Por Alejandro Maidana

El transgénico ingresó al territorio argentino en 1996 y desde allí fue forjando un crecimiento sostenido. Argentina ocupa hoy el tercer lugar de los países con mayor área cultivada con transgénicos, superando claramente las 25 millones de hectáreas.

¿Qué son los transgénicos?

Se llama transgénico a todo ser vivo modificado genéticamente de forma artificial, a quien se le insertan genes de otra especie. Hasta aquí, podría no llamar la atención de los consumidores. Pero claro, aún no se ha mencionado a los herbicidas que completan el paquete.

Estas semillas están creadas para resistir el uso de plaguicidas provenientes de la misma firma que los comercializa. Por ende, ¿uno sabe qué es lo que está comiendo? ¿Se encuentra uno expuesto a los químicos que vienen con las frutas y verduras? Preguntas que tienen respuestas, y las mismas buscan generar ese cimbronazo en la conciencia alimenticia de un pueblo que duerme el sueño que impulsan los inescrupulosos.

Cecilia Bianco es coordinadora del área Tóxicos del Taller Ecologista de Rosario y, consultada por Conclusión sobre esta temática, indicó: “La realidad es tan concreta como demoledora. Todo lo que ponemos en el plato cuenta con una base legal para ser fumigado. Desde mi punto de vista no existen controles. Hace un tiempo consulté sobre qué pasa, cuando analizada una verdura antes de ser puesta a la venta encuentran que se superan los límites permitidos. Lamentablemente no hubo respuestas”.

“Lo que es sabido, debido a que fueron sometidos a variados análisis, es que tanto la frutilla, albahaca, salvia, como el perejil, eneldo, cilantro, berro, romero, tomillo y orégano, son sometidos a un cóctel de pesticidas en función de los insectos que las ataquen. No tenemos dudas de que estos alimentos no pasan por ningún control, a sabiendas del daño que pueden producir los químicos que cargan. Los efectos que nuestro cuerpo puede sufrir están relacionados al sistema endócrino, con los variados y terribles daños para nuestra salud”, finalizó la especialista.

Cuatro de cada diez productos contienen sustancias prohibidas

Hace algunos días, un estudio realizado por organismos de la UBA y la Universidad Nacional de La Plata, arrojaron que 4 de cada 10 productos tienen sustancias prohibidas o superan el límite permitido. El plaguicida, un aderezo que nadie elegiría a la hora de servir un plato para degustar en familia.

Los análisis realizados arrojaron que al menos el 42% de las muestras contenían agrotóxicos que superaban los límites máximos de residuos (LMR) establecidos por el Senasa. Pero si sólo se tienen en cuenta las frutas, verduras y hortalizas, la cifra trepa al 63%. Dicha investigación también pudo corroborar que algunas muestras tenían Paratión, un plaguicida prohibido como todo organoclorado.

Alcides Ghiglione pertenece al Grupo Ecologista Génesis y, sobre lo antes mencionado afirmó: “Sin dudas, en la mesa aparte de poner alimentos ponemos veneno. Los productores hoy sólo están abocados a producir ganancias, no alimentos nutritivos para la población. Ese es el mayor problema que tenemos. Siempre digo que tenemos el potencial necesario para producir sin agroquímicos. Podemos alimentar si es necesario a 400 millones de personas, si bien hoy apenas superamos los 40 en nuestro país”.

La falta de políticas por parte del Estado es una pieza fundamental a la hora de consolidar este modelo de cultivo. “Se deben fomentar las producciones agroecológicas, y si bien hay muchos productores que se van volcando a lo orgánico, desde el Estado falta ese impulso necesario. Tanto en Buenos Aires como en nuestra provincia hay un importante rebrote de lo orgánico, como es el caso de Bouquet y Zavalla. En este último lugar se logró ponerle freno al funcionamiento del silo que se encontraba en el medio del pueblo, claro que con una importante juntada de firmas previas, pero esto demuestra que con el compromiso de la población y decisión política se puede cambiar el rumbo”, expresó Ghiglione.

El activista de este grupo que viene defendiendo al medio ambiente desde 1987, se sometió hace un tiempo a un análisis de sangre para saber con qué químico carga su cuerpo. El mismo arrojó endosulfan. Si alguien que vive en la ciudad tiene este químico en su sangre, ¿hay una idea real de lo que pueden padecer aquellos que viven expuestos a las fumigaciones?

Ghiglione sostiene que los consumidores “somos los que tenemos el poder de elegir entre poner en nuestras mesas veneno o alimentos orgánicos”.

Se necesita de una revolución cultural para transformar lo que el mercado siempre va a intentar imponer. Elegir lo saludable es una opción y la decisión depende de uno mismo.