Por Guido Brunet- Marina Vidal

En la medicina existen infinidad de disciplina y áreas de trabajo. Pero sin duda una especial es la que tiene que ver las emergencias, los casos más urgentes que significan rescatar o no a una persona en una situación límite.

Dentro de ese gran abanico que es la profesión de la medicina, hay médicos que trabajan en las trincheras. Están en esos lugares donde se debate  la vida y la muerte, donde un segundo es demasiado tiempo para tomar una decisión que implicará nada menos que salvar o perder a una persona. Uno de esos médicos es Cristian Bottari.

Rattari es infectólogo y emergentólogo. Además de desempañarse como vicedirector de Sies (Sistema integrado de emergencias sanitarias municipal) y coordinador de la Unidad de Diagnóstico Rápido del Sanatorio Los Alerces.

“Los que trabajan en la salud tienen algo adentro que hace que uno se preocupe por las otras personas o que esté más pendiente de ellas”, señaló Bottari en diálogo con Conclusión.

“La salud no es un trabajo, es una profesión, uno lo lleva adentro. Hoy es el Día del Médico, pero yo lo extendería a todo el personal de salud porque son equipos de trabajo”.

“La salud no es un trabajo, es una profesión, uno lo lleva adentro”

Dentro de la Unidad de Diagnóstico Rápido se recibe a un promedio de 2.000 personas por año, de las cuales el 45% vuelve a su domicilio en las primeras 6 horas y el resto va a cirugía o terapia intensiva.

“Es un orgullo porque vienen pacientes de toda la región y del país”, cuenta Miguel Rabbia, director médico de Osecac, obra social que trabaja con esta unidad de última tecnología.

La idea de estudiar medicina surgió a los 13 años cuando vio un accidente en la empresa de su padre. Llevaron al herido a un hospital y ahí dijo: “Yo quiero hacer esto”. Sin tener mucha idea de cómo era la carrera, ya sabía que esa era su vocación.

“No siempre los resultados son los que uno espera. Porque hay enfermedades para las que no hay tratamiento suficiente. Hay patologías que los médicos no pueden contrarrestar, sólo podemos hacer un paliativo. A veces, solamente acompañamos. Por eso la parte humana es tan importante”, manifiesta Rattari.

Lo médico y lo humano

Cuando se trabaja con gente que sufre a veces es tan importante dar un remedio, como una palabra tranquilizadora tanto para la persona que es tratada como para sus parientes y allegados. Porque los enfermos son pacientes, pero en primer lugar son personas. En este sentido, Bottari afirma que “la parte humana es importantísima. El médico tiene que aplicar cuestiones científicas, pero no puede dejar de lado lo humano. Si sólo se tiene en cuenta lo médico, puede ser nefasto. Los mejores resultados se obtienen cuando se entabla una relación con el paciente, es muy beneficioso para el paciente y para el profesional”.

El médico de área de emergencias es a veces una especialidad ingrata. Recibe al paciente cuando su vida se encuentra en estado crítico, lo estabiliza y luego, la persona sigue su proceso de recuperación. “Somos los que realizamos la intervención más urgente y no es tan reconocido por el paciente”, dice Bottari.

“Si sólo se tiene en cuenta lo médico el resultado puede ser nefasto”

Sin embargo, este trabajo proporciona quizá una de las mayores retribuciones al salvarle la vida a una persona. “Cuando uno tiene la certeza que lo que hizo le salvó la vida a alguien es una mezcla de alegría y orgullo. Es una sensación de felicidad que tenemos los que trabajamos en emergencias”.

Pero la labor en emergencias es tan dulce como amarga. Se salvan, pero también se pierden vidas. “Es duro acostumbrarse. Los que trabajamos en esto vamos desarrollando una especie de coraza. Pero depende del caso, si una persona es mayor y hace tiempo que estaba enferma uno se lo puede esperar, pero si llega un caso de alguien joven que no presentaba ningún problema de salud es más duro”. Esa coraza justamente impide que esas emociones interfieran en el trabajo. “Si no, no lo podríamos hacer. No podríamos actuar de forma rápida sin dudar ante una emergencia”.

En sus más de veinte años como médico, Bottari recuerda algunos casos que lo marcaron como el de un incendio, en el que fallecieron dos chicos de siete y nueve años. Y por supuesto, la tragedia de Salta 2141, en la que le tocó realizar las guardias en el lugar de la explosión. “Allí se generó una unión muy grande de todo el equipo de salud”, cerró Bottari.

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