Lejos de agachar la cabeza esperando el día en que la vida les brinde esa respuesta que nunca llegará, familiares de víctimas siguen dándole forma a ese sueño cooperativo que le  permita lograr la tan ansiada independencia económica.

Si bien el ejército de vallas que imponen las burocracias resulta desgastante, la vulnerabilidad a la que el destino las sometió, sirvió como motor impulsor para no bajar los brazos. Necesitan trabajar, volver a recuperar lo que la larga lucha por encontrar justicia en soledad les quitó.

Es por ello, que miércoles tras miércoles,  El Centro Único de Asistencia a la Víctima recibe  a la Cooperativa “Pariendo Justicia”, que busca consolidar una salida por fuera de la ayuda que pueda provenir del mismo Estado.

Limpieza de edificios, oficinas, empresas, mantenimiento en general, es la propuesta que brindan y por la cual esperan prontas respuestas para poner manos a la obra.

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Conclusión dialogó con algunas de sus integrantes para conocer en qué situación se encuentra la cooperativa, y cuándo podrán comenzar a operar.

“Nos cuestan mucho los trámites, pero estamos articulando para que los compañeros puedan comenzar a trabajar. Tenemos muchas ganas, pero los pasos burocráticos a seguir son muy largos”, dijo Gabriela Vega.

“Ser familiar de víctima conlleva tener muchos altibajos, pero como colectivo tratamos de ponerle mucha energía  y laburar como tal, si uno se cae, hacemos todo lo posible para levantarlo. El trabajo informal nos lleva a no tener horarios, y muchas veces algunos no podemos  asistir o hacer algún trámite, pero de alguna manera nos vamos apoyando el uno con el otro”, agregó Vega.

Este emprendimiento autogestivo engloba muchas situaciones, “nos propusimos salir adelante ya que el trabajo dignifica, la mayoría se encuentra fuera del circuito laboral. En mi caso, mi hijo también está desocupado y de poder hacer funcionar esta cooperativa, él también tendría una posibilidad para salir adelante”, relató entusiasmada Betina Quinteros.

“Necesitamos mantener la cabeza ocupada, si nos quedamos en nuestras casas nos deprimimos. Está muy complicado todo, hay familias que están a mate y pan, mamás que van a comer a la casa de sus hijos y otras que no pueden alimentar a los suyos. En mi caso vivo de changas y no tengo un trabajo fijo”.

Tratar de sobrepasar los malos momentos, una meta casi cotidiana,  “cuando estás incluido en el mercado laboral tenés la mente ocupada, todos los miércoles nos juntamos para seguir despuntando cosas de la cooperativa y eso nos hace muy bien para salir adelante”, concluyó la mamá.

Una vez por semana el Centro Único de Asistencia a la Víctima las cobija y les ofrece una plataforma para conseguir los tan ansiados papeles que la nombra como cooperativa activa. “Hacemos cursos de marketing, contabilidad, y nos ayudan los chicos de psicología social que nos habilitan recursos para mejorar la relación entre los miembros para que podamos seguir unidos en pos de lograr salir a adelante”, sostuvo Lucila Pavón.

“La burocracia nos está matando, presentamos papeles en Inaes (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social), depósitos, pero siempre ponen trabas. No pretendemos tener privilegios sobre otras personas, pero el estado tiene una deuda con estas mamás”.

“Estamos pidiendo trabajo, no subsidios porque mataron a nuestros hijos, queremos trabajar y aunque muchos se acercan en época electoral y pretenden colgarse de este proyecto, sabemos que esto lo hicimos nosotras” exclamó Betina Quinteros.

Un proyecto autogestivo que surge por fuera de las mezquindades, “nosotras deberíamos estar en nuestras casas, procesando el duelo de nuestros hermanos e hijos, pudiendo trabajar, empoderadas de verdad,  porque la palabra es bellísima pero no tenemos las herramientas para lograrlo”, sumó Vega.

En el Centro además de contención humana y un espacio físico de reunión, se encuentran diferentes profesionales que colaboran. “Existe un instituto que se llama Inaes  que las regula que tiene sede en Buenos Aires, entonces la gestión es más compleja y por más pilas que le metas se torna muy lento. Es como un proceso de gestación que dura 9 meses y para acelerar se necesitaría una decisión política”, enfatizó el contador Martín Vita quién asesora permanentemente al grupo.

Hubo pedidos de informes desde el Concejo Municipal sobre este espacio de Asistencia  a la Víctima que no cayó del todo bien entre los familiares, “invitamos a todos los bloques a que vengan a ver lo que falta y lo que ya existe en este sitio. Quizás estando aquí puedan observar en primera persona y sumar herramientas, los chicos de esta oficina están muy solos y encima les piden informes. No nos cansamos de destacar que Mariano Savia y Martín Illia están a nuestra disposición las 24 horas, no sólo en horario laboral”, concluyó Gabriela Vega.

Mamás, hermanas y padres que día tras día dejan por un rato las mochilas llenas de dolor, y se ponen al hombro un proyecto que les otorgará un bálsamo de tranquilidad. Hoy los familiares de víctimas reclaman que se aceleren los tiempos para obtener el trámite legal de la cooperativa y así poder trabajar.