Las cumbias y batucadas de clima festivo frene a rondas de oraciones religiosas marcaron el pulso de una vigilia que reunió a miles de personas bajo una ola de frío polar en la plaza del Congreso, a la espera de la votación en la Cámara de Diputados del proyecto sobre el aborto legal.
Sobre el filo de la votación, la expectativa caía a plomo sobre los grupos a favor y en contra de un proyecto que llegó al recinto de sesiones de los diputados luego de una larga ronda de exposiciones en las que se escucharon los argumentos de unos y otros.
Como la voluntad de los diputados, la plaza permaneció dividida: del lado sur las agrupaciones que forman Unidad Provida, detractoras del proyecto, y al norte quienes apoyan la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, aunque la paridad palpitada en el recinto no se reflejaba en las calles.
En el sector de «La Campaña» había cumbia, baile y batucadas de una multitud que hacía difícil caminar entre la gente, un clima de fiesta porque se consideraba un triunfo la llegada del proyecto abortista al recinto de sesiones.
Del lado de «Los Pro-vida», había rondas de oraciones a la Virgen María y grupos aislados de jóvenes que resistían el frío con mate y café y mostraban actitud de resistencia.
Los legisladores en el recinto discutían una ley para la que «todo bebé es abortable», dijo a Télam Lupe, de 23 años, maestra en una escuela de la ciudad de Buenos Aires a la que asisten chicos con discapacidad.
Lupe, que estaba del lado de los pañuelos celestes «Pro-vida», hablaba al borde del llanto porque acababa de discutir con un chico de pañuelo verde que se acercó a preguntarle por qué su pancarta, que decía «salvemos las dos vidas», mostraba «un feto de ocho meses de gestación» si el proyecto de ley prevé la interrupción del embarazo hasta la semana 14.
Las interacciones entre los dos bandos fueron pocas. Los separaba un vallado negro que dejaba el centro de la plaza del Congreso vacío, pero los seguidores de «La Campaña», en franca mayoría, fueron ganando ese terreno neutral y a la medianoche ya lo habían transformado en un campamento con fogatas, malabaristas y rondas de mate o de vino tinto.
El fuego se mantenía encendido con restos de cajones de verduras y tablas de pallets, pero eso no alcanzó para soportar la sensación térmica de menos de cuatro grados que marcó el termómetro durante la madrugada. Algunos bailaron en ronda mientras cantaban consignas en favor del aborto legal, otros se movían al ritmo de la cumbia del grupo «La Delio Valdez», que cerca de las 2 a.m. finalizó su show en el escenario montado en el cruce de la avenida Callao con la calle Perón.
«Nos quedamos hasta que den el resultado, queremos ser parte», dijo Yanil, de 19 años, quien y viajó desde La Plata con un grupo de amigos de la murga «Despertando a los durmientes».
«No estoy a favor del aborto pero sí de la despenalización», dijo Nehuén, de 14, hermano de Yanil.
Del lado favorable al aborto legal no solo eran más y mostraban un ánimo más festivo si no que también apelaban a la creatividad en el uso de sus insignias: hombres y mujeres se pintaron los labios y los párpados de verde brillante, todos llevaban alguna prenda verde y hasta las frazadas que los arropaban de a varios eran verdes.
Con el colectivo de «Artivistas», que reúne a grupos de artistas, unas 400 mujeres, todas vestidas de negro y con la palma de la mano izquierda levantada y pintada de verde, colmaron la avenida Callao a la madrugada mientras golpeaban el asfalto con los pies al ritmo de los latidos del corazón.
«Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven, el aborto clandestino se va a caer, se va a caer», cantaban cada tanto las «Artivistas».
Mientras tanto, los anti-abortistas iban menguando con el correr de las horas, pero las afirmaciones de los que permanecían allí reflejaban la fuerza de sus motivos.
«Aprobar esta ley es habilitar un genocidio de argentinos», dijo a Télam Juan Pablo, un estudiante de Agronomía de 22 años, quien viajó desde Córdoba
con un grupo de amigos de la comunidad de los Padres Escolapios.