La Batalla de Caseros, que se disputó el 3 de febrero de 1852 en la cañada de Morón, constituyó un quiebre de época que terminó con el mandato de Juan Manuel de Rosas y puso en evidencia los reclamos de las provincias hacia la hegemonía porteña. Aun así, la nueva etapa estuvo lejos de terminar con las disputas provinciales, que por el contrario se tornaron más encendidos que nunca.

Aquel suceso que inició a las 10 de la mañana del tercer día de febrero fue central en la historia argentina. Las fuerzas del Ejército Grande encabezado por Justo José de Urquiza y las tropas de Juan Manuel de Rosas chocaron armas, pero antes posturas sobre el modelo de organización constitucional que debía regir.

La batalla duró tres horas, se desarrolló en la localidad de El Palomar, donde actualmente está emplazado el Colegio Militar de la Nación, y tuvo como protagonistas a casi 50.000 soldados de los bandos federales, encabezados por Rosas, y unitarios, al comando de Urquiza.

Si bien el choque comenzó en horas de la mañana de ese 3 de febrero, el conflicto surgió mucho antes. Desde su asunción al frente de la gobernación de Buenos Aires en 1829, Rosas se opuso a la organización nacional y a la sanción de una Constitución, debido a que esto se hubiese traducido a la distribución de rentas aduaneras con los distintos puntos del país, repartiendo el poderío porteño basado en el potencial de sus arcas.

Fue un exaliado rosista el que, a partir de 1851, tomó la decisión de encarar la disputa con el gobierno bonaerense y preparó a sus fuerzas en el denominado Ejército Grande. Esta alianza unitaria que vencería en Caseros enarbolaba dos ideas principales: primero, establecer una Constitución Nacional que organice el país y disminuya el poder de Rosas; en segundo lugar, pero no menos importante, en términos económicos exigía la libre circulación de los ríos interiores y el comercio exterior por cuenta de las provincias, algo que tendría como principal beneficiario al Litoral.

En núcleo, el conflicto tenía esa raigambre económica: Entre Ríos -gobernada por Urquiza- reclamaba esa libre circulación para habilitar el intercambio de su producción con el exterior sin necesidad de pasar por Buenos Aires.

Los impactos de la batalla de Caseros no aparecieron de modo instantáneo, pero sus principales efectos se vieron -precisamente- en el plano económico y social, con reformas institucionales, la llegada masiva de inmigrantes y el arribo de capitales trasnacionales, algo que se complementó con la llegada al poder de líderes liberales. Para el historiador Ignacio Zubzizarreta, es en ese momento que nació la asociación de Argentina como «granero del mundo».

El triunfo de los unitarios en la batalla del 3 de febrero de 1852 posibilitó avanzar hacia la consolidación de una república con división de poderes y esquivar la acumulación de poder en la figura de Rosas y la provincia de Buenos Aires, sin embargo todavía quedaban por delante varios años de guerra civil antes de que se consiga la unificación del territorio.

Urquiza logró aquella victoria con el apoyo militar de Uruguay y Brasil, algo que le permitió transitar hasta territorio bonaerense sin padecer contratiempos. Así alcanzó El Palomar, donde estaba el ejército rosista, y disparó un enfrentamiento que expuso a sangre y fuego varias de las tensiones cargadas desde la Revolución de Mayo.