Por Gisela Gentile

El pasado 9 de octubre se cumplió un año desde que la “Fundación Emperador” adquirió un colectivo con la idea de poder darle forma a un hermoso sueño de inclusión, que día a día está más cerca de convertirse en realidad.

Un esfuerzo mancomunado, que incluye a muchas personas que han aportado su granito de arena para que el poder pasear en familia sea posible. Sí, aunque parezca lejano a la realidad que muchas personas viven, existe un grupo de familias que no pueden vacacionar o disfrutar de una salida, por lo que significa el traslado y la permanencia en otro sitio que no sea el hogar. Ese lugar donde se encuentra todo armado para el paciente y donde las necesidades básicas están cubiertas.

Esta entidad trabajó desde sus inicios con una meta clara y concreta, mejorar la calidad de vida de las personas electrodependientes. El nombre de la Fundación Emperador se lo deben al hijo de Fabián, ya que según su familia sólo pueden realizar actividades cómo, cuándo y dónde «el emperador» lo disponga. “Dejamos de decir nos vemos si dios quiere, por nos vemos si el emperador así lo dispone”, comentó con una sonrisa Fabián Fiori, presidente de la fundación e impulsor junto a su familia de proyectos que se han transformado en ley.

El electrodependiente necesita aparatos médicos que estén conectados a la energía eléctrica para poder vivir, así nace esta fundación, “con el convencimiento de que solos somos invisibles pero juntos somos invencibles”.

El trabajo diario mostró la multiplicidad de necesidades insatisfechas que padecen las familias con personas electrodependientes. “Vamos conociendo todas las cosas que faltan, pero lejos de quedar en la queja decidimos transformar la protesta en propuestas. De las 120 familias encuestadas en Santa Fe más del 50% no pudo salir de vacaciones y el 30% ni siquiera salió a pasear en familia. De allí surge el proyecto para resolver lo anteriormente mencionado, el «Colectivo Sueños»”.

Una brisa de aire que humaniza, iguala y dignifica, otorgándole a todos y todas la posibilidad de pasear y disfrutar sin trabas o imposibilidades. “Buscamos adaptar un colectivo tipo Motorhome con elementos de accesibilidad, equipamiento médico y con las medidas de bioseguridad necesarias para el disfrute de estas personas y sus familiares”, sentenció.

La mirada está puesta en ofrecer un servicio de esparcimiento único en su tipo, posibilitando el acceso a lugares antes inalcanzables y de esta manera devolver la posibilidad de soñar. “Sus beneficiarios directos son las personas con movilidad reducida, las familias electrodependientes, y los pacientes en estadios finales de sus enfermedades”.

Esta iniciativa genera un triple impacto positivo, “en primer lugar a sus beneficiarios dándole la posibilidad de vivir y pensar que se puede seguir adelante, a la sociedad concientizando y sensibilizando sobre este tipo de problemática y a la legislación proponiendo proyectos de Ley para la incorporación efectiva del derecho a la recreación”.

Sin dudas que este proyecto ayuda a fortalecer los vínculos y lograr de a poco una sociedad más inclusiva. “Con este tipo de iniciativa, pretendemos colaborar para que esta sociedad prospere, siendo mucho más justa, inclusiva, igualitaria y empática. El objetivo de este proyecto no es la rentabilidad económica, sino que tiene como fin andar nuevos caminos para poder olvidar el anterior”.

Este es un proyecto inédito, no existe en el mundo un colectivo de estas características que puedan trasladar a personas con este tipo de problemáticas. “Este proyecto apunta a ser autosustentable, para no depender de subsidios del estado o aportes privados, sino que pretendemos que su propia actividad pueda generar los recursos necesarios para mantenerse vivo”.

La Fundación Emperador es una identidad sin fines de lucro por lo cual se asesoraron para poder llevar a cabo este proyecto innovador y que el mismo pueda perdurar en el tiempo. “Lo que nosotros vamos hacer es volcar la diferencia entre el costo y el precio del servicio hacia las familias que tienen la necesidad, pero que no tienen los recursos económicos para hacerlo. Esto le da una arista muy especial y que justamente, cuando intentamos establecer la patente de este novedoso servicio, hicimos hincapié en eso. Nuestro deseo es que se replique un millón de veces en todo el mundo, pero siempre manteniendo ese espíritu, no verlo como un negocio, sino de contemplarlo como un servicio. Apuntando que ese diferencial entre el precio y el costo sea volcado a esas familias que tienen la necesidad, pero no los recursos”.

Huerta comunitaria

Quienes integran la Fundación no paran de proyectar, ni un instante, en cómo generar iniciativas que sean beneficiosas para los electrodependientes en primer lugar, pero que además acarreen y aporten significativamente a la sociedad, con el fin de mover lo preestablecido y generar reales cambios.

En este sentido comenzaron a florecer las semillas de una huerta comunitaria. “Es orgánica, comunitaria e inclusiva. Todo lo que se produce en la misma es volcado hacia los bolsones solidarios que se reparten entre las familias que más lo necesitan en nuestra Fundación.  El porcentaje para la venta es mínimo, algunas familias vienen a buscar directamente esos productos, pero más con el ánimo de colaborar con el proyecto que de llevarse los productos en sí”.

En breve prepararán una tienda nube, “con la misma pensamos en poder monetizar algunos de los productos que surgen de la huerta, pero realmente es un mínimo porcentaje. La intención es poder tener la huerta trabajando para tener los alimentos necesarios que necesitamos repartir entre las familias de la fundación que más lo necesitan”, concluyó.