Como cada año, desde 1950, este 10 de diciembre se celebra el Día Internacional de los Derechos Humanos.  La fecha fue establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas, para difundir los valores consagrados en la Declaración Universal realizada por ese organismo en 1948. Dicha declaración encarnó un hito en la historia de los derechos humanos. Elaborada por representantes de todas las regiones del mundo con distintos antecedentes jurídicos y culturales, fue proclamada por la ONU, en París, el 10 de diciembre de 1948, como un ideal común por el que todos los pueblos y naciones deberían esforzarse en su cumplimiento.

El documento, que está disponible en más de 500 lenguas y es el que más se ha traducido en todo el mundo,  proclama los derechos inalienables que corresponden a toda persona como ser humano, independientemente de su raza, color, religión, sexo, idioma, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

La creación oficial del Día de los Derechos Humanos se produjo en 1950, en virtud de la Resolución 423 (V) de la Asamblea General, en la cual se invitó a todos los Estados y organizaciones interesados a que adoptaran ese fecha como tal. 

Al aprobarse la Declaración, fue proclamada «norma común de conducta para todos los pueblos y naciones», hacia la cual los individuos y las sociedades debían «esforzarse por adoptar medidas progresivas, nacionales e internacionales, para lograr su reconocimiento y observancia universales y efectivos».

Eleanor Roosevelt, la fuerza impulsora

El documento que luego se convirtió en la Declaración Universal de los Derechos Humanos no hubiera sido posible sin la fuerza del liderazgo de una mujer: Anna Eleanor Roosevelt. 

Nacida en Nueva York, el 11 de octubre de 1884, Eleanor Roosvelt rompió con todos los moldes y prejuicios de su época. Escritora, activista y defensora de los derechos de las mujeres, trabajadores y afroamericanos, se convirtió en esposa de su primo lejano, Franklin Delano Roosevelt en 1905 y se abocó de lleno al servicio público a la lucha por la igualdad, los derechos humanos y de justicia social.

En 1933, su marido alcanzó la presidencia de los Estados Unidos y Eleanor, desde su lugar de primera dama, intensificó su activismo y compromiso con las causas que defendía. En su etapa de primera dama, fue portavoz en algunas ruedas de prensa en la Casa Blanca e impulsó la creación de programas sociales de apoyo a los más desfavorecidos, además de ser una fiel defensora de los derechos de la comunidad afroamericana y la clase obrera. Fue además una pionera del movimiento feminista y colaboró con la Liga de Comercio Sindical de Mujeres y la Liga de Mujeres Votantes.

Su apoyo público a la cantante negra Marian Anderson cuando, en 1939, se le negó el uso de la Sala Constitución de Washington debido a su raza fue todo un hito en la época y a lo largo de los años se ha instalado como un símbolo. Eleanor Roosevelt se encargó de que Anderson cantara en los escalones del monumento conmemorativo a Lincoln, creando una imagen única y rupturista, cuya fuerza perdura hasta el presente.

En 1946, tras la muerte de su marido, su sucesor, el presidente Harry S. Truman, la nombró delegada de la Asamblea General de las Naciones Unidas, convirtiéndose así en la primera mujer en ocupar ese cargo. Un año después, se convirtió en la presidenta de la Comisión por los Derechos Humanos y a partir de ese momento jugó un papel crucial y decisivo en la creación de la Declaración Universal.

Eleanor fue la responsable de coordinar al grupo de delegados que redactaban el documento y trabajó duramente, día y noche, durante dos años. El documento se debatió palabra por palabra y hubo que negociar firmemente los acuerdos. Finalmente, el 10 de diciembre de 1948, el texto fue aprobado por las Naciones Unidas. Un  dato no menor es que esta declaración iba a ser denominada “de los Derechos del Hombre”, pero Eleanor  consideró que el término excluía a las mujeres y logró que en su lugar se titulara, “de los Derechos Humanos”.

Eleanor Roosevelt falleció en 1962 a causa de tuberculosis, pero hasta el final de su vida batalló para conseguir la aceptación e implementación de los derechos establecidos en la Declaración, dejando así un inmenso legado.

Otras mujeres que fueron parte de esta historia

Hansa Metha

Entre 1947 y 1948, solo había otra mujer delegada ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas: la india Hansa Mehta, una firme defensora de los derechos de la mujer tanto en la India como en el extranjero. A ella se le atribuye el mérito de cambiar la frase de “Todos los hombres nacen libres e iguales” a “Todos los seres humanos nacen libres e iguales” en el artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Minerva Bernardino

Minerva Bernardino, diplomática y líder feminista de la República Dominicana, fue fundamental en las deliberaciones sobre la inclusión de la “igualdad de derechos de hombres y mujeres” en el preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Además, junto con otras latinoamericanas (la brasileña Bertha Lutz y la uruguaya Isabel de Vidal), desempeñó una función esencial en la defensa de la inclusión de los derechos de la mujer y la no discriminación sexual en la Carta de las Naciones Unidas, que en 1945 se convirtió en el primer acuerdo internacional en el que se reconocía la igualdad de derechos de hombres y mujeres.

Begum Shaitsa Ikramulla

Begum Shaista Ikramullah, del Pakistán, en su calidad de delegada de la Tercera Comisión de la Asamblea General (la Comisión de Asuntos Sociales, Humanitarios y Culturales), pasó, en 1948, 81 reuniones examinando el proyecto de la Declaración Universal de Derechos Humanos y defendió poner de relieve la libertad, la igualdad y la libre elección en la Declaración. Asimismo, promovió la incorporación del artículo 16, sobre la igualdad de derechos en el matrimonio, pues consideraba que era una manera de combatir el matrimonio infantil y forzado.

Bodil Begtrup

La danesa Bodil Begtrup, Presidenta de la Subcomisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer en 1946 y, más adelante, en 1947, de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, defendió que la Declaración Universal se refiriese a los titulares de los derechos como “todos” o “toda persona”, en lugar de emplear la fórmula “todos los hombres”. Además, propuso la inclusión de los derechos de las minorías en el artículo 26, sobre el derecho a la educación, pero sus ideas eran demasiado controvertidas para la época. La Declaración Universal de Derechos Humanos no hace ninguna mención explícita a los derechos de las minorías, si bien garantiza la igualdad de derechos de todas las personas.

Marie-Hélene Lefaucheux

La francesa Marie-Hélène Lefaucheux, en su calidad de Presidenta de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer en 1948, defendió con éxito la inclusión de una mención a la no discriminación sexual en el artículo 2. Así, el texto final del artículo en cuestión reza lo siguiente: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.

Edovkia Uralova

Evdokia Uralova, de la República Socialista Soviética de Bielorrusia, fue la Relatora de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer ante la Comisión de Derechos Humanos en 1947. Defendió con firmeza la igualdad de salario para las mujeres. Gracias a ella, el artículo 23 reza lo siguiente: “Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual”. Además, junto con Fryderyka Kalinowska, de Polonia, y Elizavieta Popova, de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, puso de relieve los derechos de las personas que viven en territorios no autónomos (artículo 2).

Lakshimi Menom

Lakshmi Menon, delegada de la India ante la Tercera Comisión de la Asamblea General en 1948, abogó con contundencia por la repetición de la no discriminación sexual a lo largo de la Declaración Universal de Derechos Humanos, así como por la mención de “la igualdad de derechos de hombres y mujeres” en el preámbulo. Además, defendió abiertamente la “universalidad” de los derechos humanos y se opuso con firmeza al concepto del “relativismo colonial”, con el que se trataba de negar los derechos humanos a las personas que vivían en países sometidos a dominación colonial. Sostenía que, si las mujeres y las personas sometidas a dominación colonial no se mencionasen de manera expresa en la Declaración Universal, no se considerarían representadas en la expresión “toda persona”.