Por Alejandro Maidana

La realidad se sigue llevando puesta la teoría de las “dos bibliotecas”, ya que solo una ha podido demostrar con datos certeros y libres de toda mezquindad, lo abominable de un modelo de producción que desprecia la vida en todas sus formas. Un paquete tecnológico que desde 1996 a esta parte, se ha encargado de sembrar todo lo doloroso que puede provenir de un modelo expulsivo, concentrador y envenenador, que ha servido de disparador para que el índice de desigualad social siga creciendo de manera sostenida.

¿A dónde se encuentran quiénes fueron corridos por la frontera agrícola? ¿Por qué no se habla de la incesante migración interna producto de la concentración de tierras? Si se utiliza veneno para su producción ¿podemos llamarlo alimento? Si supuestamente este modelo químico era la única alternativa para poder alimentar a millones de personas ¿Por qué Argentina no puede garantizarle un plato de comida a casi la mitad de su población? Preguntas que tienen una respuesta concreta, tajante y muy explícita, sin embargo, el discurso hegemónico sigue moldeando subjetividades a su antojo.

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El 60% de las tierras de la provincia de Santa Fe se encuentra en manos del 0,06% de la población, pero eso no es todo, resulta indigerible que pague la misma alícuota del impuesto inmobiliario alguien que tiene 300 hectáreas,  que alguien que ostente 10.000. La  principal oleaginosa del país, sigue siendo la soja, ocupando una superficie de casi 13.000.000 de hectáreas. La soja representa el 88% del total de la superficie implantada con oleaginosas, un verdadero desierto verde y fumigado por tierra y aire.

Damián Verzeñassi, médico, profesor universitario y un verdadero quijote en la defensa de la salud ante los embates de los químicos que utiliza el agro, sostuvo tiempo atrás en una de las tantas charlas que mantuvo con Conclusión, que “los mitos sobre la inocuidad de los agroquímicos fueron cayendo por su propio peso”, destacando “que no hace falta que nos fumiguen de manera directa, ya que esa fumigación es la que llevamos arriba de la mesa cotidianamente. Un relevamiento de un valiente abogado de la ciudad, el doctor Zárate, reveló después de recorrer una serie importante de verdulerías, que el 75% de las frutas y verduras poseen agroquímicos”.

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Las evidencias científicas son apabullantes, pese al avance de las mismas, el furibundo lobby del agronegocio sigue minando de piedras el camino de aquellos que buscan aportar un poquito de luz y humanidad a un debate que debería estar, a esta altura de los tiempos, perimido en su totalidad. El modelo agroexportador se ha manifestado desde siempre, como la única herramienta económica que puede aportarle oxígeno al país, empujando hacia los márgenes al <valor agregado>, imprescindible para salir definitivamente de perdedor.

Probaron el efecto de los agroquímicos en el sistema reproductor e hígado de anfibios

Desde el 2000 a 2009, un  minucioso análisis de casos de anuros morfológicamente anormales de la región centro-este de Argentina (Córdoba, Santa Fe, y Entre Ríos), encendió nuevamente las alarmas sobre los impactos de los agroquímicos en la biodiversidad toda. Los anuros anormales fueron recolectados en agroecosistemas, suburbios, y sitios de referencia. Se registraron 71 individuos anormales, comprendiendo 16 tipos de anormalidades en 15 especies de anuros.

En los sitios agrícolas se encontraron 12 tipos de anormalidades, siendo ectromelia la más abundante. En los sitios suburbanos se registraron siete tipos de anormalidades, siendo braquignatia y ectromelia las más comunes. En los sitios de referencia también se encontraron tres tipos de anormalidades, y ectromelia resultó la más abundante, este es el primer catálogo de anuros con anormalidades morfológicas en Argentina, proporcionando datos de referencia y estableciendo criterios para monitorear las anormalidades de anuros en diferentes áreas. Además, este estudio amplía el ámbito geográfico de las anormalidades observadas en los anfibios e ilustra la ubicuidad de este fenómeno, sostuvieron científicos y científicas la Universidad del Litoral (FBCB-UNL) y la Universidad Nacional del Nordeste que llevaron adelante la investigación.

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Años de investigaciones de campo ha empujado a este equipo de científicos a profundizar el análisis sobre los efectos de la exposición crónica a agroquímicos en dos especies de anfibios que habitan en arroceras de las provincias de Santa Fe y Chaco. Estos anfibios, son considerados “centinelas” (bioindicadores), ya al tener su piel sumamente sensible y permeable, hace que los tóxicos penetren en su cuerpo de manera contundente.

Existen estudios científicos que indican que el desarrollo hormonal, haciendo hincapié en la tiroides de los anfibios, tiene muchas similitudes con las hormonas de los hombres. Un dato que envía una clarísima señal de alerta, si bien la exposición a los a los agroquímicos no tiene similitudes en los anfibios y el humano, las alteraciones que produce la misma, sí.

Los tóxicos que utiliza el agronegocio, aniquila toda vida que forma parte de un eslabón en la cadena ecosistémica, lo que refiere un daño irreparable y sumamente preocupante. En dos especies de anfibios, el grupo de investigadores e investigadoras integrado por Lucila Curi, Paola Peltzer, Maximiliano Attademo y Rafael Lajmanovich, pudo constatar el daño originado por la exposición a agrotóxicos, tanto de hígado (especie de las arroceras de Chaco) como del sistema reproductor, testículos (arrozales de Santa Fe).

Los pesticidas utilizados en los campos arroceros, son de una peligrosidad manifiesta, ya que el cóctel de los mismos se encarga de acompañar la subsistencia de estas especias de por vida. Allí los fungicidas, insecticidas y pesticidas generan un daño irreversible a la fauna de estos lugares atravesados por la pandemia de las fumigaciones con agrotóxicos.

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Con la intención de brindar una reflexión sobre este revelador trabajo de campo, el investigador Rafael Lajmanovich le dijo a Conclusión, “en relación a este último artículo que hemos publicado junto al grupo de ecotoxicología la Faculta de Bioquímica, y en conjunto con la Universidad del Nordeste, se puede decir que es otro trabajo más que suma a las tantas evidencias que venimos recolectando en los últimos años, sobre todo en los últimos 10 o 15”.

Con en el paso de los años, los efectos de los impactos del modelo productivo son más evidentes y más extendidos en el tiempo. “A estos efectos debemos sumarle a los de las mismas poblaciones,  que en muchas de ellas como es el caso de los anfibios, han retrocedido y se encuentran en peligro de extinción, teniendo un correlato con los estudios que llevan adelante otros colegas en torno a la especie humana. Cabe destacar que esta investigación realza las denuncias y causas judiciales de la gente que padece estos atropellos a la salud que impulsa este modelo que utiliza sustancias tóxicas, y que de manera constante entra en conflicto con poblaciones humanas. Todas las investigaciones van de la mano, y lo nuestro no es otra cosa que estudiar a estos organismos bioindicadores que nos van dando estas señales de alarma”.