Por Alejandro Maidana

Para poder situarse en una problemática que parece extraída de una película de ficción, es menester hacer un poco de historia. Las tierras de este pueblo santafesino pertenecían a Víctor Bigand, su fundador, quien arrendaba las parcelas a distintas familias campesinas. En 2004, al fallecer la última heredera de la familia fundadora, comenzó una estrategia por parte de la Fundación Honorio Bigand para desalojar a los colonos y hacerse de esos terrenos.

El accionar de la entidad va en contra del testamento que le legaba los campos y que apostaba a la caridad y el bien público. Esta Fundación no cumple con la voluntad del fundador del pueblo ni de sus hijos, que no dejaron descendencia alguna. La prepotente Fundación, ya avanzó mediante distinto artilugios sobre una importante porción de tierras, enfrentando la resistencia de unos pocos, como es el caso de la estoica familia de agricultores campesinos Marinucci-Gobbo.

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La justicia sin duda alguna sigue siendo uno de los puntos más flacos que expone esta democracia de baja intensidad que imperiosamente debe fortalecerse en todos sus ámbitos. “El poder judicial no puede ser tan latifundista, en este caso apoyando a una fundación que es un verdadero fraude, ya que no cumple con la voluntad de la última heredera. La orden fue muy clara, al igual que las pautas que debía seguir esta fundación, cuestión que no se cumple y doblegando la apuesta avanzan contra una familia que tiene un arraigo que data de 1920 en el lugar”, indicó en diálogo con Conclusión Sandra Gobbo.

Van por todo, incluso por los que ya no están

Cuando falleció Mercedes Bigand, se escuchaba en cada rincón del pueblo y de manera altisonante el “van por todo”, parece ser que definitivamente la Fundación Honorio Bigand, va por todo y por todos. La última arremetida tiene que ver con tierras que comprometen al cementerio del lugar, situación que volvió a encender las alarmas de un pueblo que no descansa. Vecinos afirman que desde el alambre delimitador que pretendió extender la Fundación, a la pared de la necrópolis, solo existen muy pocos centímetros, un verdadero despropósito.

Cabe destacar que, debido a estos últimos movimientos, desde la Comuna de Bigand se decidió desplegar parte de los vehículos y el personal, que va rotando a medida que debe cumplir con sus funciones, para llevar adelante una vigilia que amenaza con extenderse. Los mojones acompañaron a los postes, solo les faltó el alambre para culminar con un paso más en el deleznable avance iniciado años atrás por un grupo de letrados oriundo de Buenos Aires. Si la nueva fechoría de esta Fundación llegase a cumplirse, aquellos que deseen visitar o despedir a un ser querido, no podrán estacionar sus vehículos como lo venían haciendo generación tras generación hace más de un siglo, ya que deberían hacerlo con la peligrosidad que refiere, sobre la ruta. Insólito.

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¿Cuántos quintales de soja podrán explotar en esas pocas tierras? ¿Es tanta la avaricia que ostentas las y los señores de la Fundación? ¿En qué quieren transformar a Bigand? Preguntas que podrían tener una respuesta concreta en cada uno de los casos, lo cierto es que quienes habitan el pueblo, podrían quedarse sin lugar para estacionar sus vehículos en un lugar tan movilizante como lo es el cementerio para quienes lo consideran un lugar de recogimiento y memoria.

Alejandro Ruggeri es el presidente comunal de Bigand, quién enterado de estos últimos movimientos perpetrados por la Fundación Honorio Bigand, no dudó en ponerse al frente de esta lucha contra el poder real. “Los tractores y camiones no se moverán de allí. Que nadie nos robe nuestros sueños, nuestra cultura, nuestra vida cotidiana, y por sobre todo nuestra historia. Hay que luchar por nuestros hijos, nietos, sobrinos, por nosotros y por toda una nueva generación que serán los testigos de las decisiones que tomemos ahora. O nos defendemos, o nos entregamos”, enfatizó quién desde la política busca ponerle límites a la voracidad de quienes piensan la vida solo en clave monetaria.

En Bigand comienza a reeditarse el Grito de Alcorta, este jueves a las 9 de la mañana se convoca a una asamblea popular en la plaza del pueblo para informar sobre el espinoso cuadro de situación, y la imperiosa necesidad de unir a este lugar en contra de los intereses mezquinos y desprejuiciados de una Fundación. A los desalojos y atropellos impulsados por el latifundio y el poder judicial, se les busca responder con democracia directa, esa que, desde la unión sincera, todo lo puede transformar.