una historia de horror, amistad y abuso policial que los integrantes de Iruya vivieron en carne propia.

La historia nace en 2017. A meses del asesinato de la bibliotecaria María de los Ángeles París, un grupo de jóvenes –amigos y amigas de la familia de la mujer, entre quienes se encontraban algunos integrantes de la banda– consideraban que no se estaba avanzando mucho en el caso y decidieron salir a pintar la frase ‘María de los Ángeles presente’ por el centro de la ciudad.

“No pensábamos la gravedad de las consecuencias; convocamos a unas siete personas y fuimos a pintar. Obviamente los vecinos nos denunciaron y la policía nos empezó a buscar. En un momento nos paró una furgoneta y bajó un efectivo con un arma terrible y nos llevaron a la Comisaría 2º (Paraguay y San Juan), donde nos retuvieron en un cuarto de detención”, relataron los protagonistas de esta experiencia.

Y concluyeron: “Ahí nos hicieron la vida imposible. Terminamos saliendo como a las seis de la mañana y dijimos que teníamos que hacer una canción de todo eso, así que hicimos la letra que tiene que ver con la experiencia de estar ahí y encima por graffitear”.

Los sueños y el futuro

Dentro de Iruya, quien dice futuro –y pospandemia- dice presentación del disco en vivo. Para esto, el grupo deberá definir cómo traslada este material “intocable en shows” a los escenarios. Sin embargo, y animados a soñar, los integrantes de Iruya se aventuraron a expresar sus deseos para el proyecto.

“A mí siempre me gustó la idea de que Iruya sea una banda nómade, que la música viaje y que se abran caminos no solamente en Rosario sino en distintos sectores del país y quien no dice Latinoamérica, ese es un sueño. Siempre me gustó la idea de que la música viaje y llegue, aunque sea a cinco personas, con eso yo ya soy feliz”, detalló Silvagni.

“Yo quiero un proyecto sólido, que perdure. Me gustaría poder generar una forma de interactuar con el público que no sea jerárquica. Espero llegar a mucha gente que capte el mensaje que queremos dar, que es lo más importante. Las letras son importantes, la lírica es importante. Me gusta la fama pero no la fama de superficialidad, sino poder llegarle a la gente. Quisiera poder replicar lo que muchos artistas causaron en mí, a otras personas”, cerró Muratti.

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