El secretario general de la Federación Judicial Argentina (FJA), Matías Fachal, calificó de “grave” la asunción de Horacio Rosatti al frente del Consejo de la Magistratura, siendo este el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, tras valerse de la reposición de una ley derogada en 1997.

En tal sentido, Fachal pidó “democratizar” el Poder Judicial ya que “es el último reducto conservador del establishment en el Estado para impedir cualquier transformación de la realidad”.

“La Corte Suprema de Justicia de la Nación, con un juez que aceptó ser designado por decreto y se autovotó como su presidente, repone una Ley derogada en el 2006 sobre el Consejo de la Magistratura de la Nación, a través de un fallo firmado por quien, a su vez, pretende también presidir dicho órgano. Mínimo, deberían haberse excusado de entender en esa causa y que intervinieran conjueces”, aseguró el titular de la FJA.

Más adelante, consideró que “habría que ver si no están para el juicio político” ya que lo ocurrido “es de una gravedad institucional inusitada y hay que evitarlo” y reclamó: “Urge democratizar el Poder Judicial”.

“La reforma del Consejo de la Magistratura que pretende imponer la Corte solo profundiza la disputa entre corporaciones por el manejo presupuestario y las designaciones de magistrados y personal, porque no plantea la democratización del Poder Judicial como necesita nuestro pueblo”, añadió el sindicalista.

Enseguida, Fachal subrayó que “volver a darle la presidencia de ese órgano al presidente de la Corte, es remontarse al oscurantismo de la mayoría automática”, y agregó: “Ya vimos esta película hace más de 20 años y sabemos cómo termina”.

Finalmente, el secretario general de FJA desarrolló: “Cada 2, 3 o 4 años, los ciudadanos votamos nuestros representantes en los Legislativos y Ejecutivos nacionales, provinciales y locales; a nuestros dirigentes sindicales, centros de estudiantes, consejeros escolares y hasta a las autoridades del club de barrio o del centro de jubilados. Pero sin embargo nos niegan la integración popular y democrática en la selección y designación de quienes, durante 30, 40 y 50 años definen con sus fallos cada detalle de nuestra vida cotidiana”.