Por Alejandro Maidana

Días atrás centenares de personas presentaron “signos de shock, depresión del sensorio, dificultad respiratoria, excitación psicomotriz”, con antecedentes de consumo reciente de “cocaína adulterada”. Más de veinte perdieron sus vidas prácticamente de manera inmediata, mientras que decenas debieron ser internado por cursar cuadros de intoxicación muy severos. Una escabrosa realidad que se paseó desnuda a la vista de todas y todos, a sabiendas que los interrogantes le siguen ganando por goleada a las postergadas respuestas.

Este escenario que a muchos los sorprendió por su rápido y siniestro desenlace, debe impulsar necesariamente a la profundización responsable de un debate sobre drogas que, hasta la actualidad, se muestra raquítico y plagado de empalagosos eslóganes. A la conocida falta de respuestas estatales, se le suma una peligrosa manipulación mediática en torno a los estereotipos peligrosos, una insana costumbre de anclar solo la problemática en quienes ofician de “transas”, para mantenerse lejos de emancipadoras preguntas ¿Quiénes lavan el dinero narco? ¿Cómo se financian las campañas políticas? ¿Qué rol cumplen la justicia y el estado? ¿El prohibicionismo empuja a la profundización de este flagelo?

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Desgraciadamente los adictos solo son noticia cuando protagonizan un caso policial. Se puede pensar en lo que ocurrió con Chano, Piti Álvarez, o el doloroso suceso mencionado con anterioridad, en donde los medios ponen la mirada en la problemática de la adicción cuando existe un caso rimbombante de carácter policial. Se debería insistir de manera constante en que la adicción es una enfermedad tratable, y que, si hubiera políticas de Salud Pública, y se entendiera a la adicción como una enfermedad que cruza, lastima y lacera todas las relaciones del adicto, y que atraviesa a toda la sociedad, sería una forma de enfocar la adicción en un contexto positivo.

La adicción es una enfermedad multicausal que tiene características de problemáticas de salud mental. Es una problemática de salud, no es un problema de voluntad o actitud, sino que es una enfermedad compulsiva, el adicto no decide consumir, no puede hacer otra cosa sino entra en tratamiento. Por ello desde Conclusión, y con la intención de clarificar y problematizar el debate sobre adicciones, se tomó contacto con Rubén Farías, consejero en adicciones. “La idea de que lo peligroso de la droga es que haya estado adulterada, es un gravísimo error al que debemos interpelar en profundidad. Los que sucedió repentinamente en esta oportunidad con la cocaína cortada, que propició casi de manera inmediata decenas de muertes, es lo que hace esta sustancia lentamente con todos los adictos”.

En el momento más álgido de lo vivido por la adulteración de la cocaína, el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, deslizó un comentario que rápidamente generó controversias disparando una serie interminable de críticas. El funcionario público sostuvo que quienes compraron droga en estas últimas 24 horas tienen que descartarla, ante este comentario, Rubén Farías indicó que “el mismo demuestra una ignorancia supina e impotencia en torno a las respuestas que puede brindar el estado, con respecto a la problemática de la adicción. Por lo menos de este tipo de gente, ya que debe haber gente capacitada, ya que los compradores de drogas en las villas miserias, no compran para diez días, no la guardan tres días, la consumen de manera inmediata. Pude oír a una persona decir que él había comprado droga para mirar un partido de fútbol, alguien que se manifiesta a favor de la legalización de las drogas, pero es importante marcar que la mayoría de los clientes no son recreativos en las villas, son adictos que consumen a diario ¿Ahora se dan cuenta que la droga mata?”

Otro punto importante es lo sanitario, si bien ésta fue una emergencia relacionada que se cobró vidas de manera inmediata, se habla dejando entrever un profundo desconocimiento de la problemática a la que se hace referencia. “Cabe destacar que esto va más allá de la problemática de la adicción, ya que se dieron paros respiratorios producto de la combinación de un opiáceo muy fuerte, con la cocaína. Lamentablemente cada vez que sucede esto, surge la pregunta ¿qué hacemos? ¿qué hace la sociedad con respecto a las personas que transitan el consumo de drogas? La respuesta siempre es la misma, no sabemos. No existe ningún tipo de preparación, de capacitación, no existe la detención temprana, no existe la capacitación sumamente necesaria al personal de salud en torno a la problemática de la adicción, enfatizó el consejero en adicciones.

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Los efectores de salud no están preparados para tratar a adictos, trabajan el síntoma, y en este caso el mismo fue mortal o puso a las personas al borde la muerte. “Lo que sucede ante este tipo de circunstancias, es la manifestación explícita de la ignorancia, la poca capacitación que tienen los profesionales de la salud, que aclaramos no es su responsabilidad, ya que no están formados para tratar adicciones. Cada vez que emerge la problemática de la adicción al plano público, a la opinión pública, considero que es casi una declaración de impotencia. Este hecho puntual no sé cómo debería resolverse, ya que excede mi conocimiento, ahora, no existen políticas de salud pública para el tratamiento de las adicciones, o las que pueden existir, no son suficientes ¿Ahora se dan cuenta que la droga mata? Esto sucede paulatinamente con cientos de miles de adictos en nuestro país a diario”, concluyó.

Por último, es menester destacar que se vuelve a poner en cuestión el consumo problemático, emparentando al mismo con esta último y letal desenlace. De esta afirmación se impone al menos una pregunta ¿Acaso el consumo en sí mismo no refiere a una problemática? De cada persona que lleva adelante un consumo recreativo, hay por lo menos otra, que es adicta, y ante esta realidad, no se puede permanecer neutral, ni intentar evasivas mediante enroscadas colectoras discursivas ¿Ahora se dan cuenta que la droga es mortal?