Por Alejandro Maidana

El hombre moderno, la sociedad moderna, entienden perfectamente que mafia es crimen organizado, delito y violencia. Pero el concepto mafioso es mucho más sutil, y claramente no le resta brutalidad, entendiendo que la cultura mafiosa es una cultura de convivencia criminal con la sociedad. No solamente la criminalidad entre los integrantes de los clanes mafiosos, sino el grupo mafioso en convivencia con la sociedad moderna.

Debemos entender que la mafia no es un fenómeno exclusivo del siglo XXI, es un fenómeno que goza de antigüedad y de un proceso de maduración que lleva siglos. No se trata de la reunión de 5 o 6 personas para organizar una acción delictiva, es toda una cultura, el mafioso es parte de un sistema, se maneja e instala en la sociedad dentro una lógica. El mafioso no es un delincuente aislado, forma parte de una cadena de mandos, de rituales, que siguen una tradición, ese es el concepto mafioso.

En América Latina, y quizás abrazando otras lógicas, el crimen organizado se ha instalado para operar de manera siniestra, ramificándose a lo largo y ancho de esta parte del planeta. Si bien cabe destacar que la presencia mafiosa ha comenzado a pulular desde hace décadas con principal anclaje en el narcotráfico a gran escala, el análisis sobre la médula criminal de estas organizaciones, sigue omitiendo un punto clave que colabora de sobremanera a la hora de intentar desarticular lo que, a grandes rastros, parece haberse tornado incontrolable.

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La realidad nos ha demostrado que la ciudadanía vive en un limbo, en un cúmulo de ignorancia que nos deposita inexorablemente en la indiferencia que tiene su ligazón con un gran paso criminal dado dentro de un sistema democrático, y en la misma sociedad. El sistema mafioso necesita y se fortalece a través de la indiferencia ciudadana, cuanto menos se sepa de nombres y razones sociales que intervienen en el blanqueo y fuga de dinero, más se fortalecerá el accionar mafioso.

Para poder brindar una necesaria batalla cultural desde lo comunicacional, es preciso avanzar hacia espacios legítimos de investigación parlamentaria, judicial y periodística, proyectos de ley y educativos, para poder fortalecer la educación en la legalidad. Hoy vivimos inmersos en la voracidad capitalista y consumista, por ello debemos centrar los ojos en el sistema empresarial, ya que hoy en día los grupos mafiosos se instalan, crecen, operan, sobreviven y se imponen dentro de una lógica mafiosa empresarial.

Hoy la mafia es sinónimo de empresas, su objetivo es el business, el negocio, para así poder avanzar en acciones que permitan el lavado de dinero, e imponer leyes que los beneficien apoyados en sus operadores mafiosos dentro del sistema político y judicial. Así es como impulsan leyes desde los parlamentos para beneficiar los movimientos bancarios, ponen trabas para que no se pueda avanzar en los controles.

Dos ciudades en una, la segregación de una Rosario que se desangra desde las barriadas populares

Ante este escabroso escenario, la segregada y partida ciudad de Rosario, aparece en el blanco de un negocio espurio que no escatima en derramar sangre joven y popular. Días atrás un juez de la Corte Suprema de Justicia de la provincia de Santa Fe sostuvo off de record, que Rosario centro se ubica entre los lugares mas seguros del mundo en torno a la criminalidad, mientras que la se levanta por fuera de las avenidas, ocupa los primeros puestos en torno a los crímenes letales. Todo un dato que debe interpelar profundamente a aquellos que, aferrados a rancias retóricas, no se hacen cargo del cadalso al que han conducido a la ciudad.

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“El narcotráfico en el escenario de la vida de Rosario, es uno de los actores más dramáticos y presentes. Esta ciudad vive esa dicotomía, esa ambigüedad, existe una importante laceración en la ciudad rosarina manifestada con una gran intensidad principalmente en los últimos cinco años. Los sucesos violentos tienen el sello del narcotráfico, los personajes locales del hampa se han modernizado, es preciso saber que la criminalidad organizada también ha avanzado y no tiene relación alguna con el delito menor, ya que la misma ha tomado un cariz mafioso”, enfatizó Jean Georges Almendras.

Si bien el romanticismo que pesa sobre las mafias sigue su peligroso derrotero, los medios de comunicación comienzan a utilizar y definir de esta manera a las organizaciones criminales. “En los últimos tiempos ha crecido de manera exponencial el narcotráfico, lejos está aquel que se encargaba solo del tráfico de marihuana y la cocaína en menor escala como sucedía en los años 60 y 70. Esto muestra su evolución cuando comienza el gran tráfico de cocaína con el sello Pablo Escobar, allí se marca un sello en Latinoamérica, pero es preciso marcar que Escobar ya tenía un maestro, y su nombre era Bernardo Provenzano, mafioso italiano de la Cosa Nostra. Charlando con el hijo de Pablo Escobar en la presentación de su libro tengo la oportunidad de realizarla una pregunta referida a Provenzano, y el no dudó en afirmarme que su padre tomaba como referencia al capo mafia italiano para aplicar el terrorismo en Colombia”.

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A partir de aquel momento, el narcotráfico pegaría un violento salto cuantitativo. Hoy el narcotráfico después de varias décadas, ha madurado y evolucionado para ramificarse en toda Latinoamérica y Europa. “La mafia es una ideología, una ideología perversa, en muchas oportunidades los distintos clanes locales cometen ejecuciones mafiosas, pero se ubican muy atrás de la mafia, ya que se trata de una cultura de más de doscientos años en Italia. Aquellos que están del otro lado, deben entender que se trata de empresarios con sangre en sus manos, y que no dudan en utilizar la pobreza y la exclusión como mano de obra en una América Latina que oficia de caldo de cultivo para este tipo de prácticas. Podemos comparar a la Palermo italiana con Rosario o Montevideo, ya que hay mucha gente durmiendo en las calles, otras tantas con carritos levantando basura y muchos jóvenes rehenes de las adicciones y la falta de oportunidades. Jóvenes que quedan al costado del camino, y es allí donde la mafia oficiando de empresa los ve como mano de obra, jóvenes aguijoneados por el sistema económico, se ven contenidos y financiados por la organización. Esta una matriz que se repite a lo largo y ancho del planeta”, sentenció el director de Antimafia Dos Mil.