Por: Alejandro Maidana

El 1 de agosto la desaparición forzada de un muchacho de 28 años en el departamento de Cushamen, Chubut, dispararía una división medular dentro de la sociedad. El camino encontraría a Santiago Maldonado solidarizándose una vez más con una causa justa, en esta oportunidad, el reclamo de tierras por parte de la Comunidad Pu Lof.

La desmemoria y el relato oficial a lo largo de los años, supo aplastar con la potencia de un yunque, toda capacidad de reflexión sobre el derecho de nuestros pueblos preexistentes a lo largo de su historia. Y Santiago estaba allí, exponiendo su carne junto a los que consideraba sus hermanos, los Mapuches.

El final es de público conocimiento, el cuerpo sin vida de este pibe sensible y comprometido, aparecería sobre el lecho del río Chubut. Acusando un impacto profundo y conmovido por la noticia, un docente de taller decidió honrar su imagen llevando un parche con el dibujo de Santiago sobre su espalda. Allí comenzaría a ser interpelado y a recibir presiones por parte de sus superiores debido a la decisión tomada.

Guillermo Ragazzo decidió dialogar con Conclusión, agotado del doble estándar que maneja el sistema educativo: “esto comienza en una feria que se llevó a cabo el 18 de octubre en San Lorenzo en donde me toca participar como docente. La fecha coincidía con la aparición del cuerpo de Maldonado lo que me empuja a tomar la decisión de homenajearlo con un parche sobre la espalda de mi delantal”.   

El maestro comenzaría desde ese mismo momento, a transitar por situaciones a las que considera no sólo injustas, sino también infundadas.

“Cuando el director de la institución en donde me desempeño se percata de la situación, me exige que me lo retire. El argumento que utiliza es que en ese lugar no se hacía política, cosa que le escapaba a la realidad, ya que en el mismo encuentro se encontraba un candidato a concejal al cual no le dijeron nada, siendo ésta una clara actitud proselitista y no la mía” indicaba Ragazzo.

Las jornadas se trasladarían a la ciudad de Rosario, la plaza San Martín sería el escenario elegido para las mismas. Allí se volvería a repetir el cuadro de situación; “estuvimos desde muy temprano organizando todos los stands para tener una jornada amena. Lamentablemente la misma se vio empañada ya que se renueva el choque con la dirección del establecimiento. En esta oportunidad cambie el parche, y decidí ponerme uno que recuerde a Santiago como se lo merecía. No tuve suerte ya que esta persona ofuscada decidió convocar a la supervisora para ponerle fin a la discusión”, agregaba.

Guillermo Ragazzo alude una innecesaria persecución; “el parche no molestaba a nadie, se encontraba sobre mi espalda, no estaba ni volanteando ni incitando al debate con los alumnos. Tengo fundamentos para creer que se trata de una persecución, ya que tiempo atrás esta misma supervisora desoyó un reclamo legitimo que le hice llegar. Es evidente que para el sistema y el statu quo es más peligroso un parche, que las denuncias por maltrato laboral que me tocó realizar”, enfatizaba sobre la intervención de la supervisora.

“El año pasado sufrí un hostigamiento notable por parte de la dirección del taller número 98. Jamás pensé vivir una situación de esas características, sufrí imposiciones de todo tipo a la hora de dictar los talleres, desautorizaciones radicales frente a mis alumnos, y en esa oportunidad no encontré eco de nada, ni de nadie. Este maltrato se extendía hacia otros compañeros que por miedo prefirieron no hablar”.

El maestro hace hincapié en lo paradójico de la situación vivida, ya que cuando elevó la queja mencionada, recibió una respuesta repudiable; “la supervisora en ese momento me dijo que si no estaba cómodo que busque otra escuela. Algo que me chocó mucho, ya que sólo perseguía respeto y evitar situaciones desagradables que se venían sucediendo ante el silencio cómplice de las mayorías”, concluyó.

Guillermo Ragazzo es consciente que esto puede traerle complicaciones, ya que es docente reemplazante. Sin embargo decidió romper el silencio para que otros dejen de padecer lo que a él le tocó sufrir en carne propia. No duda en criticar el sistema educativo, el mismo que le tiene más miedo a un parche con un dibujo de Santiago Maldonado, que el camino espinoso que puedan transitar en soledad alumnos y docentes.