Por Alejandro Maidana

Los modelos “productivos” de nuestro país, parecen correr siempre en la misma dirección dirigiéndose a un callejón sin salida. Semillas modificadas genéticamente (transgénicos), minas de oro y carbón, pozos de gas y petróleo, megarepresas, todo lo que refiere a una política extractivista dañina, y sin perspectiva de futuro, atraviesa la médula económica de una Argentina que prefiere seguir escondiendo el debate de la transición energética.

El cambio climático es una realidad demoledora, y si bien los discursos de distintos actores políticos giran en torno al mismo, las decisiones de aquellos que ostentan el poder, están lejos de representar un sincero cambio de paradigma en torno a la producción energética.

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El reemplazo de fuentes no renovables por renovables y la disminución de los niveles de consumo, parecen estar más emparentadas con una dulce utopía, que con la necesidad de dar un viraje que pueda reconocer a la energía como un derecho humano, para que la misma deje de ser solo un negocio para un grupo de facinerosos.

Al mismo tiempo que el rechazo popular está haciendo retroceder en terreno europeo la polémica técnica del “fracking”, las multinacionales del viejo continente multiplican la inversión en proyectos de fractura hidráulica en países empobrecidos. Una clara demostración que el territorio tercermundista sigue siendo el blanco predilecto para el capital transnacional que concibe al nuestro entre otros, como un tubo de ensayo de enormes proporciones.

En 2011, Francia fue el primer país del mundo en prohibir la técnica. Unos años más tarde se sumaron Alemania, Bulgaria, Italia, Suiza, República Checa, contemplando con claridad, que si bien la mayoría de los discursos de los partidos políticos preponderantes habla de la “importancia y potencial” de Vaca Muerta, los mismos buscan enmudecer los posicionamientos de los países que le han dicho conscientemente NO AL FRACKING.

Con la intención de profundizar el debate en torno a este yacimiento petrolífero, Conclusión dialogó con Felipe Gutiérrez Ríos, investigador e integrante del Observatorio Petrolero Sur. “Para tratar de entender el modelo que nos proponen con Vaca Muerta, debemos enmarcarlo en la particularidad que éste fue un proceso de explotación iniciado durante el gobierno kirchnerista, y continuado luego por la administración de Cambiemos”.

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“Desde nuestra perspectiva, no existen beneficios en su explotación, dado que la conflictividad social y ambiental que produce es tal, que no termina siendo una ecuación positiva para el país. Los riesgos de contaminación de la tierra, agua y aire por la emanación de gases de efecto invernadero, son concretos”, sostuvo.

Distintos estudios han arrojado un alerta que no debería pasar desapercibido. En torno a los mismos, el integrante del Observatorio Petrolero Sur disparó: “Existe un último estudio que sostiene que de explotarse todo lo que dicen que tiene Vaca Muerta, se gastaría el 8% de lo que el mundo podría consumir a niveles de la emanación de gases de efecto invernadero, lo que generaría una situación climática crítica a nivel mundial. Hay una serie de elementos riesgosos por el lado de lo ambiental y también en lo social, ya que el fracking viene afectando considerablemente la vida de comunidades locales, particularmente Mapuches, que han visto avasallados sus derechos”.

“Pero también existe otro elemento que nos parece importante, y hacemos referencia a la situación económica, Vaca Muerta ha sido sustentada por un esquema de subsidios que llega tanto de manera directa por el Estado, como de los propios usuarios. Ahí tenemos una primera diferencia que marcar de lo que fue Vaca Muerta con la administración kirchnerista, donde claramente estos subsidios fueron pagados de manera directa por el Estado, unos 15.000 millones de dólares, 8.000 millones de manera indirecta que llegaron directamente al bolsillo de las empresas, que no son otra cosa que fondos fugados y no reinvertidos que solo sirven para la especulación de estas empresas”, enfatizó.

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Sobre el rol del gobierno de Cambiemos en torno a la política energética, Felipe Gutiérrez Ríos indicó: “Éste mantuvo las políticas de alta rentabilidad para las empresas, pero buscó que ese saldo lo pagásemos nosotros, los usuarios, a través del tarifazo. El objetivo del mismo, fue lograr la transferencia de 4.000 millones de dólares anuales de parte de todos los usuarios residenciales hacia esas grandes empresas. Al resultar el fracking muy costoso y riesgoso de hacer, ambas administraciones buscaron una forma de sostener esta inversión de la manera que citaba anteriormente, con los fondos de todas y todos directa o indirectamente”.

Sumado a los conflictos sociales y ambientales, en el horizonte asoma un tercer elemento a tener en cuenta. “Este nos parece relevante, ya que tiene que ver con como la política energética se orientó por completo a la explotación de hidrocarburos, y es más, puntualmente a la cuenca neuquina. De hecho existe un conflicto entre empresas petroleras, ya que otras cuencas como por ejemplo la del Golfo San Jorge en Santa Cruz y Chubut, se han visto mucho menos beneficiadas”.

Nada nuevo en el horizonte que haga presagiar la tan necesaria transición energética. “Queda claro que tenemos un gobierno “vacamuertista”, por más que el macrismo se haya definido como <verde> tomando una posición ambientalista, la única salida energética en serio que diagramó Cambiemos fue Vaca Muerta. A pesar de todo lo que se dijo de las energías renovables y la existencia de dos licitaciones del <Plan Renovar>, el macrismo se va ir muy lejos de las metas que se planteo en torno esto”.

“Esto claramente obtura la posibilidad de generación de otro tipo de energías, hoy el fracking es rentable porque es el Estado el que pone la plata ¿Qué pasaría si ese dinero sería invertido en otro tipo de generación energética? A nosotros también nos parece muy importante que no solo la fuente sea renovable, también es clave pensar en quién gestiona ese tipo de cosas, ya que el <Plan Renovar> solo busca mercantilizar lo que debería ser un derecho”.

Un negocio transnacional que busca perpetuarse gracias al poder de las corporaciones que todo lo pueden en estos arrabales del mundo. “Consideramos que la generación eólica y solar, no solo tienen que ser limpias, sino también manejadas desde el Estado o comunidades locales a través de sus cooperativas. No creemos en un modelo de renovables de alto impacto, por ejemplo la idea de grandes centrales eólicas donde sean empresas transnacionales o de cierta patria contratista las que deban sostenerlas. Por qué no pensar en una reconversión de una YPF nacional empujando las energías renovables”, dijo el investigador.

“Respecto a lo que viene en torno a la discusión política actual, entendemos que se debe diagramar una salida por fuera de Vaca Muerta, lamentablemente eso no lo estamos viendo en el discurso de Alberto Fernández, más bien todo lo contrario. Hoy Vaca Muerta aparece no solo como la salida energética del país, sino como una salida productiva al igual que la minería, ya que se las está tratando de ubicar como las que generarían el ingreso de dólares al país”.

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La continuidad de un modelo extractivista con escasas perspectivas de futuro, estaría garantizado a partir de diciembre más allá del modelo económico imperante. “Esto es de suma gravedad, ya que sabemos que se puede producir energía de otra manera, hoy estamos encapsulados en la idea del consenso de los hidrocarburos, del consenso fósil, y lamentablemente ninguna de las propuestas que existen a nivel electoral terminan dando una respuesta. Nos parece muy interesante la plataforma que entrega el Frente de Izquierda, en dónde señalan claramente que ellos buscan la prohibición del fracking y de la megaminería, esto se acerca mucho a la idea de pensar un modelo país en donde no existan grandes damnificados sociales y ambientales”, concluyó.