Por Alejandro Maidana

El impacto a la salud que genera la agricultura industrial extractivista es insoslayable. Lo que se barre bajo la alfombra a lo largo de su avasallante recorrido, ha quedado expuesto de sobremanera en cada informe científico, que busca seguir aportando claridad a un debate que debería estar perimido.

Mientras que la economía mundial se ve nuevamente interpelada, en esta oportunidad por la pandemia del covid-19, en nuestro país la necesidad de transicionar con fuerza hacia un modelo agroalimentario justo y saludable, sigue siendo fundamental para poder acercarnos a la tan ansiada soberanía.

La frontera agrícola no ha detenido su arrasador avance desde que la imposición del paquete tecnológico, hiciera carne allá por 1996. Migraciones internas, concentración exponencial de tierras y por ende de privilegios, empujaron a un amasijo de derechos que hasta al día de hoy siguen gritando su indefensión.

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No pueden existir buenas prácticas cuando lo que se manipula es veneno, no se puede hablar de alimentos cuando lo que se consume es veneno, no se puede hablar de futuro, cuando al mismo lo han fumigado para que solo puedan germinar los oscuros fantasmas del agronegocio, aquellos que gracias a su furibundo lobby, se llevan puesto los sueños de igualdad y libertad.

Las escuelas rurales, las infancias fumigadas

Si algo caracteriza al agronegocio, es la perversidad e impunidad con la que se manifiesta el mismo. El camino que transitan los pueblos fumigados, desarraigados y acorralados por el desierto verde del monocultivo, tiene íntima relación con la desmemoria a la que han sido empujados.

Es por ello, que la naturalización de las prácticas nocivas que impulsa el <campo>, el que produce commodities pero no alimento, representa una poderosa atadura para quienes deben compartir sus días con aquellos que están dispuestos a todo, con tal de seguir abrazando un negocio por demás de redituable. Vale aclarar que es tan solo un alambrado, lo que los separa de una desprejuiciada pesadilla.

Tandil es una de las ciudades más fumigadas del país, su medula agrícola empuja a una dependencia imposible de evitar. En ese marco, y por las sostenidas denuncias sobre fumigaciones realizadas por un grupo de vecinos organizados, se llevo a cabo un estudio concretado por un grupo de investigación de la Universidad Nacional del Centro (UNICEN). El mismo arrojó la existencia de 16 tipos de sustancias peligrosas para la salud humana en 15 escuelas rurales del partido de Tandil. Algo que encendería aún más el alerta, y empujaría a solicitar respuestas inmediatas tanto del Estado, como de la propia justicia.

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El trabajo fue realizado durante los años 2017 y 2018 en 15 establecimientos primarios y secundarios a través del proyecto EcoAgricultura. El mismo arrojó que los chicos que estudian en las escuelas rurales de Tandil, se ven obligados a consumir agua y jugar con tierra contaminadas con 2,4-D, clorpirifós, atrazina y glifosato, químicos que en muchos de los casos se encuentran prohibidos en gran parte del mundo.

Graciela Canziani, una de las desarrolladoras del informe presentado, es profesora en la Facultad de Ciencias Exactas, Unicen, y forma parte del Instituto Multidisciplinario sobre Ecosistemas y Desarrollo Sustentable. Sobre el trabajo realizado y el informe final del mismo, indicó que “la inclusión del análisis de muestras de agua y suelo en estos dos proyectos de extensión universitaria tienen que ver con la percepción de riesgo ante la presencia de sustancias tóxicas en el ámbito donde niños y docentes desarrollan sus actividades buena parte del día«.

Dejar en claro una vez más que la exposición a los venenos del agro es una concreta realidad, y que las derivas de los mismos son incontrolables.»No se pretendió realizar un trabajo exhaustivo de investigación, sino responder a la inquietud de los docentes respecto de la eventual presencia de contaminación por las aplicaciones de agroquímicos y plaguicidas en los lotes cercanos», enfatizó Canziani.

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En la ordenanza 219/11, el Municipio exige que en caso de tener que llevar adelante fumigaciones a menos de 150 metros de las viviendas, el productor debe informar con 24 horas de anticipación ante las autoridades, presentar el plano de la zona e información sobre el químico que se usará. Si bien las distancias suelen brindar una parcial y ligera tranquilidad, lo concreto es que son las derivas de los agroquímicos las que terminan originando un daño persistente, el trabajo de UNICEN lo refiere de una manera muy explícita.

Comunicado de la Junta Vecinal por un Ambiente Saludable Tandil

La Junta Vecinal por un ambiente saludable, está conformada por vecinos y vecinas del partido de Tandil, que preocupados por la salud de nuestras familias y del ambiente, comenzamos a reunirnos y organizarnos como colectivo, en agosto de 2019.

Las fumigaciones que se realizan en los campos linderos a nuestras casas, nuestros barrios y nuestras escuelas, han sido el denominador común a lo largo de los encuentros. Somos vecinos que padecemos las consecuencias de las prácticas agropecuarias vigentes.

Hace unas semanas un informe presentado por docentes, estudiantes y graduados de la UNICEN, develó la presencia de 16 agroquímicos plaguicidas en el agua y suelo de escuelas rurales del partido. Dicho informe presenta distintos tipos de afecciones a la salud vinculados con la exposición a los plaguicidas.

Afecciones que van desde alergias e irritaciones hasta alteraciones del sistema endócrino, propensión a desarrollar diferentes tipos de cánceres, malformaciones, trastornos durante el embarazo, entre otras. Todas ellas dependiendo del tiempo y frecuencia de exposición a dichas sustancias.

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Este trabajo desarrollado en el Proyecto Eco-Agricultura de la UNICEN, nos alegra y nos preocupa. Alegra saber que la producción científica de nuestra universidad se desarrolla de manera independiente, sin conflictos de intereses que dificulten o impidan la investigación  de determinadas problemáticas. Esto la vuelve una Ciencia Digna, al servicio de la comunidad que la circunda.

Pero así también nos preocupan los datos que arroja el informe en cuestión. Lo que dice este trabajo es lo que nuestros hijos padecen día a día en las escuelas, es lo que nosotros padecemos por vivir en las cercanías de las instituciones estudiadas. Este trabajo ratifica lo que nosotros venimos manifestando hace casi un año, estamos siendo fumigados, y eso es muy grave.

Por todo esto es que nos preguntamos: ¿Qué más necesita un juez, para dictaminar una medida cautelar que aleje a las fumigaciones de nuestras casas y escuelas? ¿Qué más necesitan los concejales para trabajar en una nueva ordenanza que coloque a la salud de las personas y del ambiente por sobre cualquier otro interés?

Desde La Junta Vecinal trabajaremos para seguir defendiendo nuestro derecho a vivir en un ambiente saludable. Luego de este informe ya no hay lugar a dudas, nuestras casas, nuestros barrios y nuestras escuelas se encuentran contaminadas con agroquímicos. Entendemos que luego de publicado este trabajo científico, y por los perjuicios que sabemos generan las fumigaciones, resolver esta problemática toma carácter de URGENTE.