Por Mario Luzuriaga – Florencia Vizzi

Marcos López no es simplemente un fotógrafo, es un artista que le dio sello propio para retratar. Nacido en la ciudad de Santa Fe, y luego de casi empezar la carrera de Ingeniería, decide explorar su pasión por la fotografía y a medida que pasaban los años logró documentar lo que se denominó «Pop latino»; una serie de imágenes que reflejaba de manera grotesca lo vivido en los años noventa.

En esta oportunidad, el artista llega a Rosario el jueves 27, para brindar una charla en el marco del 30º aniversario del Concurso Nacional de Fotografía, organizado por el Grupo San Cristóbal. Allí hará una introducción a diferentes temas que tienen que ver con la dirección de actores, el retrato, la puesta en escena, la fotografía documental, el encuadre, los puntos áureos, la composición y el uso del teleobjetivo, entre otros.

Conclusión dialogó con el fotógrafo antes de su presentación

—¿Cuáles son las expectativas para esta charla?

—La mayor expectativa es motivar a los posibles participantes; y voy a dar diversos estilos fotográficos como ser retratos, paisajes y puestas en escena. Pero lo que más me interesa es movilizar los procesos creativos de la gente que vaya a la charla. Usar el concurso como un incentivo a la creatividad y a moverles el piso en los esquemas de creación de imagen.

—¿Qué fue lo que te motivó a que te dediques de lleno a la fotografía?

—Yo soy un caso muy especial porque tuve una vocación muy clara, ya que a los 17 años hice mi primer curso de fotografía como hobby. Estaba a punto de empezar la carrera de Ingeniería, pero cuando descubrí la imagen y la fotografía claramente nunca más la pude dejar. Tengo una vocación de comunicación, de expresión, absolutamente estructural. De hecho después me dediqué al cine, al teatro y a la pintura; sigo buscando imágenes por distintos caminos.

—A lo largo de tu obra confluyen varios estilo, ¿Cómo es la evolución para ese pasaje creativo?

—En un momento yo había consolidado toda una técnica de retratos en blanco y negro y en fotografía documental; y sentí que eso ya lo sabía. Era la época del menemismo, el dólar barato y el «todo por $2»; y se me ocurrió hacer una imagen como si fuera una patria de cartón pintado, de plástico barato y de anteojos de Taiwan. Entonces se me ocurre crear la serie «Pop latino».

¿Definirías el «Pop latino» lo que sucedió en esa época?

—Eso fue un detonador. Si uno ve con detenimiento la serie de fotos «Pop latino», tienen un subtexto melancólico, trágico; es como un carnaval trágico, no es un divertimento artificial. Yo uso el color saturado como un lenguaje, pero me interesa investigar el color en la cuestión del consumo. Por eso lo relaciono con el arte pop, la moda y parecen esas publicidades de mala calidad.

—Pasando a un tema más actual ¿Qué opinión tenes en cuanto a la proliferación de las «selfies»?

—Pienso que fue tan fuerte lo que ha pasado en estos últimos años con los teléfonos y las redes sociales, que creo que generan más angustia en las personas y es como un exceso de comunicación que estamos todos desorientados. Uno sube a un vagón de subte, a una sala vip de un aeropuerto y están todos mirando el telefonito, fue tan revolucionario que todavía no tenemos noción de la complejidad de ese exceso de comunicación.

—Con respecto a a sus colegas ¿Has encontrado algo que te sorprenda genuinamente en estos últimos tiempos?

—Yo me aburro mucho mirando fotos, me refugio en algunos clásicos de los años cincuenta y no miro mucha fotografía. En mis talleres lo que trato de decirle a la gente, es que se saque la mochila del éxito y de vender. Últimamente creo que ya hay demasiada fotografía.

—Se que incursionaste por el lado del cine ¿Cómo se te ocurrió hacer un documental sobre Ramón Ayala?

—Yo quería hacer una investigación dentro de la entrañas de la selva guaraní. Yo soy de Santa Fe, siempre me interesaba el río y también Ramón Ayala como un viaje río arriba al Alto Paraná. Ramón Ayala me sirvió como capitán de viaje hacia el corazón de mis raíces. Es un gran poeta que no era muy conocido.