Por Marina Vidal

Llega el invierno y aparecen los problemas que trae la gripe: porcentajes altos de gente afectada, hospitales llenos, automedicación errónea, opiniones encontradas respecto a las vacunas y muchas otras conductas que son consecuencia de la llegada del virus a esta estación. Para despejar dudas y aclarar mitos y verdades, Conclusión contactó al médico especialista en neumonología, alergia e inmunología y ex presidente de la Sociedad de Tisiología y Neumonología de  Rosario, Miguel Ángel Mancino, quien detalló todo lo que hay que conocer de la enfermedad para prevenir y curar.

—¿Qué es la gripe?

—La gripe es una enfermedad infecciosa aguda de las vías respiratorias causada por un virus. Entre sus características más importantes está su elevada capacidad de transmisión de una persona a otra. Se presenta generalmente en invierno y de una forma epidémica, es decir, que cada año nos enfrentamos a una temporada en la que puede producirse una gran actividad y circulación del virus de la gripe (predominantemente en los meses de abril a julio)».

—¿Es grave tenerla?

—La gripe es un importante problema de salud, tanto por la mortalidad que puede provocar directa o indirectamente. Origina altos costos económicos y también sociales. La proporción de población afectada durante las epidemias anuales oscila entre el 5 y 15%  y puede ser superior al 50% en grupos de población cerrados como internados escolares o asilos. El virus causante de la gripe tiene una elevada capacidad de sufrir variaciones en sus antígenos de superficie (proteínas que tienen especial relevancia en la capacidad de infección del virus y frente a las que los seres humanos producimos anticuerpos que nos protegen). Estas variaciones implican la aparición de nuevos virus gripales, frente a los que el ser humano no tiene protección. Actualmente existen vacunas antigripales con una alta efectividad y seguridad para controlar la gripe, pero debido a esta alta capacidad de los virus gripales de variar año tras año la vacuna debe actualizarse cada nueva temporada y administrarse anualmente».

—¿Hay que vacunarse contra dicha enfermedad?

—Desde hace un tiempo venimos observando que muchas personas, habitualmente de escasa información, con información sesgada o bien con tendencia a dar crédito a aseveraciones un tanto esotéricas, desaconsejan o impiden la vacunación sobre todo en los niños a su cargo. Es más, debemos reconocer, lamentablemente, que no pocos profesionales de la salud se muestran indiferentes, cuanto menos, a las campañas de vacunación que tantas muertes han evitado. Basados en mitos y rumores muchas personas se niegan a ser vacunadas. Algunas asociaciones que engloban a estos individuos buscan modificar la ley actual y hacer que la vacunación no sea obligatoria. Esta conducta, que sólo queremos llamar equivocada, no deja de ser indignante.

—¿Cuál serían las consecuencias de no vacunarse?

—El virus tipificado como H1N1 de la Gripe A del año 1918 mató entre 50 y 100 millones de personas en el mundo. Un virus similar provocó la pandemia del 2001 en la que causó sólo  unas 19.000 muertes. Fue de extrema gravedad la pandemia de 1918 ya que la sala de internación era parte de una estación ferroviaria (Ver foto) . La saturación de los servicios de salud fue extremadamente rápida.

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—Si esto se podría evitar con la vacuna… ¿por qué hay gente en contra?

—Que las vacunas tienen variados efectos secundarios y/o nocivos; que la administración de más de una vacuna puede provocar una sobrecarga del sistema inmunitario y que puede ocasionar el síndrome de muerte súbita del lactante; que es mejor la inmunización que da la enfermedad que la que se obtiene mediante las vacunas; que las enfermedades que previenen las vacunas ya están casi erradicadas y que por lo tanto ya no es necesario vacunarse; que las enfermedades de la infancia son una cosa natural y que con higiene y saneamiento ambiental sería suficiente, son algunos de los falsos argumentos que, con apariencia de razones científicas, se suelen invocar.

«En el caso de la gripe es una enfermedad grave, que mata anualmente entre 300.000 y 500.000 personas en todo el mundo y entre 3.000 y 4.000 en Argentina»

¿Quiénes se deben vacunar?

—En general la vacuna se administra a toda persona con mayor indefensión ante las complicaciones por déficit inmunitario y también a todo aquel que lo solicite dadas sus escasas contraindicaciones. Mayores de 60 años, menores de 5 años, inmunodeprimidos (diabetes, sida, trasplantados, etc.) y personas con enfermedad grave previa, especialmente respiratoria (enfisema, bronquitis, etc.) o cardíaca (infarto de miocardio, valvulopatías, insuficiencia, etc.).

—¿Cuáles son los grupos de riesgo?

—Los grupos de riesgo lo constituyen los que trabajamos en salud, las embarazadas, los niños pequeños, los ancianos, sobre todo los que tienen problemas en su estado general. También integra este grupo toda persona que tenga un trastorno crónico, por ejemplo, asma, insuficiencia renal o cardiopatía. Bomberos, militares, pilotos de aviones, personal embarcado, etc. forman parte de los grupos de riesgo. La vacunación antigripal en las embarazadas beneficia adicionalmente  a sus recién nacidos ya que actualmente no existe una vacuna para los menores de seis meses. La vacunación inmuniza contra las tres cepas de mayor prevalencia circulantes en una estación dada. La selección de esas cepas la realiza anualmente la Organización Mundial de la Salud y están entre las que mayor mortalidad puedan provocar.

—¿Qué medicamentos sirven y cuáles no para la gripe?

—Los consejos generales para una persona afectada de gripe son: reposo, ingesta abundante de líquidos, evitando el consumo de alcohol y tabaco; Paracetamol, que siendo antitérmico y también analgésico alivia simultáneamente la fiebre y el dolor. La aspirina no está indicada sobre todo en niños y adolescentes con síntomas de gripe (y tampoco en cualquier otra situación febril) para evitar la aparición del síndrome de Reye, una complicación infrecuente pero grave del hígado y del cerebro que puede afectarles cuando toman este antiinflamatorio; las vitaminas y las asociaciones de medicamentos (antitérmicos, fluidificantes, etc.) no sirven y no deben ser prescriptos; los antibióticos no actúan sobre los virus. Sólo se adicionan si coexiste una infección bacteriana con el cuadro viral; los fármacos antivirales son de eficacia limitada. Tienen toxicidad y los virus pueden desarrollar resistencias a las drogas antivirales más empleadas. Pueden tener utilidad en pacientes de alto riesgo, cuando la epidemia ya está presente y no hay tiempo para vacunar, así como en brotes nosocomiales (en instituciones); la neumonía vírica en su fase grave suele requerir ingreso en cuidados intensivos y requerir medidas de mantenimiento como oxigenoterapia, fisioterapia y asistencia respiratoria.

—¿Cuáles son los síntomas habituales?

—Los síntomas habituales son:

· Dolor, especialmente en las articulaciones (rodillas, codos y hombros) y en la musculatura dorsolumbar (espalda).

· Odinofagía (dolor faríngeo sólo con deglutir saliva) con sensación de sequedad en la garganta.

· Tos generalmente seca o poco productiva.

· Congestión nasal con estornudos y rinorrea (moco transparente).

· Fiebre con escalofríos. Es alta (38 °C llegando a 41 °C) y dura entre uno y siete días, siendo sólo 3 lo habitual. (thee-day-fever)

· Cefalea fija, no pulsátil, que es sólo consecuencia de la fiebre.

· La epífora (lagrimeo) es habitual.

· Dolor retroocular que no suele referir espontáneamente el paciente, pero que le aparece al pedirle que lateralice (mire a los costados) la mirada (este síntoma es muy característico de la gripe).

· Disnea, que sólo suele producirse si hay patología respiratoria previa.

· Expectoración pero generalmente solamente al final del periodo febril y parte de la convalecencia.

· Dolor retroesternal (dolor en el centro del pecho) leve relacionado con la necrosis (muerte) del epitelio traqueal.

· Dolor abdominal (más habitual en niños).

—¿Qué prevenciones debemos tener ante la aparición de virus gripales circulantes?

—La vacunación anual es la mejor manera de reducir sus probabilidades de contraer una gripe grave y de contagiar a otros. Sin embargo, debe estar acompañada por un conjunto de medidas que pueden ayudar a detener la propagación de gérmenes. Se deberían tener en cuenta una serie de hábitos saludables que pueden atenuar la diseminación no sólo de la gripe sino de varias enfermedades».  Las principales son:

· Evitar el contacto directo con personas enfermas y mantener distancia con los sanos si el enfermo es uno mismo.
· Guardar reposo en su hogar cuando esté enfermo.
· Cubrirse boca y nariz sobre todo al toser o estornudar.
· Lavarse frecuentemente las manos. De no poderlo hacer, utilice desinfectantes a base a alcohol.
· Evitar tocar con sus manos los ojos, la nariz o la boca.
· Practicar otros buenos hábitos de salud, como limpiar y desinfectar las superficies de contacto más comunes en el hogar, en el trabajo o en la escuela, descansar correctamente,  controlar su estrés, tomar buena cantidad de agua de red y comer alimentos nutritivos.