Por Alejandro Maidana

Cualquiera que quiera venir a prohibir las fumigaciones van a ser apuntados con armas”. Esto esbozaba un dirigente perteneciente a una de las organizaciones agropecuarias de la Mesa de Enlace de Entre Ríos, una amenaza que tuvo como destinario a uno de los integrantes de la Coordinadora Por una Vida sin Agrotóxicos.

De esa manera, con una arrogancia propia de quienes se creen dueños de la vida y el destino de todos, se mueven los patrones de estancia. Entre Ríos es una de las tantas provincias cercada por un modelo de producción abominable, la concentración de tierras y las fumigaciones con agrotóxicos, la han convertido prácticamente en un terruño casi inhabitable en su ruralidad.

En esa provincia, el desierto verde de la soja cubre casi 800.000 hectáreas, una cifra demoledora que habla a las claras que en esta provincia, como en tantas otras, la producción de commodities se impone obscenamente por sobre la tierra que produce alimentos saludables, y a precios populares. Una matriz productiva que privilegia el bolsillo, que empuja la especulación y el desprecio por la biodiversidad.

Es por ello que distintas voces que provienen del otro campo, el que alimenta y resignifica el suelo, se siguen levantando con la única intención de lograr el tan ansiado acceso a la tierra. Una deuda que fue creciendo desde la «década infame» a esta parte, en donde la figura de Luis Lorenzo Etchevehere y la inefable Liga Patriótica, escribirían a sangre y fuego los párrafos más lúgubres de un territorio que persigue un resarcimiento histórico, busca vencer a la desmemoria, interpelando la historia oficial escrita por los padres de la desesperanza.

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La Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) de Entre Ríos, sigue transitando con fiereza el camino emancipatorio que nace desde la semilla, y se expande desde las manos campesinas. Organizados, y con una meta tan clara como sus sueños, siguen discutiendo con el modelo de producción anteponiendo su piel bronceada, su espalda cansada, y su dignidad empoderada.

Somos un grupo de familias campesinas que iniciamos el camino hará aproximadamente dos años.

En diálogo con Conclusión, Cristian Omar Acosta, integrante de la UTT Entre Ríos, brindó detalles de una construcción colectiva que crece desde el pie, sin dudar a la hora de arrojar datos certeros sobre la historia de un lugar que esconde mucha tela para cortar. “Somos un grupo de familias campesinas que iniciamos el camino hará aproximadamente dos años, momento en que recibimos la visita de Federico y Rosalía (integrantes de la UTT Santa Fe) con quiénes veníamos compartiendo experiencias en agroecología desde 2016. Un año después nos largamos a hacer una propuesta de colectivización de la tierra en el campo de una compañera, una siembra de trigo agroecológico que nos sirvió de mucho para aprender sobre producción agraria y fortalecer la matriz productiva de Entre Ríos”.

Un sendero transitado que fue encontrando las huellas necesarias para terminar en un punto de encuentro que empuje nuevos desafíos. “En poco tiempo pegamos el salto hacia la horticultura, para poner alimentos agroecológicos al alcance del pueblo. A través de ese proceso conocimos a la UTT, como suele ocurrir con organizaciones nacionales como la nuestra, salvo en Buenos Aires, es muy difícil saber de su existencia e importancia, más en los pueblos chicos en donde el temor por la politización es muy grande debido al gran desconocimiento que existe. Así fue que Federico y Rosalía recorrieron la provincia de Entre Ríos, lo que significó que 15 familias provenientes de Gualeguaychú, y de los departamentos  Uruguay y Paraná, decidimos conformar nuestras bases iniciando nuestros primeros pasos organizativos”.

En poco tiempo pegamos el salto hacia la horticultura, para poner alimentos agroecológicos al alcance del pueblo. A través de ese proceso conocimos a la UTT.

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El 1 de agosto de 2019 dieron el puntapié inicial con la apertura de un almacén en Concepción del Uruguay, con el apoyo de los compañeros de La Plata. “Esto nos ayudó a dinamizar el encuentro con las y los productores para abrirnos las puertas de Entre Ríos y construir nuestra organización. Hoy la UTT en Entre Ríos se encuentra en distintos departamentos, Gualeguaychú, Uruguay, Colón, Villaguay, Feliciano, Paraná y Diamante. La misma abraza aproximadamente a 100 familias que en su enorme mayoría ya venían trabajando agroecológicamente, pudiendo avanzar y contar con más herramientas gracias al consultorio técnico. Destacando que solo muy poquitas familias no venían llevando adelante estos procesos pero gracias a sus inquietudes, se fueron nucleando”.

Gracias a la pandemia se acercaron muchos jóvenes dispuestos a producir de manera agroecológica. “Hoy contamos con 400 hectáreas que son trabajadas por las y los compañeros con diferentes sistemas. Por ejemplo la ganadería con pastoreo racional, cría de pollos para carne y ponedoras, hay familias que se dedican al cultivo del maíz, trigo, sorgo y algunas especies forrajeras, siendo la gran mayoría productores hortícolas. Contamos también con dos tambos, uno vacuno y otro caprino que elaboran quesos, hay también un grupo de apicultores que hemos sumado gracias a una alianza cooperativa de Concepción del Uruguay. Es preciso destacar que venimos dando un paso muy importante en otra localidad junto a una organización hermana que viene apostando a un proceso de reapertura de un frigorífico al que podríamos aportarle nuestros animales, agregando que también cuentan con un molino que serviría de ariete para avanzar con balanceados agroecológicos”.

Es una provincia que se encuentra con un alto índice de extranjerización y concentración de la tierra, estamos atrapados entre corporaciones y familias oligárquicas como la Etchevehere.

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Demostrar fehacientemente que se puede producir sin químicos y de manera extensiva, como meta primordial a la hora de repensar los distintos cultivos. “Tenemos el gran desafío de ampliar la escala de producción, este año intentamos iniciar un cultivo de arroz agroecológico pero finalmente quedó trunco, apostando a que el 2021 sea el punto de partida. Nuestros desafíos son muy amplios, ya que nuestras luchas crecieron al calor de los agrotóxicos, entendiendo que en ese sector había que dar una lucha concreta, es por ello que el arma más importante era poder producir trigo, soja, maíz y arroz agroecológico. Producir en escala para demostrar que es posible aplicar la agroecológia en formatos extensivos, este es el gran desafío que tenemos las familias campesinas que integramos la UTT de Entre Ríos.”

En el camino que vienen transitando, es preciso discutir el acceso a la tierra para poder expandir la producción agroecológica. “Es una provincia que se encuentra con un alto índice de extranjerización y concentración de la tierra, es por ello que estamos atrapados entre corporaciones y familias oligárquicas como la Etchevehere que están acá, y se han enquistado históricamente. Lo que pudimos abordar con los ex trabajadores del frigorífico de Santa Elena y los alumnos de la escuela agrotécnica, es la necesidad de la restitución de esas tierras para comenzar con una vital reparación histórica”.

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Para entender el presente, basta con repasar algunas líneas que atesora el pasado. Allí la presencia de una familia patricia del lugar, aparece en escena nuevamente, los Etchevehere. “Sinceramente desconocemos si Dolores Etchevehere desconoce parte de la historia de su familia, pero Don Luis Etchevehere, quién fuera gobernador de la provincia en los año 20 del siglo pasado, fue instigador e impulsor de las Ligas Patrióticas. Estas organizaciones llevaron adelante verdaderas masacres, como las de campesinas y campesinos de Gualeguaychú aquel 1 de mayo 1921 que daría pie a los fusilamientos de la Patagonia (La Patagonia Rebelde). A ese grupo pertenecía Don Luis, es por ello que luego del derrocamiento de Irigoyen y el ascenso de la dictadura de Uriburu en 1930, a él se le daría posibilidad de gobernar Entre Ríos en 1931”.

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Don Luis Etchevehere, quién fuera gobernador de la provincia en los año 20 del siglo pasado, fue instigador e impulsor de las Ligas Patrióticas.

Comenzaría un proceso nefasto para las y los campesinos entrerrianos, un periodo devastador, ya que la vitivinicultura entrerriana que supo ser la más fuerte del país, prácticamente quedó resumida a la nada. “La citricultura fue expulsando y obligando al campesinado a desprenderse de la tierra a precios irrisorios en beneficio de empresas extranjeras. Esto generó que la concentración de tierras y poder se acrecentara, obligando a migrar a otras provincias a muchos productores, y los que no, fueron ocupando los márgenes de los pueblos empobrecidos de sobremanera”.

Aún en el gobierno de Don Luis Etchevehere, más precisamente en el periodo del 32 al 35, dos tercios de los tambos quebraron, aprovechando familias como los Bunge, Rocca y los mismos Etchevehere, a quedarse con las tierras productivas. “Este fue sin dudas un periodo nefasto para nuestra provincia, ya que la mayoría fue desplazada y el poder se concentró radicalmente, impulsando una matriz productiva que es la que nos atraviesa hasta el día de hoy. Pero también hubo resistencia, así como los obreros de la FORA se enfrentaron a la Liga Patriótica, los hermanos Kennedy, que nacieron en la Estancia El Algarrobo, departamento La Paz y muy cerquita de Santa Elena, se levantaron junto a 14 campesinos cercando y tomando la comisaría de La Paz, haciéndose del pueblo contra la gobernación de Etchevehere y la presidencia de Uriburu, y en defensa de la democracia”.

El pueblo de Santa Elena ha luchado muchísimo:, primero contra los ingleses cuando se cerró el frigorífico, contra la venta ilegítima de las tierras a los Etchevehere, contra la apropiación de las tierras pertenecientes a la escuela agrotécnica por parte de la misma familia. Todo esto ha sido invisibilizado.

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Fueron periodos muy complejos, hoy existe un dicho que ha quedado instalado en este lugar y que dice que «los derechos campesinos amanecieron con Artigas». “El pueblo de Santa Elena ha luchado muchísimo, primero contra los ingleses cuando se cerró el frigorífico, ha luchado contra la venta ilegítima de las tierras del mismo a los Etchevehere, ha luchado contra la apropiación de las tierras pertenecientes a la escuela agrotécnica por parte de la misma familia, y todo esto ha sido invisibilizado. Hoy gracias a un conflicto familiar el debate se ha instalado masivamente, y es ahí donde debemos aprovechar para impulsar una necesaria reparación histórica adeudada. Una ley que le permita a las familias campesinas poder acceder a la tierra, acá hay un gran campesinado conocedor de la producción pero sin tierras y empobrecido, marginado y expulsado a los márgenes. A eso apuntamos, a amplificar las voces para gritar por el derecho a la tierra y una producción sana y al alcance de todos”.