Cada vez que se entonan las estrofas del Himno Nacional la piel se eriza, las emociones afloran y, sobre todo, las voces se unen en una sola para recordar o festejar un acontecimiento que se reconoce especial.

Tanto en eventos patrióticos como en eventos deportivos, cada melodía y cada estrofa acompaña los sentimientos de un pueblo que son entregados a la Nación y a la bandera a través del canto.

La historia de la creación del Himno Nacional Argentino se remonta a julio de 1812, cuando el Triunvirato encargó al Cabildo que encontrara un poeta o un músico que escribiera una canción patriótica o una marcha nacional.

Tras la búsqueda, se concluyó que dos hombres podían hacerla: el capitán de Patricios, Vicente López y Planes, y el maestro catalán, Blas Parera.

En noviembre de 1812, se estrenó la composición en los salones del Consulado. Pero un tiempo después, el 11 de mayo de 1813, la Asamblea General Constituyente le dio el rango de Canción Nacional.

Luego de la creación, el catalán Parera cobró honorarios por la composición y ejecución de la marcha, a diferencia de López y Planes, que cedió a la patria estas estrofas sin aceptar remuneración alguna.

La letra de la versión original era mucho más larga de la que conocemos actualmente: tenía nueve estrofas y cantarlo demoraba alrededor de 20 minutos. Pero el 30 de marzo de 1900, el presidente Julio Argentino Roca estableció por decreto algunas alteraciones en el texto del himno.

La resolución dispuso que en los actos oficiales sólo se cantara la primera y la última cuarteta, además del coro de la composición. De esta manera, quedó establecida la duración actual por la que conocemos la canción patria.